Un proyecto de ley radicado en los últimos días en el Senado bajo el título “Ley Cero Cacho”, ha despertado una polémica con toda suerte de epítetos y calificaciones en contra de la autora de la iniciativa, la senadora Liberal Karina Espinosa, a quien incluso la han señalado de ultraderechista y ultraconservadora.

El título del proyecto, sugestivo por demás, nada tiene que ver con el contenido del mismo, aunque sirve para justificar muchas patologías de salud mental que han degenerado en violencia intrafamiliar y de género, lesiones personales, venganzas, feminicidios, depresión y hasta suicidios.

Hablar de cacho o cachos, según la región en la que se toque el tema, remite a las personas a pensar en infidelidad, comúnmente asociada al contacto sexual que mantiene una persona con otra que no es su pareja establecida, llámese novia o esposa; sin embargo, el proyecto de ley habla de educación, de reformar la Ley 115 de 1994, “para educar en valores, principios, innovación, emprendimiento y educación económica, financiera y aritmética de negocios, y se otorga un papel preponderante a los docentes y padres de familia en el modelo educativo”.

De acuerdo con la Senadora Espinosa, su iniciativa está enfocada hacia la reconstrucción del tejido social, pues considera que en la actualidad se han invertido los valores, fortalecer la prevención de conductas que a la postre terminan convirtiéndose en problemas sociales y agudizan las enfermedades mentales al punto de convertirse en verdaderos problemas de salud pública, según sus valoraciones, desatendidos por muchos años.

A simple vista y sin mayores detalles, pareciera que la Ley Cero Cacho pretendiera castigar a quienes incurran en infidelidades, amoríos o cualquier conducta que atente contra los principios morales, éticos y religiosos, sea la denominación o la confesión de fe que se profese, como si se desconociera lo señalado en la Constitución de 1991, que define a Colombia como un Estado Laico, es decir, una cosa es la religión y otra la administración pública.

Karina Espinosa se declara triste por la interpretación que ha tenido su iniciativa y advierte que solo desde la educación se puede corregir el rumbo, extraviado según su parecer, y advierte que tocar el tema de la infidelidad va más allá del “cacho” o “los cachos”.

“Hemos hablado del tema de la infidelidad, qué ha pasado con la infidelidad en nuestro país, qué está pasando, nos está generando suicidios, homicidios, depresión, violencia intrafamiliar, y no nos hemos dado cuenta que tenemos un gran problema de salud pública por este tema”, explicó la senadora liberal.

Pero qué tienen que ver los cachos o la infidelidad con la educación es la pregunta que se hacen muchas personas. La respuesta es directa: “No todos ante un tema de infidelidad o de traición reaccionamos igual, hay personas que perdonan, otras olvidas, a otras no les importa, pero hay personas que deciden tomar la decisión de matar a la persona que les fue infiel o de matarle el hijo para vengarse o de hacerle cualquier daño a la familia, por eso tenemos que reconstruir el tejido social y la mejor manera de hacerlo es a través de la educación en principios y valores”, puntualiza la parlamentaria, quien ha sido objeto de todo tipo de descalificaciones.

Advierte Karina Espinosa que es una católica, apostólica y romana pero que sus convencimientos religiosos no tienen nada que ver con el proyecto y aclara que su iniciativa no busca poner presos o multar a los infieles, a los cachones o cachonas, sino que al abrir el espectro de definición de lo que se trata es de prevenir todos los males que hoy agobian a Colombia como sociedad.

E insiste en su explicación: “el cacho está asociado a muerte, a violencia, por eso se le da una nueva definición para señalar toda conducta nociva, dañina, el cacho es todo aquello que destruye nuestro tejido social, no se limita a la infidelidad y queremos prevenir eso”.

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