El amor es, sin duda alguna, el sentimiento mis valioso en la vida de los seres humanos. Este sentimiento está presente a nivel personal, representado en el amor por nuestros padres, por nuestra pareja, por nuestros hijos, nietos y cualquier persona allegada a nuestro afecto, y; a nivel supra personal, por nuestro trabajo, por nuestra comunidad y hasta por nuestra patria. Este último, lo conocemos como patriotismo. Una amor que combina sentimientos con arraigo histórico, cultural, económico y social. En su estado más puro, el patriotismo, ha sido el motor de líderes de movimientos de autodeterminación nacional, quienes buscan establecer repúblicas más independientes; pero, hay quienes han corrompido ese sentimiento de amor con el propósito de engañar a su pueblo y convertirlo en fuente de legitimación de sus propias codicias.

Del patriotismo al socialismo se requiere de un salto importante. Es algo que no ocurre de la noche a la mañana, se necesitan unas circunstancias especiales para lograr el objetivo. Un escenario ideal es, por ejemplo, una crisis económica y social que genere decepción en el pueblo, convirtiéndose en los cimientos de los movimientos que predican una “urgencia de cambio” apelando al amor a la patria. Utilizan esa tormenta de emociones: ira, desespero, impotencia, urgencia y amor por su nación, para impulsar las acciones de hecho que los lleven al poder.

En el caso de Cuba, gracias al descontento del pueblo generado por la dictadura de Batista, se desencadenó una movilización que utilizó como base los ideales de lucha por la libertad, la consecución de justicia social y la implementación de una democracia representativa, como reflejos de patriotismo. Esto permitió el impulso para la creación de las guerrillas, quienes por meses, se enfrentaron a las tropas militares del Estado, conllevando a Fidel Castro, máximo comandante de la revolución, a tomar posesión como líder y presidente de ese país.

Circunstancias similares rodearon en su momento el ascenso de Hugo Chávez al poder. Una crisis económica y política, en la cual el pueblo se apretaba el cinturón cada vez más y, sumado a ello, los escándalos de corrupción que estaban a la postre del día, pintaron a este personaje como un mesías que movido por el amor a su patria sacaría a su pueblo adelante.

Como se puede ver, en ambos casos el pueblo resultó siendo manipulado emocionalmente en la consecución de un modelo socialista que ha agotado los recursos económicos y humanos de su país.

Muy a pesar de su amor patriótico, se siente un pueblo minimizado, rendido y huyendo a otros países con el fin de romper cadenas e iniciar de nuevo. En el caso cubano, el desespero se traduce en los denominados “balseros”, personas que con el afán de alcanzar las costas de Estados Unidos se lanzan al mar en precarias embarcaciones.
Así mismo, en el escenario venezolano se ven diariamente éxodos que se dirigen a distintas partes del continente, principalmente hacia Colombia, huyendo del hambre y la violencia.

A pesar de todo, hoy presenciamos el resurgimiento del patriotismo puro a través de una lucha incansable que cobra la vida de miles de personas que le ponen el pecho a las balas de la tiranía, en muchos casos para recuperar una real democracia y en otros para evitar la desgracia. Es este desafío emocional constante la expresión de amor más grande de un pueblo por su patria.

De los errores se aprende, se corrige, se construye y se ama con mayor intensidad.

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Redacción Minuto30

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