Recorriendo varias localidades y barrios de Bogotá he tenido la oportunidad de entablar un diálogo franco y sincero con muchos ciudadanos que ven con preocupación el futuro de la ciudad.

Preocupación que se agudiza de cara a las elecciones regionales, que cada día están más cerca y que auguran que la ciudad nuevamente se verá en un escenario de división y polarización, que hará que se pongan en riesgo los proyectos del distrito entre esos el metro; sumado a la falta de empatía de algunos políticos de turno con las necesidades reales de los ciudadanos.

Bajo este panorama se concluye que Bogotá necesita urgentemente un cambio, pero más que un cambio en el gobernante de turno o en la elección de una u otra tendencia política, se requiere un cambio en la actitud de la ciudadanía frente a estos; para que dejemos de elegir a aquellos políticos que se alimentan de la polarización, el grito, los insultos y la descalificación personal y en cambio elijamos a quienes tengan la capacidad de construir sobre lo construido, que logren unir a la ciudadanía y que prefieran los argumentos a los gritos. Porque así como lo dijo el ExMinistro Alejandro Gaviria «La polarización anula el diálogo democrático, convierte el debate en un intercambio de estribillos e invisibiliza el cambio social»

Frase que cada día se hace más vigente, en un país que parece que premia al que más grita, o al que más estigmatiza. Han sido precisamente esos líderes los que han simplificado a Colombia a la política de los bandos y las barras bravas; incentivando la violencia y las vías de hecho, sin asumir responsabilidades cuando estas se presentan.

Mi invitación es a que no sigamos alimentando esas formas de hacer política y asumamos también parte de la responsabilidad frente a los monstruos que hemos creado, porque precisamente somos nosotros quienes los alimentamos con retweets, entrevistas en medios, votos, me gusta, visualizaciones en redes sociales o en el peor de los casos dejándonos contaminar y siguiéndoles el juego; atacando y estigmatizando al que piensa distinto, juego en el que nadie gana y la ciudad pierde y en el que yo mismo he caído preso.

Por eso ya es hora que los bogotanos cambiemos el chip y empecemos a elegir a líderes con experiencia, cercanos a la ciudadanía, capaces de llegar a consensos, que unan en pro de un proyecto de ciudad común y no pongan en riesgo los proyectos que empezaron a ejecutar administraciones anteriores, porque de lo contrario tendremos una ciudad dividida sin metro, ni mucho menos tranvía.

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Redacción Minuto30

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