Recuerdo a mis maestros con gratitud por su entrega y sabiduría; añoro esas calidades puesto que lo que ahora vemos es un conglomerado de individuos que están más interesados en conseguir prebendas, trabajar menos y generar el caos para instaurar una ideología caduca en las mentes de sus educandos.

También encontramos desviados, pederastas, abusivos y personas que poco le aportan al proceso formativo de sus estudiantes hasta el punto de que muchos padres de familia no saben cómo afrontar lo que sucede en los establecimientos de educación y se ven desorientados y deseosos de que sus hijos salgan o superen esas etapas de la vida a la mayor brevedad.

Maestros que insultan a sus alumnos y se refieren a sus progenitores con desdén, o que los presionan para conseguir favores sexuales y para eso les prometen mejores notas, los manosean desde niños, los inducen a la promiscuidad y en fin propician con su comportamiento una degradación de las costumbres ancestrales; de ahí al consumo de sustancias sicoactivas y búsqueda de escapes sicológicos hay un muy corto trecho.

Y esas circunstancias creadas al interior de los establecimientos educativos hacen que los jíbaros vean un mercado maduro para la venta de sus productos ya que el estudiante maltratado, desorientado y ansioso de escapar momentáneamente de sus angustias cae en la tentación de utilizar esas herramientas que le ofrece el narcotraficante.

Tenemos una concepción extraña de la educación puesto que muchos padres de familia consideran que en las escuelas y colegios, les inculcarán los principios básicos de comportamiento a sus hijos y en la realidad vemos que lo que allí se presenta es una confluencia de principios heterogéneos que amalgaman una mezcolanza indescifrable de actitudes frente a los demás; aparece la agresividad, el sadismo, el masoquismo y todas esas facetas inconvenientes en el comportamiento de los adolescentes.

“Pueblo pequeño infierno grande”, es una máxima que desde niño escucho y en verdad los establecimientos educativos se han convertido en un comunidad en donde impera el caos y el desorden; es que las legislaciones permisivas para el libre desarrollo de la personalidad, la desidia de padres de familia y educadores para implantar límites racionales para los niños y jóvenes en cuanto a sus derechos y deberes, dan como resultado esa anarquía que impera en donde las normas son un canto a la bandera.

Los maestros sindicalizados han demostrado hasta la saciedad que no quieren que los evalúen; llegaron a un nivel de confort y no permitirán que se los cambien. La debilidad de las autoridades, el miedo a los paros y desmanes de este tipo de malandrines y el escaso compromiso de funcionarios corruptos muchas veces, hacen que esas pruebas de idoneidad sean una fuente de riqueza para unos y un engaño para los educandos.

Si en la actualidad hacemos unos exámenes rigurosos y transparentes de suficiencia e idoneidad para los maestros sindicalizados, encontraremos un panorama tan desolador que nos veremos obligados a quedarnos sin maestros. Ese riesgo lo debemos correr para de una vez por todas, tener las bases suficientes para empezar a solucionar los graves problemas que tiene la nación con la educación en cuanto a conocimientos como a la manera de comportarse de las nuevas generaciones. Tenemos un problema grave de acatamiento de la norma.

Y esos maleducados jovencitos llegan a la universidad en donde también encuentras profesores abusivos que se aprovechan de las urgencias y el deseo de buenas notas para satisfacer sus apetitos enfermos, zonas dentro de los campus para el consumo de alucinógenos y todo tipo de sustancias prohibidas, funcionarios corruptos, directivos indolentes y en fin un desorden institucional que conduce a graduar como profesionales a una gran cantidad de seres irresponsables con un nivel de conocimientos ínfimo. Desperdician el tiempo del pregrado, reciben un título que solo es eso puesto que no está sustentado en conocimientos suficientes y los directivos universitarios conscientes de su fracaso como educadores se inventaros las especializaciones en materias que otrora eran parte sustancial del pensum de pregrado.

Ahora los profesionales salen de la universidad sabiendo que no saben y lo peor, sin saber en dónde investigar lo que deben saber.

Me topé con muchos que tienen más cartones que un tugurio y su conocimiento da grima; el sentido común y las herramientas de conocimiento que supuestamente deben tener para ejercer su profesión están desaparecidas, las equivocaciones son reiterativas y lo grave es que su sentido de pertenencia y la lealtad son conceptos totalmente extraños a su forma de ser.

POSTRE: La orientación de los sindicatos de maestros es una de todas las formas de lucha que han querido utilizar los seguidores de corrientes ideológicas caducas y sin sustento práctico.

PLUSCAFÉ: Doy disculpas a los maestros excepcionales por su abnegación y compromiso para con los niños que tienen la fortuna de contar con ellos. Ellos no hacen parte de esta cofradía dañina y corruptora.

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Redacción Minuto30

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