Me veo impulsado a escribir esta columna porque mientras que quienes promueven el famoso «Siete veces SÍ» reciben toda la atención y logran obtener una mirada de aprobación por su creencia en la lucha contra los corruptos votando en un papel que de nada servirá, los que nos abstendremos o votaremos en contra de sus preguntas, poco o nada hemos hecho para hablar de nuestras razones para tomar estas determinaciones.

Hay que empezar diciendo que el costo de este capricho, porque así lo veo, lo percibo y no afirmaré lo contrario, es más alto que la elección de un presidente de la República. El Registrador Nacional afirmó que el costo será de entre $300.000 a $350.000 millones de pesos. En un País en donde hay tantos gastos de carácter urgente y que realmente pueden ayudar a la Nación, no es sólo inoficioso sino ridículo gastar una suma tan alta en una consulta que nada podrá cambiar por su esencia constitucional, pues no importa cuántos voten esas «Siete veces sí», la consulta por sí misma no podrá modificar nada de lo que ya existe.

Debo decir también que de esas preguntas planteadas en la consulta «anticorrupción», que curiosamente promueven unos de los mayores parásitos estatales que han ocupado cargos en el Gobierno, muchas cosas ya existen en el estatuto anticorrupción de Colombia. Las que no existen no se pueden modificar con la consulta misma, así que ¿de qué sirve entonces una consulta tan costosa y tan poco útil para el País?

Desde principios del 2017 se inició la recolección de firmas para promover esta «iniciativa ciudadana» que pretendía frenar y ponerles un bozal a los corruptos.

Es lamentable que los temas cívicos tengan que ser permeados por las transacciones políticas que adoptan estas iniciativas para manipularlas y promover, no la consulta, sino una próxima candidatura. En hacer esto fue la Senadora Claudia López muy sagaz, pues se apropió, abanderó y lideró la recolección de firmas que le servirían como trampolín a una próxima aspiración para cargos de elección popular. Qué triste es cuando se politiza hasta la más pequeña muestra de iniciativa en las personas.

Como era de esperarse, la corrección política primó entre los miembros de nuestro Congreso y dio luz verde a esta consulta, no por el bien que le representaba a la Patria, sino por la imagen que ellos debían dar como representación de la voluntad popular. Es incluso cómico que se acordasen de esa voluntad popular en este momento, donde hubo elecciones y se encontraban preocupados por las votaciones, pero se olvidaran completamente de la voluntad nacional expresada en la votación del Plebiscito en el 2016. Curioso, cierto es, que dieran luz verde al capricho de una ególatra como Claudia López y que pasaran por encima de la Constitución, la Nación y toda normativa existente al ignorar el rotundo rechazo a los acuerdos firmados entre el Gobierno Santos y la guerrilla de las FARC.

Qué lamentable, qué decepcionante y qué bajo es ver a personas que dicen tener convicciones fuertes y arraigadas caer en la corrupción de sus mentes por cuenta de la corrección política. ¿Dónde quedan los principios y los ideales si se cambian por quedar bien con algunos ciudadanos?

Por eso no votaré la consulta y promoveré la abstención, porque no seré partícipe de los intereses egoístas de Claudia López, Angélica Lozano y el esperpento que hacen llamar «Alianza Verde», vamos a derrumbar los mitos y las falsedades que nos han vendido para promover esta burda desfachatez.

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Redacción Minuto30

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