El pintor este sábado cumplió 90 años de haber nacido (14 de diciembre de 1929) en la población cafetera de Neira, en el departamento de Caldas. EFE/Mauricio Dueñas

El pintor colombiano David Manzur considera a sus 90 años que el arte mundial «ha desviado hacia lo filosófico» y que las diferentes corrientes de las artes plásticas deben ser universales por la inmediatez de las comunicaciones y la irrupción de la tecnología en todos los campos.

«Hay una tendencia en el mundo a llegar a lo filosófico, a lo simbólico, tenemos artistas que hacen la metáfora precisa para el tiempo preciso, el gran contenido para expresarlo en ‘pintura pobre’, el vacío, en las instalaciones que muchas veces son radiografías de un pensamiento», dijo Manzur en una entrevista con Efe en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MamBo).

El museo convenció al artista de hacer la exposición «El oficio de la pintura», que irá hasta el 23 de febrero del año próximo y que reúne más de 60 obras, desde 1958 hasta hoy.

Manzur, en compañía del marchante Felipe Grimberg, prepara su desembarco en otros países para internacionalizar su obra y establecer «diálogos» con figuras del arte actual en exposiciones que mezclarán lo mejor de cada uno.

LA CIENCIA Y EL ARTE

Para el pintor que este sábado cumplió 90 años de haber nacido (14 de diciembre de 1929) en la población cafetera de Neira, en el departamento de Caldas, los avances científicos influyen en el arte y los artistas, tanto que un pintor puede «tergiversar» el orden lógico de un paisaje.

«La incidencia de la ciencia en el conocimiento del hombre en las próximas décadas va a tener una enorme responsabilidad en las propuestas (artísticas), usando una tecnología que tal vez en este momento es impredecible», apostilla Manzur, dueño de una vitalidad y claridad conceptual que casi nadie tiene a los 90 años.

Pero eso, al contrario de ser una limitación, su edad es vista por él como una ventaja que le permite analizar y adentrarse en mundos que no imaginaba al comienzo de su carrera.

«Cuando se tiene mi edad se ha tenido un seguimiento de los avances tecnológicos enorme, por ejemplo en la fotografía digital que se está acercando y se va a acercar a lo que el ojo humano y el cerebro reciben», asegura.

Eso no significa «que el artista vaya a vivir a otro planeta, por ahora, pero sí el solo hecho de pensar cómo es un paisaje en condiciones completamente distintas, hace que el artista también pueda tergiversar el orden, inclusive, lógico de lo que es un paisaje».

MÚSICA Y PINTURA

Gabriel García Márquez, premio nobel de Literatura de 1982, solía escuchar el Concierto para piano No. 3, de Béla Bartók, mientras escribía «El coronel no tiene quien le escriba», y Manzur, cuando está trabajando en su taller en la localidad de Barichara, en el departamento de Santander, se llena de música acorde a su estado de ánimo.

«Me crié en España y me tocó la época de Franco y la Guerra. Escuché la gran música en las catedrales, a Bach, y tengo amigos en Colombia y me alimento de la música», dice con voz firme que acompaña con gestos como extender los brazos para complementar su afirmación.

David, como le gusta que lo llame todo el mundo, es un convencido de que no es ninguna voz autorizada para indicar cuál es el legado que deja o dejará con su obra.

«Uno no deja legado, yo vivo resolviendo problemas a diario. Si yo valgo, la gente me recordará y si no valgo, la gente no me recordará», apunta.

VIDA Y OBRA

Considerado uno de los artistas plásticos más importantes de Colombia, Manzur, hijo del comerciante libanés Salomón Manzur y la colombiana Cecilia Londoño, vivió en Las Palmas de Gran Canaria (España) y más tarde en Guinea Ecuatorial.

En tiempos de la Guerra Civil española (1936-1939) estudió dibujo en el Colegio Claret de Las Palmas donde conoció cuadros de Francisco Zurbarán (1598-1664), antes de regresar a Bogotá, donde ingresó en la Escuela de Bellas Artes pese a la oposición de su padre.

Expuso por primera vez en Bogotá en 1953 antes de viajar a estudiar en la Art Student’s League y el Instituto Pratt de Nueva York.

La obra de Manzur ha estado influenciada por el Renacimiento y el Barroco y, según estudiosos de sus cuadros, una de sus innovaciones fue incorporar en sus trabajos tejidos de hilos de nailon coloreados y haber llegado al dominio del mural, el retrato, el bodegón, el desnudo y el vestido.

«Retrato de una amiga con cara de Mona Lisa» y las series sobre La transverberación de Santa Teresa, San Sebastián y San Jorge y el dragón, son de sus cuadros más conocidos.

Una de las principales novedades de la exposición del MamBo es un políptico sobre Bojayá, una de las masacres más cruentas del conflicto armado colombiano, ocurrida en esa población del departamento del Chocó hace 17 años y que costó la vida a cerca de un centenar de personas.

«Lo hago (la obra) para que nunca se repita este caso de terrorismo. No me voy a referir a las causas sino al resultado: la gran cantidad de muertos que dejó este hecho», dice Manzur, quien ha vivido en España, Canadá, Estados Unidos y África, pero que siente que Barichara es su lugar, «el sitio en el que mejor he trabajado, con un clima ideal y una gente maravillosa». Bogotá, 15 dic (EFE) | Ovidio Castro Medina

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