Maximiliano Valderrama

Cómo no querer la Paz aquellos que hemos vivido en una nación empeñada a la violencia, desde el mismo momento en el cual ni siquiera éramos un país de ese mundo “occidental” que nos venden las revistas; incluso desde cuando aquellos conquistadores Españoles, pusieron sus pies en lo que fue el primer asentamiento español en tierra continental, curiosamente en lo que es hoy llamado Golfo de Urabá.

Maximiliano Valderrama

Maximiliano Valderrama

Por supuesto y por lógica quiero la Paz,  pero no a cualquier costo y mucho menos cuando un gobierno que ha defraudado aquella confianza que le depositamos muchos de los que votamos por él,  aplica estrategias sustentadas en aterrar a los ciudadanos con un chantaje absurdo, eso sí, aclaro,  sin aquellas estrategias bárbaras del grupo narcoterrorista con el que pretende negociar, de rodillas y con babero la dignidad de toda una nación.

Es obvio que nuestro país está inmerso en una polarización malsana, una polarización donde quienes abogan por una cosa son capaces de empeñar sus principios y su criterio por sólo ganarse el punto, y de paso, ser capaces de cohonestar un proceso macabro de negociación que deprime aún más la confianza de quienes vivimos en este país.

Desde el inicio de tal proceso de negociación he tenido una sensación de indignación, propia de aquel colombiano que sin pertenecer a ninguna élite, ha comprendido que las guerrillas románticas de otro siglo e inexistentes en el actual, dejaron hace rato su legado al capitalismo en camisetas alusivas a aquel revolucionario médico argentino, pero  donde su legado “capitalista” ha sido aprovechar un nombre que no debe incluir la C de Colombia, para socarronamente expandirse en aquellos negocios mafiosos, que tanto mal le hacen al país: narcotráfico, minería ilegal, entre otros. y todo ello ante la mirada atónita de gran parte de la comunidad internacional y con el beneplácito de aquellos países que cambiaron su rumbo, hacia un populismo que permite que las rutas de tráfico de drogas pasen por su territorio.

No estoy de acuerdo con una negociación donde un gobierno es capaz de poner a toda una nación, ante propios y extraños, al mismo nivel  (y no por protocolo),  de aquel grupo conformado por vagabundos, narcos, terroristas, esclavistas, secuestradores, pedófilos, abusadores, bandidos y asesinos,  quienes lógicamente no representan los intereses de las personas desprotegidas,  porque ellos son sus victimarios o en el caso más afortunado, extranjeros que como Tanja, generan tanto fastidio en Colombia, como adeptos de ese snobismo revolucionario propio de ignorantes,  en aquellos países que son ajenos a la realidad del nuestro.

Estamos ante una negociación de apariencias,  al mejor estilo de aquellos cocteles de revista de Jet Set, donde el cinismo de quienes hacen parte de esa destemplada orquesta, pretende a través de un “engrase de medios”, que todos escuchemos un himno a la alegría, mientras cualquier persona con dos dedos de frente entiende que lo único que producen son acordes destemplados.

Una negociación que no tiene acuerdos, sino dádivas absurdas como treguas parciales, que son aprovechadas tanto por las divas de lo público, como por aquellos que se nutren de lentejas, para decir, contrario a cualquier lógica matemática: “que cumplieron porque incumplieron solo un poquito”.

Un proceso que parte de la desconfianza, al querernos hacer creer cuentos que solamente nos indignan a quienes habitamos nuestro país, pero que, con estruendosas ruedas de prensas replicadas estas en cuento medio internacional haya cabida, suenan como si mágicamente aquel lobo feróz que narra Perrault, se hubiese convertido en el lazarillo de la abuelita: sí tienen secuestrados, sí reclutan niños y sí que lo siguen haciendo, no inventen cuentos!

Ahora bien, ¿hasta dónde vamos a ser permisivos quienes pensamos en que la Paz bien, pero con sometimiento, reglas claras y sin empeñar el país? ; vamos a seguir permitiendo el maltrato a la institucionalidad (por parte de aquellos guerrilleros de civil, que magnifican hechos aislados como si fueran sistemáticos), tanto como a mucha gente de bien, donde generalizan irresponsablemente a agricultores y ganaderos, como si fueran narcos y paracos, a sabiendas que la gran mayoría ha sido victima de esos vagabundos que hoy tienen el poder de convocar reuniones tan símiles a aquellas marchas patrióticas, en salones donde quieren dar la cátedra: ”hemos reclutado, despojado y arrasado, pero nos interesan los campesinos”, ante los ojos estupefactos de organizaciones  internacionales y ONG´s cuyas burocracias socialbacanas viven de aquellos recursos que succionan del estado.

Denle más tiempo al circo de los Narcoterroristas de las Farc, para que sigan vacacionando en aquel país donde si bien pueden haber los mejores médicos para embalsamar cadáveres revolucionarios,  están los mayores ejemplos de inequidad y de subdesarrollo, propios de un modelo que fracasó en su implementación por la misma naturaleza e inclinación a los mercados que tenemos  por esencia, los humanos.

Denle más tiempo a aquel incompetente traidor, que nos ha enseñado que para él gratitud, es sinónimo de olvido…y que confianza es antónimo de coherencia!.

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Redacción Minuto30

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