Hay una gran diferencia entre dos campeonas olímpicas colombianas, ‘Diosas de ébano’, por demás carismáticas: María Isabel Urrutia y Catherine Ibargüen (CI). Ambas alcanzaron el máximo logro deportivo al cual puede aspirar un deportista, el oro olímpico. Las dos nacieron y se hicieron en el atletismo, pero María Isabel migraría a las pesas, deporte con el que le dio a Colombia una de las satisfacciones más inolvidables y significativas: el primer título olímpico de la historia. Después de “Cochise”, fue el otro punto de quiebre.

María Isabel Urrutia en su momento, era única, la reina y la consentida de todo un país sin rivales ni nadie que le hiciera sombra. Además, se fue forjando como una mujer de carácter, dueña de sus propias decisiones. Fue por ello por lo que tomó la opción de participar en política ya con una formación personal y estructural definida. No le fue nada mal ya que salió elegida representante a la Cámara en dos oportunidades en la primera con 40 mil votos y en la segunda con precarios 7700. Eran otros tiempos, menos competidos y de menor dispersión política.

María Isabel rompió el hechizo en los JJOO al ganar el primer oro para Colombia y abrió el camino para tantos deportistas de altos logros, que han convertido a nuestro país en una potencia deportiva. Hoy ya son varios los que ganan medallas olímpicas cada cuatro años. Entre ellos una de las más destacadas es la atleta Catherine Ibargüen que en el salto triple lo ganó todo. Pero a diferencia de su antecesora la mayoría de sus triunfos a pesar del alto impacto, estuvieron al lado de muchos como los de los ciclistas, boxeadores, pesistas, tenistas y patinadores, que esparcieron o repartieron las admiraciones y los seguidores.

El momento político de Urrutia fue envidiable, y ella lo potencializa con su carácter férreo. Catherine se retira luego de una opaca participación en JJOO, a la cual no nos tenía habituados y dejó de estar en el curubito, pero conservando muchas simpatías. Hoy los ídolos más queridos tienen nombres como Nairo Quintana, Egan Bernal, Rigoberto Urán, Miguel Ángel López, Fernando Gaviria, Mariana Pajón, Radamel Falcao, James Rodríguez, David Ospina, Luis Díaz, Anthony Zambrano, etc., además de tantos patinadores, pesistas y boxeadores sobresalientes. La diferencia de los momentos es evidente, Urrutia estaba prácticamente sola, mientras que a Catherine le toca compartir afectos con muchos deportistas celebridades y su última gesta olímpica no fue muy afortunada.

Ha sido tentada y convencida para hacer parte del partido político más acomodado de los últimos 20 años. El que primero se fundó para un presidente, luego de 8 años cambió de ideología, hasta de nombre y se sumó convenientemente a otro presidente. Cuando este último se agotó fue abandonado por el partido de marras y apoya al actual presidente. Por sus contradicciones existenciales e ideológicas, entra en una profunda crisis que amenazaba su presencia. Su directora, la llamada ‘baronesa’ del Valle, urde una fina maniobra y ficha a la triatleta. Aparentemente la salvación electoral y existencial para ese movimiento, pero no es tan cierto como parece.

En las próximas elecciones las cosas para los partidos tradicionales están complicadas. El umbral naturalmente sube por un mayor número de sufragantes. Pero hay más partidos y listas al Congreso en liza. De allí que se dará una especie de operación avispa (con una repartija nunca antes vista) y todos los movimientos inevitablemente reducirán las curules frente a lo logrado en 2018. El llamado partido de La U que alcanzó 14 senadores, estaría por los 12 o menos, pero el último en entrar deberá sacar alrededor de 70 mil votos (En 2018 el portador del farolito pasó con 65 mil). Una ‘performance’ difícil, hasta para políticos “profesionales” más experimentados y platudos.

Ya lo decía María Isabel Urrutia, si me hubiera pedido un consejo, se lo daría, ya que es poco probable que salga, por necesitar unos 70 mil votos. Veamos cuáles son sus reales posibilidades. Primero CI no tiene un pelo de política, su campaña no pasará de intentar recordar su imagen. Por simpatía y reconocimiento podría recoger unos 20 mil apoyos, siendo optimistas. Falta evaluar cuánto le pondría el partido y su maquinaria. No mucho dado que el “país electoral” es finito y la mayoría de votos se los llevan los viejos caciques que adolecen de voto de opinión.

Probablemente el partido y su baronesa, le suman otros 10 mil. En el mejor de los casos si remueve algunos sentimientos de opinión no muy calificada, más bien de fanaticada, podría recoger otros 10 mil, siendo de nuevo optimistas. De allí que, haciendo cuentas, la pelea con esos tigres electoreros es complicada, ya que aun viejos zorros van a quedar colgados del farolito, y varios de ellos se quemarán. Algo que ocurrirá en todos los partidos tradicionales, incluyendo el Verde y el Polo.

Si la triatleta quería iniciar en política su mejor opción era ir por circunscripción especial, como en su momento lo hizo Urrutia, no tenía pierde. Pero han podido más los cantos de sirena de la experta en maniobras electorales, que le ha tocado a una ingenua CI rebuscar justificaciones y explicaciones que casi nadie le cree, dando lugar a controversias. Tampoco se descarta que haya un milagro y logre sumar los 70 mil votos que necesitaría para entrar al Congreso por la U, un partido con reputación cuestionada, a pesar de la supuesta depuración realizada con la exclusión de Roy Barreras y Benedetti, dos de los políticos que generan más rechazo y odio a la política en el país.

Ahora, si la jefa del movimiento decide presentar lista cerrada para Senado, Ibarguen tendría asegurada su curul con el número 1. Pero ante semejantes intereses y diversidades en las aspiraciones, es poco probable que los pequeños y grandes caciques lo permitan. No les conviene. Pero esta opción aún podría estar en consideración.

Lo que en principio parecía una jugada maestra de una avezada política, en realidad, no lo es. La deportista no contribuye a la depuración del partido, hay un intento de oxigenación forzada, los votos que sume a la lista no son muchos. Más bien es una acción farandulera, para redes sociales y generar motivos de discusión, conversación y controversias. Este salto triple de CI, no terminaría en fina arena blanca con éxtasis de triunfo, tiene alto riesgo de liquidarse en el vacío. Una “quemada” en ese vecindario, la dejaría fuera de toda consideración, despilfarrando un prestigio.

Apostilla: Históricamente las elecciones parlamentarias tienen un comportamiento típico, que poco cambia. Un importante sector del electorado está comprometido (clientelismo como ejemplo), otro cooptado (compra de votos, manipulación), un tercer sector decidido (disciplina de partido). Esta franja representa al menos un 70% del país electoral. Un 15% es electorado lábil (indecisos frágiles) y el otro 15% sector de opinión (indecisos con argumentos). Salvo excepciones como Mockus, es difícil llegar al Congreso sin ‘ajustarse’ a ese mapa electoral.

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Redacción Minuto30

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