El pasado 7 de junio miles de colombianos y colombianos nos manifestamos en las calles bajo una única consigna: defender las reformas del Cambio. Fue una manifestación tranquila, pacífica y sin presencia de violencia, a la cual asistí con la firme convicción de respaldar, como ciudadano y diputado, las reforma que viene impulsando el gobierno Nacional. Las reformas sociales que buscan beneficiar a los colombianos más vulnerables.
El trámite de esas reformas ha generado mucha resistencia entre algunos de los sectores económicos y mediáticos más poderosos del país, pero ¿por qué generan tanta resistencia?, la respuesta es muy sencilla: porque les quitan el manejo de los billonarios recursos de la salud; porque dignifican a los trabajadores; y porque garantizan -a mediano y largo plazo- una pensión digna para millones de ancianos desprotegidos.
Como demócrata convencido, siempre defenderé el derecho fundamental a la oposición, pero, más allá de la oposición política, los colombianos tienen el derecho a saber cuáles son los verdaderos intereses de los sectores económicos y mediáticos empeñados en enlodar el trámite de las reformas. ¿Lo hacen por qué están realmente preocupados por el destino del país, o por qué están defendiendo los modelos de inversión que convirtieron los derechos fundamentales en un negocio?
De ahí que el llamado del presidente sea el adecuado, las reformas se deben defender, pero no solo en la calles, también se deben explicar en todos los rincones del país.
La pedagogía es la herramienta más poderosa para restarle espacio a la desinformación y manipulación de algunos sectores políticos. Solo con pedagogía y apoyo popular, las reformas podrán avanzar en un trámite en el cual la ciudadanía debe asumirse en un rol más activo, no solo como espectador pasivo, sino como auténtico constructor del gobierno del Cambio.
El país votó por un Cambio, votó por el cambio de un régimen político que ha privilegiado a unos pocos clanes familiares; por el cambio de un modelo de aseguramiento que privatizó los derechos sociales, convirtiéndolos en el negocio de unos pocos. Y ese cambio debe ser una realidad. No cuestiono que las reformas se deben discutir y consensuar en el Congreso, eso es algo que no pongo en discusión, pero tampoco podemos permitir que el gobierno sea chantajeado o “secuestrado” por algunos jefes de partidos.
Enemigos del Cambio y defensores de los intereses del gran capital.
Así que seguimos firmes con el presidente Petro, por convicción y por coherencia, porque creo en la posibilidad de un país en paz, más justo, educado y solidario. Porque el pueblo es el corazón del Cambio y como bien lo dijo el presidente en su discurso en la Plaza de Bolívar: “Del pueblo dependerá”. Por eso, estamos: ¡En las calles defendiendo las reformas del cambio!
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