En los momentos más cruciales y dolorosos de las páginas de nuestra historia republicana que empieza hace 200 años cuando nace la Constitución de la Villa del Rosario, cuando hemos padecido los episodios más violentos y sangrientos, donde primó la barbarie, la desmoralización, los asesinatos, los desórdenes sociales, las protestas, el vandalismo, como fueron principalmente la Guerra de los Supremos, el Olimpo Radical, la Batalla de la Humareda, la Guerra de los Mil Días, los acontecimientos que rodearon los asesinatos de los caudillos liberales Jorge Eliecer Gaitán, Rafael Uribe Uribe y Luis Carlos Galán, los hechos de junio de 1929, así como los inolvidables y dolorosísimos hechos que entre 1986 y 1989 llevaron a la convocatoria de la Séptima Papeleta, ha sido el diálogo, la concertación, la reflexión y el llamado a la unidad nacional, permitieron encontrar la salida a la crisis y la solución pacífica del conflicto.

Y no cabe duda que en estos difíciles momentos por los que atraviesa nuestra Patria, cuando a la pandemia del virus que ya causa más de 3 millones de contagiados y más de 80 mil fallecidos, además de niveles históricos de miseria, desempleo y pobreza generada por sus efectos devastadores, se suma la explosión social como consecuencia de gravísimas fracturas de desigualdad, necesidades básicas insatisfechas, niveles críticos de acceso de la población a los servicios de salud, desabastecimiento, desigualdades y ausencia de ingresos para millones de colombianos, además de las protestas que priman en todos los municipios del país con acciones vandálicas y bloqueos que incrementan la tensión, el resentimiento y la pobreza, es cuando el llamado a la unidad y a la reconciliación se convierten en el único camino para superar la crisis.

En el ambiente predomina un sentimiento de odio y rencor, de desesperanza e intranquilidad, de nerviosismo, zozobra y temor, del mismo que se sintió en tantos episodios de nuestra historia, como en el Bogotazo, cuando no se veía la luz al final del túnel, se perdía la esperanza y los corazones se fraccionaban por ese rencor que imperaba en cada rincón de nuestra Patria.

Y fue la sabiduría del Presidente y de los jefes de los partidos políticos, así como de los líderes sociales, así como su voluntad de encontrar la salida al conflicto, el espíritu de unidad, de perdón y la búsqueda de la paz nacional, los que allanaron el camino para superar la crisis. Los mismos que hoy reclaman todos los sectores de nuestra fracturada nación, que a gritos piden al gobierno, a los voceros y representantes del comité del paro, a los jóvenes y a los demás actores de las protestas, a trabajar por la reconciliación nacional, por superar la crisis de desempleo, trabajando por unos mismos propósitos, encaminados a poner fin al conflicto que a diario se vive en las calles y en el campo, con bloqueos y saqueos, agresiones y asesinatos; atender y superar los legítimos reclamos y las peticiones que se expresan en las manifestaciones, y así lograr superar la emergencia social, económica y hospitalaria que hoy reina en nuestro país, una de las más críticas y dolorosas de las últimas décadas.

Es hora, como lo afirmó Jose Fernando Escobar, Alcalde de Itagüí en su llamado a todos los colombianos sin distingo de raza, credo, edad, orientación política o religiosa, para el próximo martes 18 de Mayo a las 8:00 pm a encender una vela, como símbolo de la luz de esperanza para Colombia. Es hora de deponer los odios, los deseos de venganza, de dejar de lado los intereses personales y que prime el bienestar social con justicia social. Llegó el momento del perdón, sincero y de corazón, de deponer los odios, las armas y sacar la bandera del amor y abrazarnos entre todos los colombianos.

Es el momento de demostrar la grandeza que reclamamos a nuestros líderes y muy en especial, a nuestro Presidente y a quienes encabezan el comité del paro, para encontrar en el diálogo el camino para superar la crisis, defender la institucionalidad y alcanzar un gran acuerdo nacional sobre los grandes problemas que afectan a nuestra amada Colombia. No más bloqueos que sólo causan miseria, hambre, resentimiento y dolor, ese que se causa cuando se produce cuando no hay víveres, ni gasolina, y cuando se disparan los previos de los productos de la canasta familiar. No es justo ver el dolor de un Alcalde, como el de Timaná, Huila, que suplicaba en nombre de sus habitantes, por el levantamiento de los bloqueos en las vías de acceso a su municipio, los que impedían que llegasen los alimentos, los medicamentos y la gasolina. Y fue la concertación y el diálogo el que permitió que los líderes del paro llegaran a acuerdos para superar la crisis en su territorio.

Y ese es el mismo llamado que hoy hago desde esta columna a todos nuestros gobernantes y lideres políticos, sociales y en especial, a los voceros del paro: a la concertación, al diálogo y a construir un gran consenso nacional, con sinceridad, abiertos de corazón y con grandeza, sin que se negocie a las espaldas del pueblo.

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com

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Redacción Minuto30

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