Aprender nos cuesta menos si nos centramos más en los beneficios del conocimiento, que en lo que nos supone de esfuerzo y renuncia, hasta poder alcanzarlo. Cuando nos lo apropiamos viviendo sus consecuencias, concluimos que ha valido la pena; es una experiencia inmensamente mayor que la lograda alcanzando, por ejemplo, la cima de un monte o un éxito en nuestro trabajo.

Pensando en el derecho de todo humosexual y toda lesviana, que lo sean genéticamente, a desarrollarse del modo más completo posible como personas, propongo emprender el empeño de transitar un artículo de corte más científico, al que tal vez no estemos acostumbrados, pero podría servir alcanzar esta meta.

La poligenicidad –implicación de pequeñas partes de múltiples cromosomas–, de la sexualidad humana, sea sana o negativamente afectada por sucesos genéticos, físicos, químicos, fisiológicos y conductuales, es una evidencia científica, es decir, una conclusión irrefutable, desde 2019.

De este logro de la humanidad se deduce que la única opción razonable con la propia sexualidad, es vivirla de forma respetuosa y responsablemente libre: haciéndose mejor persona con cada decisión y acción. Por la unidad constituyente de su propia dotación natural, nada hay físico en un ser humano que no repercuta en su unidad corporeoespiritual.

Cada vez se hace más notoria la diferencia entre fantasías sobre interpretaciones y acciones relacionadas con la sexualidad y la afectividad, y la contundencia de nuevos datos científicos aunque sean poco universalizados y defendidos.

Es importante que, desde preescolar y siempre, se viva y enseñe lo que coincide con los mejores avances científicos. Para lograrlo, todos los países deberían dar acceso pleno a los educadores de instituciones públicas y privadas, para que aprovechen las bases de datos de revistas científicas de todas las instituciones públicas.

Esto debería detonar al mejor ritmo posible, todo cambio personal, familiar, social, jurídico, educativo, económico, geopolítico, demográfico, de contenidos de medios de comunicación, teórico y práctico, acorde con un conocimiento sobre sexualidad y afectividad, coherentemente actualizado y vivido de modo sano.

Es un derecho y deber, remplazar lo que hace daño y promover el pleno desarrollo humano deducible de las evidencias más actuales.

En 2019 se encontraron fuertes correlaciones genéticas de personas con comportamiento homosexual, con elementos que evalúan la atracción, la percepción subjetiva de identidad y las fantasías, que estimulan a que haya relaciones sexuales con personas del mismo sexo.

Esto se conoce con evidencia, por la investigación sintetizada en el artículo “GWAS a gran escala revela información sobre la arquitectura genética del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo” (https://science.sciencemag.org/content/365/6456/eaat7693), en la que se obtuvieron datos estadísticos significativos para identificar variantes genéticas asociadas con el comportamiento sexual con personas del mismo sexo.

Se tuvo en cuenta, como uno de los puntos de partida, conocer si alguna vez, o nunca, los seres humanos estudiados habían tenido una pareja del mismo sexo; en otra etapa de la investigación se desglosaron los datos teniendo en cuenta varias categorías en las respuestas, para precisar los resultados; la contundencia de su novedad se debe a que es un GWAS: Estudio de asociación de genoma completo, realizado en cinco grupos humanos, de los que las dos principales fuentes fueron el UK Biobank de Inglaterra con 408995 personas y el 23andMe de Estados Unidos con 68527.

El aporte es fruto del trabajo científico de algunos grupos de investigadores sobre el tema, procedentes de Estados Unidos, Suecia, Países Bajos, Reino Unido, Dinamarca y Australia.

La pesquisa de los grupos asociados posee una buena interdisciplinariedad, en campos del saber, especialidades y subespecialidades: Genética Humana, Genética Médica y Poblacional, Medicina Genómica, Ciencia Metabólica, Genética del Comportamiento, Neurociencia del Comportamiento, Crecimiento y Reproducción, Epidemiología Médica, Alteraciones Endocrinas de la Reproducción Masculina y la Salud Infantil, Psicología Biológica, Psicología y Evolución, Salud Mental, Psiquiátría, Neuropsiquiatría, Ciencias del Comportamiento, Salud y Sociedad, Sociología, Población, Derecho, Bioestadística y Ética.

A 24 de enero de 2020, según Scopus, una de las bases más completas de revistas científicas, hay 47 artítulos de investigación que referencian este estudio; en lo que esta fuente permitió revisarlos, ninguno lo refuta.

