En estos tiempos de pandemia, soy de los pocos afortunados que han podido trabajar en este difícil momento del país y gracias a mi trabajo recorrer los diferentes rincones del país conociendo de primera mano la realidad del país y los estragos que ha dejado la pandemia a lo largo y ancho de nuestra amada patria, Colombia.

Con preocupación veo como está cruel pandemia no tuvo compasión de nadie y ha llevado a la quiebra a millones de empresarios, comerciantes y productores; lo que se ha traducido en mayor desempleo y pobreza en todo el país. Estos mismos esperaban con esperanza al año 2021, y lo interpretaban como el año de la reactivación económica, para de esta manera salir de la difícil situación ocasionada por la pandemia, en especial con la llegada de las vacunas al país.

De cierta manera así fue y las empresas empezaron a retomar su producción, a contratar empleados, los restaurantes, hoteles, bares y locales comerciales empezaron a abrir sus puertas y poco a poco el país empezó a recuperarse. Sin embargo cuando ya estábamos en el camino de la recuperación, la izquierda oportunista en vista de la difícil situación y la desesperación de muchos colombianos, vio la oportunidad perfecta para capitalizar la crisis y profundizar en su discurso de odio de clases, culpando al gobierno de la situación actual y señalándolo como el culpable de todos los males de los colombianos.

La izquierda hábilmente encontró su mejor oportunidad cuando el gobierno torpemente presentó una reforma tributaria, la cual no había sido lo suficientemente socializada y explicada, la cual buscaba ayudar justamente a los colombianos más vulnerables ante la presente crisis, ampliando la base de tributación lo cual afectaba a la clase media emergente.

Esto ocasionó una indignación tal, que hizo que millones de colombianos salieran a las calles a protestar en contra de esta, sin importarles la pandemia, situación que hábilmente utilizó la izquierda, infiltrando en la protesta a colectivos de Terroristas Urbanos que generaron destrozos a lo largo y ancho del país y aislando a las principales ciudades del país mediante bloqueos, que se extendieron durante casi un mes.

Bloqueos que generaron la muerte de bebés en ambulancias, escasez de alimentos en todo el país, aumento en los precios de los productos de la canasta familiar, cancelación de exportaciones hacia el país y la quiebra de miles de empresarios que no pudieron resistir tanto tiempo en paro.

Perdiendo de esta manera lo que se había avanzado en materia económica y de generación de empleo. Un hecho sin precedentes que se ha mantenido con la complicidad de los alcaldes de las ciudades de Bogotá, Medellín y Cali, quienes no solo NO rechazan este tipo de actos o vías de hecho sino que las justifican, dado que van alineados con sus intereses políticos.

Su mezquindad ha generado que los contagios por COVID-19 se multipliquen, que hoy hayamos normalizado la cifra de casi 500 muertos diarios a causa de la pandemia y que los policías y militares muertos a causa de los enfrentamientos con los denominados primera línea se nos vuelvan paisaje.

A su vez los empresarios, trabajadores, comerciantes, productores y las personas de bien, son los más golpeados frente a esta coyuntura debido a que los bloqueos impiden la llegada de insumos y materias primas, impiden la movilidad de los trabajadores hacia sus trabajos, la llegada de importaciones, de productos de primera necesidad hacia las principales ciudades y municipios, y la accesibilidad a los servicios de salud. Afectando el derecho al trabajo, a la salud, a la alimentación, a la libre movilidad y el derecho a la vida.

Tal parece que los derechos de los que protestan y de la protesta están por encima de los demás derechos y de las demás personas. Lastimosamente en el país ya hace carrera que las vías de hecho son premiadas mientras que las personas de bien, que cumplen las reglas y tratan de sacar este país adelante de forma honesta, terminan siempre bailando con la más fea.

Es por eso que en Colombia necesitamos un consenso generalizado para rechazar los bloqueos y calificarlos como lo que realmente son Terrorismo Urbano en lugar de darles vocería y representación política. Los bloqueos son muerte, desempleo, hambre escasez y destrucción de la economía que no aguanta más.

@danieljimenezcd

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Redacción Minuto30

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