Desde el día que Daniel Quintero fue elegido alcalde de Medellín, los derrotados y frustrados contrincantes iniciaron un proceso revocatorio. Pero solamente cuando el alcalde tomó la determinación de recuperar los cuatro billones de pesos perdidos en Hidroituango, todos los corruptos de esta ciudad brincaron como cucarachas envenenadas.

Los primeros fueron los viejos empresarios, que vivían de los negocios del Estado; estos iniciaron su andanada de ataques con la renuncia a las juntas directivas públicas de las que hacían parte, especialmente a la de EPM, y lo hicieron en medios de comunicación para generar pánico financiero y crear una crisis institucional en la ciudad. Estos hechos dejaron claro que estos empresarios actúan bajo la premisa de “Lo que no es mío, no es de nadie”; de ahí en adelante han protagonizado una seguidilla de acontecimientos, a mi modo de ver, vergonzosos y que los deja en evidencia uno a uno.

El siguiente paso fue utilizar el periódico que siempre habían tenido para engañar y confundir a la ciudadanía. Hicieron de este medio un pasquín de quinta, donde pululan las mentiras, las imprecisiones, las verdades a medias y el chisme político barato. Todo el tiempo utilizan la palabra “presunto” para no asumir las responsabilidades. Titulan en negativo para destruir, y tienen una agenda por cumplir para tratar de acabar con un proyecto político noble y transparente, a través de ataques dirigidos al alcalde y sus cercanos, y así recuperar el espacio perdido.

Los contratistas pusieron lobbistas permanentes en Bogotá, en las altas cortes, en el Congreso y en los organismos de control. Los concejales fajardistas se unieron con los uribistas para crear historias que taparan la gran estafa. Los representantes gremiales tradicionalistas, salieron a defender su sueldo como viudas políticas; hasta un quemado con 22 mil votos perdió el sueño y convirtió el nombre Daniel Quintero en el más sonado de su time-line de twitter. Es tanto el desespero, que se han atrevido a calumniarlo de frente y sin sonrojarse.

Como la gente ya no les cree, le están subiendo el volumen al debate y tienen una narrativa de presión contra los organismos de control, porque les parece extraño que el alcalde este haciendo las cosas bien. Cuando ellos lo único que quieren es que todo en la ciudad vaya mal. El GEA y el “fajardouribismo”, se imaginan desastres todos los días, y lo expresan en deseos en portales que manejan falsos periodistas desde la cárcel.

Cuando vean que ninguna de sus artimañas para acabar con el alcalde les funciona, van a activar el siguiente nivel, que en este país todos conocemos: una estrategia que ha terminado con cientos de lideres que han tratado de defender los recursos públicos y los derechos humanos, plomo para todo el mundo.

Alcalde, a veces es bueno preguntarse, si como decía Jaime Garzón “Es mejor morir por algo que vivir por nada” o simplemente callar. Dios bendiga a Medellín y Dios nos bendiga a los medellinenses.

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Redacción Minuto30

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