glaciares
En la imagen de archivo, un iceberg flota en la laguna San Rafael, perteneciente al parque nacional de mismo nombre, el 13 de febrero de 2022, en la región de Aysén (Chile). EFE/ Alberto Valdes

Madrid, 6 jun (EFE).- La desaparición de los glaciares es “un proceso irreversible”, muchos de los ubicados en los Alpes o en los Andes desaparecerán en 2100, lo que implica la pérdida de “una gran fuente de agua” en esas zonas y un progresivo ascenso del nivel del mar, aseguran los geólogos Jérôme Chappellaz y Carlota Escutia Dotti.

Así lo han explicado Chappellaz y Escutia Dotti en entrevista con EFE en el Instituto Francés de Madrid, donde han participado en el debate «Mundos polares: exploraciones y desafíos», organizado en el marco de la presidencia francesa de la Unión Europea.

Según Chappellaz, los glaciares se estudian a través de las observaciones satelitales, sobre todo los satélites Grace, que proporcionan datos sobre la evolución de los mismos y existen mapas «magníficos» -pero también «trágicos»- que demuestran que «los glaciares pierden cada vez más masa», así como de una red de vigilancia internacional que estudia «los alrededor de 200.000 glaciares en el mundo».

La mayoría de glaciares muestra «una pérdida de masa que se está acelerando y las pocas excepciones son los glaciares del oeste del Himalaya», que son glaciares rocosos, con una capa más o menos espesa de roca que les protege del cambio climático y actúa como aislante, según Chappellaz.

Pero con la tendencia actual, con la evolución del clima, la temperatura y la falta de precipitaciones, se llega «a la conclusión de que todos los glaciares están en vías de desaparición», asegura el investigador francés, quien añade que «se estima que los glaciares de los Alpes -que tienen unos 3.500 metros de altitud- habrán desaparecido en 2100, al igual que los situados en los Andes, con una altura de menos de 5.400 metros».

«Es un proceso irreversible», asevera, y explica que habría que volver a las temperaturas que prevalecían «hace 150 años o incluso más frías que entonces, porque los glaciares ya estaban disminuyendo, lo que implica consecuencias importantes, no solo la pérdida de un objeto mágico, sino también porque para muchos países son un recurso de agua muy importante, sobre todo en países de Latinoamérica».

Concretamente, dice, en Bolivia, el 30 % del agua dulce que se utiliza en La Paz cada año proviene del deshielo de los glaciares alrededor de esa ciudad, un recurso que durante el invierno se va embalsando y acumulando para sus posteriores usos.

«Esto sucede no solo con los ubicados en Groenlandia y en la Antártida, sino también en la zona del Atlántico, frente a Australia, donde también se observa la pérdida de masa en los glaciares y podría suponer un ascenso del nivel del mar entre tres y diez metros».

Carlota Escutia Dotti, corrobora los datos de Chappellaz, y detalla que los glaciares tienen «comportamientos diferentes en todas partes». De este modo, comenta, «existen glaciares en el continente Antártico que están creciendo, estacionarios, pero a la larga, con el tiempo, se espera que todos empiecen a perder su masa».

Actualmente se ve «mucha desigualdad» que está causada principalmente porque con el calentamiento atmosférico «también cambia la condensación y los patrones de precipitación, y se prevé que todos terminen retrocediendo, pese a la actual desigualdad».

Esa desigualdad en la Antártida se produce porque el continente antártico «es un desierto, por lo que las precipitaciones son casi nulas, y con el aumento de temperaturas hay más humedad en el ambiente, más condensación y se produce precipitación», según Escutia Dotti.

En algunas zonas de la Antártida se ve ese aumento de los glaciares, que «es muy dispar», y coincide con Chappellaz, porque «la diferencia entre una cuenca glaciar y otra a pesar de que estén muy cerca, es que pueden tener comportamientos diferentes».

Subraya la investigadora española que «es un riesgo de nuestra percepción del peligro (…) señalar que los glaciares están creciendo» y afirma que a pesar de que el ascenso del mar «es equivalente» y «no será de hoy a mañana», es necesario «calibrar las previsiones» porque «el miedo es que las mismas estén por debajo de la realidad».

Los dos geólogos manifiestan su preocupación por la evolución del glaciar Grey, en Torres de Paine, en el oeste de la Antártida, que está muy vigilado pero que, según las observaciones satelitales, «se observa que se está dislocando, lo que puede provocar un aumento de entre 2 y 3 metros del nivel del mar».

Por Lourdes Uquillas

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