Las personas estudiadas en Estados Unidos, Reino Unido y Suecia, son suficientes para que, por la cantidad de población analizada, se pueda llegar a una cima del trabajo investigativo: la certeza científica. Se hicieron análisis de replicación en 15142 personas de Estados Unidos y Suecia, y análisis de seguimiento utilizando diferentes aspectos de la preferencia sexual.

Para entender algunas nociones de genética que faciliten identificar mejor el impacto de estos resultados, hace falta recordar un poco de química. Un nucleótido, está formado por una molécula de azúcar –desoxirribosa en el ADN–, unido a un grupo fosfato y a una base nitrogenada.

El genoma humano tiene cuatro clases de bases nitrogenadas: adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T), que son comunes a las demás especies.

El genoma está formado por dos espirales de ADN que son secuencias de nucleótidos que contienen las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de cada organismo.

Cuando los espirales de ADN se unen, en el 0,1% de los casos las bases nitrogenadas no coinciden en el mismo lugar o loci y esto se denomina polimorfismo; si sucede así con una frecuencia superior 1% en una muestra de la población estadísticamente suficiente y esta falta de coincidencia de las bases nitrogenadas está en una región reguladora –codificante de una proteína– del ADN, estamos ante una variante genética en la secuencia del ADN de individuos de la misma especie que, según la zona del genoma en que esté, es probable que cambie el fenotipo o rasgo visible de efectos característicos del genoma y su relación con el entorno.

Las bases nitrogenadas, unidas en pequeños subgrupos, tienen una secuencia característica que diferencia cada especie. En la humana hay 3200 millones de pares de estas bases. Los genes son unidades funcionales del genoma; entre sus ectividades está la de fabricar proteínas.

El artículo arriba mencionado reveló que hay cinco loci significativamente asociados con el comportamiento sexual entre personas del mismo sexo: dos específicos de hombres, uno de mujeres y dos comunes a estas dos clases únicas de miembros que constituyen la especie humana; el polimorfismo sexual sucede, en nuestra especie, a un hombre o a una mujer, y no constituye un tercer sexo.

Entre los polimorfismos encontrados, “[…] en el Biobanco del Reino Unido, los varones con un genotipo GT en el locus (rs34730029) tenían un 0,4% más de prevalencia de comportamiento sexual entre personas del mismo sexo que los que tenían un genotipo TT (4,0 frente a 3.6%).”

No basta una opción psíquica para que esto tenga reversa, porque el mero deseo y la fantasía no cambian la genética; pero como lo que sucede está solo en uno o varios loci, con su decisión voluntaria y la coherencia en sus acciones, se puede contradecir una tendencia biológica más marcada hacia las conductas homosexuales; un ser humano, sea XX o XY, es capaz de ser coherente en su conducta, con su deseo de actuar como corresponde a quien tiene el mismo sexo de él pero no tiene los polimorfismos genéticos que lo inclinan a condutas homosexuales.

En la conducta descontextualizada de la razón de ser antropológica y biológica de la sexualidad humana, la persona puede cerrarse en sí misma haciéndose cada vez más sola y dependiente de sus fantasías y percepciones, como sucede no solo en la adicción a sensaciones sexuales, sino también con cualquier otro vicio, sea droga, juego, alcohol, etc., con los que nadie ha logrado ser feliz, porque el centro del interés no es uno mismo ni el otro, como personas –incluso si fueran mutuamente cómplices–, sino que se centra en obtener la sensación placentera para la que hay la intención de obrar un uso instrumental de uno mismo y de otro.

Los homosexuales y las lesvianas son capaces de descentrarse de sus tendencias homosexuales y centrarse en su pleno desarrollo y el de los demás, como personas, no porque dejen de tener los impulsos causados por polimorfismos específicos de homosexualidad, sino porque, al ser humanos y tener uso de razón, siguen siendo libres gestores para lograr el sentido de su propia vida en cuanto realidades corporeoespirituales.

A lograrlo les puede ayudar tener familia, educadores, amigos, fuentes de información y ambientes, que los apoyan para que se mantengan centrados en desarrollar todas sus cualidades para lograr el mayor desarrollo humano posible en sí mismos y los demás.

Sobre éste y otros polimorfismos: “A través de los análisis específicos por sexo identificamos dos señales adicionales en los hombres (rs28371400-15q21.3 y rs34730029-11q12.1), que no mostraron una asociación significativa en mujeres, y una en las mujeres (rs13135637-4p14) que no mostró una asociación significativa en los hombres.”

“En primer lugar, el locus que abarca rs34730029-11q12.1 contiene una serie de genes receptores olfativos (varios de los cuales se asociaron significativamente con el comportamiento sexual del mismo sexo en una prueba basada en genes).”

