Este domingo el país estará con los ojos puestos en una nueva jornada electoral. Es vital que los ciudadanos tengan presente que la participación electoral y la acción de ejercer el derecho al voto son los principales actos que fortalecen una democracia.

A pesar de que el voto es el mecanismo mediante la cual la opinión pública legitima que un determinado candidato gobierne durante un determinado periodo, en Colombia lamentablemente casi la mitad de las personas habilitadas para sufragar deciden –o no pueden- ejercer su derecho.

El abstencionismo es un fenómeno que ha azotado al país desde hace más de 40 años, en el caso de las elecciones presidenciales, la Registraduría Nacional del Estado Civil enuncia que en la primera vuelta de 1994 (en la cual Samper, Pastrana y Wolff eran los candidatos) se presentó una abstención de 66,09%, la más alta registrada en la historia del país para la elección de un presidente. Sin embargo, las elecciones que nos conciernen el próximo 27 de octubre son municipales y departamentales, que se encargaran de posicionar a los alcaldes, gobernadores, diputados, ediles y concejales que gobernarán las distintas zonas del país en el siguiente cuatrienio.

Mi preocupación es Bogotá, la ciudad más poblada y extensa del país, de la cual soy habitante.

La alcaldía de Bogotá es el segundo cargo público más importante del país, tiene bajo su batuta a más de 8 millones de habitantes y a 20 localidades; que perfectamente cada una podría igualar en densidad poblacional a un municipio mediano del país. 8 millones de personas es el equivalente a la población de un país como Suiza; cifras mediante las cuales denota la importancia de este cargo.

En la capital del país, para las elecciones del año 2003 se registró un abstencionismo del 56%; de casi 4 millones de personas habilitadas para votar, solo sufragaron 1’700.000. En las últimas elecciones, en el año 2015, el porcentaje se redujo a menos del 50% lo cual es un buen síntoma para la democracia capitalina.

Es importante que la población bogotana conozca las funciones de las personas que elegirán. El 27 de Octubre se sufragará para posicionar en el poder a un Alcalde Mayor, 45 concejales y a los ediles de las JAC (Junta Administradora Local) por cada una de las 20 localidades, que dependiendo de la población de la localidad oscila entre 7 y 13 miembros por cada una.

El Alcalde Mayor del Distrito Capital de Bogotá posee 3 funciones principales: administrar el funcionamiento de la ciudad, elaborar regulaciones para complementar acuerdos existentes del distrito y además ejercer el control sobre los empleados de la Alcaldía. Sin embargo, la autoridad política más importante de la ciudad no es el alcalde, sino los 45 miembros del Concejo Distrital, quienes se encargan de crear acuerdos distritales y de vigilar al residente del Palacio de Liévano.

Un panorama desolador se presenta debido a que las personas no conocen las funciones de un edil, y por lo tanto, votan casi “al azar” o sin tener en cuenta que impacto tiene esta persona en su vida.

Un edil, miembro de la JAC de cada localidad, tiene como función principal conocer las peticiones y necesidades de los habitantes de la localidad, además de vigilar las inversiones de recursos públicos, presentar proyectos de inversión y desarrollo, propiciar la realización de actos culturales y aprobar el presupuesto anual por localidad.

Es decir, es la conexión directa y cercana del pueblo con el poder, para dar voz a acciones tan necesarias y minimizadas en Bogotá como arreglar una vía, remodelar un parque, sembrar árboles etc…

Los bogotanos deben ser conscientes de la importancia de ejercer su derecho, sin importar la filiación política del candidato, sin importar si es de derecha o izquierda, lo importante es formar una cultura del voto en Bogotá, para llegar al punto de que en unos años del voto se comience a percibir como un deber y no solo como un derecho.

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Redacción Minuto30

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