La tinta que se ha utilizado durante tantos años para explicar el motivo y la razón de existir que posee esta República Nacional, ha sido prueba fehaciente del anhelo Patrio por descubrir esa esencia que nutre nuestra identidad. El querer encontrar una definición de lo que significa ser colombiano y de la trascendencia que ha de tener este País, no sólo a nivel regional, sino en el marco global, dejando en alto nuestro nombre con los colores amarillo, azul y rojo para que engalanen el escenario internacional durante muchos años más.

Colombia no puede entenderse como un conjunto de actores heterogéneos que comulgan en una amalgama de mezclas para llevar adelante la Patria, no. Colombia, los colombianos, deben entender que más allá de cualquier límite departamental o regional, existe una unidad de destino universal, de grandeza histórica, unos hombres portadores de un profundo y marcado conjunto de valores que, a su vez, son los hijos de los más valientes guerreros que han forjado nuestro presente con el rojo derramado por los colores y los símbolos que hoy nos enorgullecemos de portar y representar. Es menester hacernos dignos de engalanar los símbolos Patrios, engrandeciendo el nombre de nuestro País y haciendo eco de las gestas positivas que hemos de alcanzar.

A la luz de un nuevo gobierno, en la víspera de cuatro años que serán de dificultosa complejidad, no hay mayor motivo para impulsarnos a trabajar y a servir, que el presuroso afán de entregarle lo mejor de cada uno de nosotros a esta Patria, de la que Dios nos hizo merecedores y con la enorme responsabilidad que eso acarrea. En tiempos de discordia, disputas y enemistades, estamos llamados a comulgar en la unidad nacional para llevar a Colombia por la senda del triunfo que sólo traerá el desarrollo de todos los campos y sectores en el País.

La inútil lucha entre ganadores y perdedores, la anacrónica disputa entre los de izquierdas y los de derechas sólo le hace daño a el bien común que todos anhelamos y que esperamos cosechar si alcanzamos un acuerdo en lo fundamental. Nuestro País está llamado a jugar un papel decisivamente protagónico en el mundo y en la historia, pero, si no podemos engrandecerlo desde adentro porque la polarización es tan nociva ¿qué podemos hacer para que sea lo que debe ser en el escenario internacional?

Fue Ortega y Gasset quien dijo que ver el mundo como si de izquierdas y derechas se tratase era la mejor manera padecer hemiplejía moral, cercenando una mitad imprescindible en el avistamiento político que lleve hacia una visión que logre ir más allá de un simple punto de vista. Toda vez que podamos superar el debate de las ideologías, lograremos canalizar nuestras ideas y metas hacia el engrandecimiento de la Patria sin importar el sector o movimiento con el que cada individuo desee identificarse. Se puede ser de izquierdas o de derechas, conservador o liberal, todos queremos sublimar el ideal que Colombia representa y para eso debemos hallar la unidad nacional, la unidad de la Patria.

Colombia, por su historia y sus vivencias, está obligada a cumplir su destino universal y todos debemos aportarle a esta idea desde cada campo y cada facultad individual, dando un paso que vaya más allá de una ideología o un partido. Colombia no puede explicarse, definirse o entenderse nada más; Colombia sólo puede vivirse y no hace falta más que eso.

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Redacción Minuto30

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