Pablo Andrés Loaiza Bedoya

Con estupor, observé los bochornosos hechos acaecidos en la ciudad de Tunja el día viernes después de que el expresidente Uribe visitara esa ciudad con el ánimo de dar a conocer su propuesta y escuchar las preocupaciones de los ciudadanos.

Pablo Andrés Loaiza Bedoya

Pablo Andrés Loaiza Bedoya

Una vez hecha su labor, el exmandatario se dirigió a un grupo de protestantes que se encontraba al otro lado de la plaza para dialogar con ellos y responder a sus preguntas. Ese grupo pertenecía al llamado movimiento “Dignidad papera”, dirigido por César Pachón Achury, quien en su momento inscribió su nombre a la Presidencia de la República.

Frente al hecho hay que resaltar dos elementos. El primero, que con la protesta y su posterior difusión en redes sociales, César Pachón tiene una clara intención de acumular réditos electorales. Peor aún, el señor Pachón ha pretendido distorsionar los hechos, afirmando que echaron al presidente Uribe de la ciudad con sus gritos, cuando lo único que lograron fue demostrar cuál es el talante del expresidente y lo bien que logró manejar la situación. El segundo y el más preocupante, que el susodicho movimiento, en lugar de establecer un debate con altura, con argumentos y con respeto, se limitaron a lanzar arengas, improperios y acusaciones en contra del hoy candidato al congreso. Fue justamente eso, al ver que era imposible sostener un diálogo civilizado, lo que condujo al presidente a continuar con su itinerario porque, como reza el viejo adagio, uno no patea perro muerto.

Como lo he dicho, desde el Centro Democrático, más que encolerizarnos frente al acontecimiento, el sentimiento es de gran preocupación, porque comprueba que el debate político en Colombia, justamente en esta época de proselitismo electoral, ha degenerado en arengas, insultos y acusaciones irrespetuosas y no en un debate con altura basado en los argumentos.

Ni una sola de las arengas lanzadas el viernes en Tunja estuvo dirigida a controvertir nuestras propuestas (Centro Democrático presentó seis propuestas para recuperar el agro) y en su lugar se limitaron a gritarle “paraco” o acusarle de robarse las tierras del campo o ser el dueño de la salud, mientras él con insistencia pretendía responder con argumentos. En ese sentido, ¿Qué diferencia hay entre esta conducta y la que tiene hoy el régimen de Venezuela, que golpea a los parlamentarios de la oposición y los calla con arengas dentro del recinto de la Asamblea Nacional? ¿O la que tuvo el propio Chávez durante su campaña llamándoles “majunches”, “yanquis” o “imperialistas”?

El no respeto a la diferencia es el primer factor de limitación a la democracia, y quien se haga llamar su defensor, necesariamente debe tener inculcado ese valor. Tan mal hace aquel que llama guerrillero al que tenga una afinidad con la izquierda, como aquel que califica de paramilitar a todo el que comparta nuestras tesis.

Así que el llamado es el siguiente: A César Pachón, que no falte a la verdad distorsionando los hechos, mucho menos cuando el objeto es acumular réditos electorales; y a él y demás opositores a nuestras tesis, que, por el bien del país y la dignidad e integridad de la política colombiana, ofrezcan un debate con altura, basada en el respeto y que controviertan nuestras propuestas con el mismo rigor con el que nosotros las hemos elaborado. @PabloAndresLB

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Redacción Minuto30

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