Cuando Claudio Bravo detuvo al portugués Nani el penalti que daba a Chile el pase a la final de la Copa Confederaciones, el portero de la Roja inglés debió sentir dos cosas: la alegría por clasificar a su país a su tercera final consecutiva y un alivio por la perspectiva de saborear el éxito tras un año gris en su club, el Manchester City inglés. EFE