Los equipos francés y croata posan para la foto oficial, hoy antes del partido. EFE

El equipo nacional croata de tenis celebran el triunfo en la Copa Davis junto a la presidenta del país Kolinda Grabar-Kitarovic (C) en el Pierre Mauroy Stadium en Villeneuve-d’Ascq, cerca de Lille, Francia. EFE/EPA

Croacia ya tiene dos ensaladeras, después de que el grupo encabezado por Marin Cilic, sólidamente respaldado por Borna Coric, arrasara en la final a Francia en el estadio Pierre Mauroy de Lille y alzara el último título que se disputará en su formato clásico creado en 1900.

Los croatas impusieron su rango, muy superiores en la clasificación mundial, y salvo el borrón del dobles, firmaron sobre la tierra batida bajo techo que de Lille que el capitán francés, Yannick Noah, había previsto como principal arma de lo suyos, una actuación perfecta, sin perder un set ni ceder una vez su servicio.

A sus 30 años, Cilic, séptima raqueta del circuito, logró el punto decisivo frente a Lucas Pouille, que aunque elevó el nivel de Francia con respecto a sus compatriotas Jérémy Chardy y Jo-Wilfried Tsonga, tampoco logró disponer ni siquiera de una bola de rotura a su favor.

Demasiado poco para una nación que aspiraba a renovar el título logrado el año pasado y que se coló en la final pese a la mala temporada que están firmando sus tenistas, beneficiándose de la baja de estrellas de sus rivales en los turnos previos.

Si el año pasado el serbio Novak Djokovic causó baja en la semifinal, en esta edición fue el español Rafael Nadal quien faltó en la misma ronda.

En la final contra Croacia, la banda de Noah se encontró con dos figuras de peso, que no dieron ninguna opción a los anfitriones. Nunca antes el emblemático capitán había afrontado a rivales de tanta calidad.

Cilic y Coric dieron a su país, de apenas 4 millones de habitantes, un trofeo prestigioso, al tiempo que se tomaron la revancha de la final del pasado Mundial de fútbol, que perdieron frente a Francia.

Fue una final sin suspense, a causa de la manifiesta superioridad croata a lo largo del fin de semana. Los 25.000 aficionados que abarrotaron el estadio Pierre Mouroy de Lille apenas tuvieron tiempo de recrear el ambiente de Copa Davis que ya nunca más se repetirá tras la introducción el año próximo de la nueva fórmula adoptada por la Federación Internacional (ITF).

Las apuestas de Noah, reputado mago de la estrategia y que postulaba a su cuarta ensaladera como capitán (tras las de 1991, 1996 y 2017), se revelaron infructuosas.

Empezando por la tierra batida, que el capitán francés consideraba un hándicap para sus rivales, pero a la que se adaptaron a la perfección una semana después de haber jugado en Londres sobre pista rápida. Francia sigue sin ganar una final en esa superficie.

Tampoco tuvo premio la confianza en Chardy para el primer duelo contra Coric, que no tembló frente a un rival debutante en una final que le vino demasiado grande.

Ni la de anteponer frente a Cilic a un Tsonga que, pese a ser el tenista con más palmarés de los franceses, prácticamente no había competido por lesión en toda la temporada y que se resintió en el tramo final de un partido que nunca estuvo en disposición de ganar.

Rectificar para colocar a Pouille en el duelo decisivo no dio resultado y Francia perdió con un balance duro. Desde 1966 nadie había caído sin ganar un set en partidos decisivos.

Las decisiones de Noah, que capitaneó por última vez a Francia antes de dejar su puesto a Amelie Mauresmo, son más que discutibles, empezando por su selección, de la que quedaron fuera jugadores como Gilles Simon, el francés con mejor ránking del momento, o Gael Monfils, experimentado en partidos de alto nivel.

Francia puso las lágrimas. Las de la emoción de Mahut y Noah al escuchar La Marsellesa en los dos primeros días, y las de Pouille tras perder el partido decisivo.

Las sonrisas se vivieron en el vestuario croata, donde Cilic se antepuso al mal recuerdo de 2016, cuando tuvo contra las cuerdas a Juan Martín del Potro en el cuarto partido, pero acabó derrotado, lo que permitió la remontada argentina.

En esta ocasión, el ganador del Abierto de Estados Unidos de 2014 no tembló ante un Pouille que solo mantuvo la rivalidad el primer set, que el croata ganó en el juego decisivo. Luego todo fue más fácil para un Cilic que era el último ganador de un grande en activo que no había sumado también la Davis.

«Es un sueño hecho realidad. Se cierra un capítulo de la historia, era la última vez que podía ganarla y ahora vivo algo maravilloso. Espero defenderla el año próximo en Madrid», aseguró Cilic. París, 25 nov (EFE)

Los equipos francés y croata posan para la foto oficial, hoy antes del partido. EFE

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