Desde hace años se venía trabajando en investigaciones en las que se observaba que personas homosexuales tenían reacciones biológicas y psíquicas al oler secreciones genitales de los de su mismo sexo. Esto ayuda a comprender la importancia de que el homosexual que se centre en el pleno desarrollo humano, elija asertivamente sus amistades y ambientes, para optimizar y encauzar todo su potencial como persona, hacia el logro de sus mayores propósitos, que lo llevarán descubrir progresivamente y alcanzar el sentido de su propia existencia.

En particular el loci (rs28371400-15q21.3) “[…] está vinculado a la calvicie de patrón masculino y está cerca de un gen (TCF12) relevante para la diferenciación sexual, refuerza la idea de que la regulación de las hormonas sexuales puede estar implicada en el desarrollo del comportamiento sexual del mismo sexo.”

Esto hizo posible estimar la correlación genética del comportamiento sexual con personas del mismo sexo con otros rasgos, e investigar la biología y la complejidad del rasgo. Los análisis sugirieron que “el comportamiento sexual, la atracción, la identidad y las fantasías, están influenciados por un conjunto similar de variantes genéticas”.

La sana maduración física y afectiva, a través de la forja de una personalidad rica en lo que aportan el aprovechamiento del tiempo, el trabajo, el deporte, y la vida familiar, de estudio, profesional y social, la solidaridad y la asunción plena de responsabilidades, valores, principios, derechos y deberes, facilita que el homosexual no se quede atrapado en sus percepciones de atracción, fantasías de identidades, sensaciones, y otras compensaciones que poco o nada compensan y en cambio dispeersan de lo más importante, sino que permanezca bien socializado, sin dispersiones que lo hagan fracasar y rectificando inmediatamente cuando se equivoque para no perder los mejores bienes, que son los seres personales, y el disfrute y cuidado de la naturaleza.

La comparación entre las diferencias causadas por los efectos de polimorfismos hallados entre los grupos heterosexual, no heterosexual y parejas del mismo sexo, y en subgrupos de homosexuales clasificados según frecuencia de fantasías, percepciones subjetivas de identidades y atracciones, y actividad sexual con los de su sexo, sugiere que no hay un único continuo desde la preferencia por el sexo opuesto hasta la preferencia por el mismo sexo, como erróneamente se les venía clasificando desde mediados del siglo pasado en Psicología y Psiquiatría, con herramientas como la escala de Kinsey y el el Klein Grid, para describir la orientación sexual.

Se captaron en los subgrupos de homosexuales, aspectos de la sexualidad que son distintos a nivel genético; esto sugiere que “no hay un único continuo desde el comportamiento sexual con el sexo opuesto al del mismo sexo.”, las percepciones subjetivas de las identidades sexuales no coinciden con la genética, no se es según esas fantasías sino según la realidad constituyente del propio ser; por lo tanto, las conductas homosexuales, teorías de género sin base genética y las fantasías, no son referentes válidos de desarrollo humano.

Una cosa es reconocer que la libertad hace posible que haya personas que autónomamente opten por el error; y otra muy distinta es pretender que el deseo sea necesariamente acierto y que la familia y la sociedad otorguen al error, categoría de conocimiento y de derecho.

Los derechos sexuales no son derecho a la defensa y promoción de errores sexuales que, por dotación genética, a nadie hacen más feliz en cuanto persona aunque estimulen más la percepción fisiológica de palcer y las fantasías de felicidad y de identidad y valoración por parte de terceros, no coincidentes con quién se es y vale constitutivamente. A la madurez se llega aceptándose como se es y mejorando como persona.

El estudio concluye: “El comportamiento sexual entre personas del mismo sexo está influenciado no por uno o unos pocos genes, sino por muchos. El solapamiento con influencias genéticas en otros rasgos proporciona la biología subyacente del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo.”

También el artículo señala: “Observamos cambios en la prevalencia de comportamiento sexual entre personas del mismo sexo a lo largo del tiempo, lo que plantea preguntas sobre las influencias genéticas y socioculturales en el comportamiento sexual.”

Como falta conocer más a fondo la interacción ente genética y sociocultura de la preferencia sexual, si se quiere educar en sexualidad con paternidad, maternidad, y pofesionalidad responsables, hay que hacerlo con rigor científico, en primer lugar excluyendo cuando antes todo contenido educativo que no esté sustentado en evidencia científica y en buena investigación humanística, para no hacer el daño de dar por hecho lo que no es. Lo que tiene que ver con sexualidad suele causar lesiones más profundas y complejas de sanar, porque impacta a la persona entera y compromete el loci de muchos cromosomas.

