Muchas razones de gran trasfondo social y económico son motivo de las protestas sociales que hoy vive el país.

Además, grandes intereses geopolíticos están jugando un papel importante en las protestas con financiadores soterrados claros como el foro de Sao Paulo que junto con las Ongs y organizaciones de George Soros y los regímenes de Cuba y Venezuela sin duda juegan un papel protagónico en las movilizaciones.

Otros actores delincuenciales protagonistas de la economía del país, como el narcotráfico manejada por la subversión también se han hecho presentes y ya se han delatado solos por sus pretensiones manifiestas.

Por supuesto también la izquierda con sus tentáculos y oportunismo politiquero, se ha querido apoderar de la gran fuerza social de las movilizaciones para hacerlas suyas, queriendo obtener con ellas lo que nunca han podido lograr con proyectos de ley en el Congreso a donde sus propuestas por lo demás brillan por su ausencia.

A todo esto, se suma el entusiasmo político de la juventud que con sustento ideológico o no, ven en ellas un escenario perfecto para protestar con razón o sin ella. También es necesario decirlo, pero en esta oportunidad cualquier pretexto por insólito que resulte, está siendo motivo y sustentación de las movilizaciones sociales que hoy tratan de desestabilizar la institucionalidad.

Por el otro lado, el gobierno se empeña en demostrar y argumentar con una popularidad bajísima, que lo está haciendo bien, sin darle solución de fondo, ni tener propuestas a los principales y fundamentales problemas que azotan al país como la falta de justicia, la corrupción y las pensiones, entre otros muchos.

Curiosamente todavía no se da cuenta que duerme con el enemigo y a diario se vanagloria de premiarlo burocráticamente.

Independientemente del talante de las partes, hay algo evidente y es que la copa se llenó y hay un gran inconformismo generalizado en los manifestantes por varios factores que no necesariamente son culpa del gobierno de turno, que están creando un ambiente muy negativo en contravía de los intereses de todos los que conformamos el estado colombiano y a los cuales es necesario darle solución principalmente para que la economía no se deteriore.

La confianza inversionista internacional con seguridad está en stand by y a la espera de que haya un ambiente y un clima que propicie una inversión segura. El dólar al alza genera incertidumbre y desconfianza. El desempleo de casi dos dígitos opaca con creces y a todas luces el posible crecimiento que pueda tener el país a final del año por más de que se visualice como uno de los más altos de la región superior al 3%, indicador este que tampoco señala que el país este mostrando signos de un crecimiento sostenible.

Además, las pérdidas a las que está sometido el comercio con las protestas, generan un gran impacto en la dinámica de la economía y por supuesto el deterioro que ha generado el vandalismo a la infraestructura pública como gran fotografía del resentimiento social no son buenos indicadores.

Como si esto fuera poco, el caos en la movilidad le ha creado grandes traumatismos al ciudadano de a pie y a los sectores menos favorecidos y en muchos sectores de la economía formal que desea seguir trabajando y aportando al país, se ha sentido el coletazo generando un gran rechazo a las protestas.

Si bien el gobierno ha tenido la disposición de escuchar a los diferentes sectores que han convocado las marchas y el paro, no creo que subestimando el alcance que puedan tener las protestas sociales se pueda llegar a acuerdos que den viabilidad al país y a tanto inconformismo.

Las movilizaciones sociales pueden ser bolas de nieve que cogen mucha fuerza en bajada y en consecuencia ameritan negociaciones profundas en donde conoceremos el liderazgo y el carácter del presidente Iván Duque, defendiendo los intereses de la nación.

Negociar impactos sociales que impliquen manipulaciones muy delicadas que se pueden tornar grotescas, no será tarea fácil para el ejecutivo y tendrá que anteponer sobre cualquier pretensión, el respeto a ley como principio de la convivencia social basada en la recuperación de la ética y la moral, si lo que se desea es dignificar la patria.

Cualquier argumento debe estar sustentado en la justicia como premisa fundamental. La economía y el presupuesto de la nación tampoco se podrán fracturar para darle cabida a temas ideológicos que se aparten de los postulados que eligió la mayoría, encrucijadas muy complejas en la que se va a ver inmerso el Presidente quiéralo o no.

En la concertación de soluciones no solo debería estar el poder ejecutivo. Sin duda el poder legislativo y judicial, protagonista y coautor del inconformismo, debe aportar lo mejor de su concepción para brindarle al país y a su gente soluciones de fondo con metas a corto, mediano y largo plazo, sin que esto se dilate argumentando otras soluciones con otros parámetros constitucionales que impliquen estructuraciones muy complejas como gestar una nueva constitución.

Con las herramientas que tenemos podemos avanzar.

Todos los colombianos al unísono tenemos que aportar una gran dosis de soluciones creativas para tonar a Colombia en un país más equitativo y con más oportunidades para todos, que nos permita dar el salto al desarrollo.

Buen viento y buena mar presidente Duque y los colombianos no lo podemos dejar solo. Es necesario apoyarlo y es preciso que se deje colaborar, porque muchas cosas están en juego entre otras la dignidad del país. La tarea es titánica y todos tenemos el deber de aportar un granito de arena.

No podemos permitir que la anarquía haga de las suyas.

@PoliticaPuntual

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Redacción Minuto30

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