Se ve en las redes sociales que al espurio le harán un retrato con un costo de $ 23`000.000 (Veintitrés millones) y a fe que el retratista debe cobrar mucho para eliminar de ese rostro la malignidad y el descuadre espiritual del modelo. Si no logra el cometido se le debe investigar por peculado por apropiación y a quien lo contrató, se le deben aplicar los principios de eficiencia y eficacia que rigen al gasto público. Un retrato común y corriente para un buen retratista no debe superar los diez millones de pesos, siempre y cuando el modelo no tenga unos rasgos estrafalarios que sean imposibles de disimular. Aquí no cabrá decir: No fue accidente sino el sastre el que lo deformó.

Definitivamente dentro de los defensores del proceso de impunidad se generalizó una pregunta que demuestra sin equívocos, la escasa fundamentación jurídica, lógica y razonable que soporta ese malhadado y deforme acuerdo: ¿Dónde prefiere ver a los narcoterroristas, destruyendo, volando oleoductos, violando niñas, asesinando civiles y agentes del orden, etc., etc., o en el congreso? En ninguna de esas dos instancias los quiere ver le pueblo colombiano. Ellos deben estar purgando las penas acordes con sus crímenes y más si han sido de lesa humanidad.

Esa pregunta es sin lugar a dudas uno de los interrogante más estúpidos que puede formular un ser humano con dos dedos de frente y es que para atreverse a realizarla con esa disyuntiva debe tener muy poco cacumen dentro de su cabecita.

A los delincuentes, chantajistas y terroristas no se les premia en ninguna sociedad y mucho menos se mandan para el congreso o los cuerpos legislativos o ejecutivos de esos países. Ellos como es natural deben purgar condenas acordes con sus delitos en centros de reclusión y eso, cuando no se les aplica la pena de muerte.

Ceder al chantaje como lo hizo el espurio del retrato de $ 23`000.000, es la peor claudicación que puede tener un estado ante unos pocos delincuentes que decidieron tomarse el poder por las armas y realizaron todo tipo de actos terroristas para llegar a donde, por falta de carácter del actual mandatario, complacencia con la supuesta ideología terrorista o simplemente para legalizar los inmensos capitales de sus camaradas, llegaron estos escasos 7.000 combatientes.

Es necesario aclarar que muchos de ellos llegaron esa banda delictiva y terrorista, obligados y que después de sufrir los vejámenes más crueles, pasaron formar parte de las filas terroristas aquejados por el síndrome de Estocolmo.

Ante estos acuerdos en donde la justicia brilla por su ausencia, las comunidades reaccionan con ferocidad extrema y es por eso que ya se empieza a vislumbrar el negro futuro que les espera a esos integrantes del grupo que resucitó el espurio y que llegó a la vida civil con ínfulas de prohombres y luchadores por los derechos de los más pobres pero que en la práctica nunca fueron más que un cartel de narcotraficantes que se disfrazaron de guerrilleros y para el efecto utilizaron todo tipo de formas de lucha.

Como era de esperarse ante esos acuerdos de impunidad el pueblo ha empezado a tomar la justicia por mano propia y, de no buscarle un correctivo satisfactorio para las comunidades, la vida de estos ex combatientes y muy posiblemente de muchos de sus cabecillas correrá riesgos con muchas probabilidades de suceder.

Reitero, ya ha sucedido y volverá a suceder y es que el deforme acuerdo tiene demasiadas falencias para que sea aceptable.

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Redacción Minuto30

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