No se ha comprobado científicamente que tener relaciones sexuales prematrimoniales o extramatrimoniales, contribuya al desarrollo de la afectividad, en cambio sí se ha comprobado, según ONUSIDA, que más de 37 millones de personas han muerto por SIDA, otro tanto padece esta enfermedad y que el grupo de porcentaje más alto de muertos está entre homosexuales; se conoce que estas defunciones eran prevenibles enseñando los beneficios de la abstinencia sexual para evitar ésta y otras más de trienta enfermedades venéreas. Además, evitando contagios, cuánto dinero se ahorraría la sociedad para invertirlo en solucionar enfermedades no prevenibles.

Se ha observado en cambio, que han crecido de forma paralela a los contenidos educativos que promueven la promiscuidad, entre otros, las separaciones matrimoniales, violencia sexual, uniones de hecho, irresponsabilidad en la gestación y la crianza, falta de aplicación de la masculinidad en el modo de asumir la paternidad, madresolterismo, destrucción de los hijos por parte de sus madres -aborto-, y demás fracasos relacionados con serias deficiencias de educación en sexualidad y afectividad, que afectan negativamente el libre desarrollo de la personalidad porque llevan al libre fracaso de ésta.

El estudio aporta que “[…] al menos algunas de las influencias genéticas en el comportamiento sexual del mismo sexo se manifiestan en el desarrollo sexual.” Ya se conocía que el adolescente puede plantearse que es homosexual y la adolescente que es lesbiana, y que la educación le puede facilitar, en la mayoría de los casos, tomar la decisión de optar libremente por centrase en lograr su pleno desarrollo en su sexualidad y demás perfecciones corporeoespirituales, optando por ser coherente con su sexo evidenciado en el par 23 de cromosomas. La mayoría termina optando libremente por ser heterosexual.

El estudio señala: “Todas las variantes comunes medidas explican en conjunto sólo una parte de la heredabilidad genética a nivel de la población y no permiten una predicción significativa de la preferencia sexual de un individuo.” El homosexual tiene responsabilidad y libertad respecto a su conducta sexual.

También hallaron en hombres y mujeres, que el comportamiento sexual con personas del mismo sexo estaba positivamente correlacionado genéticamente con varios rasgos psiquiátricos o de salud mental: mayor frecuencia de los rasgos de personalidad “soledad” y “apertura a la experiencia”, depresión y esquizofrenia.

Las correlaciones genéticas con trastorno bipolar fueron significativamente mayores en las mujeres respecto de los varones. Falta indagar subgrupos de quienes pudieran padecer estos rasgos a causa de discriminación por preferencia sexual.

No hubo resultados relevantes sobre rasgos físicos externos relacionados con homosexualidad; la población heterosexual tiene más hijos que los que incluso esporádicamente han tenido pareja del mismo sexo.

Respecto a la relación entre entre hormonas sexuales y comportameintos sexuales, solo en las mujeres fue significativa la correlación genética con los niveles séricos de globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG), que se cree que están inversamente relacionadas con la testosterona y el estrógeno bioactivos.

Es necesaria una buena educación de cada persona en su sexualidad, nunca reducible a su genética ni a su mera biología, ni a modas ideológicas sin suficiente base científica, ni se puede confundir la educación en sexualidad y afectividad exclusiva del hogar, con la de las empresas educativas que la complementan y que deben garantizar las buenas competencias profesionales, de los docentes en afectividad y sexualidad, que incluyen siempre datos científicos actualizados y una alta coherencia de vida: lo más cosntructivo como personas se alcanza eligíendolo con asertividad según las propias perfecciones constituyentes y viviéndolo oportunamente.

Las conductas sexuales, coincidan o no, con la sana genética y la responsabilidad que se alcanza de modo progresivo en el proceso de madurez física y espiritual, no son inocuas, ni biológica, ni espiritual, ni culturalmente; requieren un esfuerzo que debe salir de la responsabilidad de cada ciudadano, que tiene derecho a ser bien educado -y deber de aprovechar ese aporte-, para lograr su pleno desarrollo personal, familiar y social, y aportar al de la generación actual y las futuras.

Respecto a Biofamilia, vale la pena que papá y mamá se planteen cuál es la mayor calidad y el mejor aprovechamiento posibles, de los medios que deben poner para garantizar a sus hijos la mejor educación en sexualidad y afectividad, intentando ir siempre por delante en coherencia, que es la mejor cátedra, aunque insuficente; por eso se necesita el desarrollo cultural proporcionado y muchas virtudes. ¡Cuánta felicidad habrá en lograr esto!

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com
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Redacción Minuto30

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