Como todas las mañanas, Sandro se levantó en su casa en México y entró en internet para conocer las últimas noticias sobre el coronavirus, pero lo que encontró en ese momento fue una «sorpresa increíble»: una foto de su madre, Maria, que a sus 70 años vive sola en Roma con su perra Pepa.

Maria es la vecina que vive enfrente de mi casa, a la que conocí cantando desde la ventana los primeros días del confinamiento en Italia, y que me contó su vida y la preocupación que sentía por su hijo, allá en México, una historia que Efe narró a sus abonados.

«Llevaba varios días sin hablar con mi madre y estaba preocupado», cuenta Sandro a Efe por videollamada, «hasta que hace unos días, de repente, me encuentro con una foto suya en la página web de El Universal. Ella, quien nunca quería enviarme fotos porque es muy tímida».

«Como buen hijo, cada día pienso en mi madre y en si estará bien, ella sola, en el país más afectado por el virus. Y como buena madre, ella también piensa en mí», comenta desde su casa en Tulum, en la riviera maya.

Sandro Rubini ya está más que acostumbrado a estar lejos de su país y de su familia. A sus 35 años, y por su trabajo de organizador de eventos, ha vivido en Toronto, Dubai y Los Ángeles antes de llegar a México hace tres años.

Pero esta situación está siendo «la más difícil» desde que se marchó de Italia para estudiar, sobre todo por la vulnerabilidad de su madre, con la que habla prácticamente cada día.

«Durante la primera semana de confinamiento ella estaba muy agobiada con todas las noticias que llegaban del norte de Italia, pero con los últimos datos positivos la noto más tranquila», continúa Sandro, en un perfecto español con acento mexicano.

Ayer fue el cumpleaños de Maria, quien me llamó emocionada para contar que la historia de su foto llegando a México fue «el mejor regalo que podría haber recibido», y aunque triste por no poder pasar esta fecha con su hijo, confesó que esto los había unido más.

«No te puedes ni imaginar la ilusión que me hizo que mi hijo se encontrara con esta foto», una imagen que ella ni recordaba que existiera pero que le hizo Efe en Roma desde el balcón, y menos que pudiera cruzar el charco.

Madre e hijo tenían previsto reunirse en los próximos meses, como cada año cuando Sandro vuelve a Italia a la casa que tienen en la costa. «Este año será imposible, no puedo volver y correr el riesgo de meterme en una casa con mi madre», se lamenta.

A Sandro esta crisis le ha servido para conocer mejor a sus vecinos de Tulu, una ciudad turística ahora vacía por la huida de todos los visitantes. «Estoy muy agradecido a la gente de este país, todos se volcaron en ayudarme cuando me empezó a ir mal con el trabajo, la gente es muy linda».

En su trabajo, que depende fuertemente de una paralizada industria del cine, las pérdidas son inmensas y vive una gran incertidumbre por su futuro y también el de México.

Según explica, «aquí hay mucha desigualdad, la mayoría de la gente no tiene seguro médico y viven de trabajos precarios que no pueden cerrar».

«Tengo más miedo a la inseguridad que al virus», asegura, ya que teme que la economía del país no resista un cierre total y aumenten los robos.

México e Italia viven situaciones muy diferentes. Mientras que en el primero no se han registrado más de 500 casos, en Italia la cifra ya supera los 50.000 y más de 7.500 muertos. El país europeo vive desde hace dos semanas un confinamiento de su población, algo que no se ha decretado en México, «aunque mucha gente ya lo hace», según Sandro.

No puede evitar que se le humedezcan los ojos cuando le pregunto qué mensaje le daría a su madre: «Primero, felicidades. Segundo, pronto podré estar allí en Italia contigo, mamá, y te llenaré de besos».

EFE

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Minuto30 Agencias

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