Cada 4 años los titulares noticiosos de nuestro país hablan del futuro nuevo presidente. Esto es muy a lugar, pues de ese funcionario electo dependerán bastantes factores en nuestras vidas. Muchos colombianos ven impávidos y con algo de miedo este momento electoral, otros lo ven como la oportunidad de un cambio, con alegría y altas expectativas; mientras que, muchos jóvenes –en su mayoría escudados tras una pantalla- lo ven con resentimiento, por no poder ejercer su derecho al voto debido a aún no cumplir la mayoría de edad.

Tal cual como dicta el artículo 190 de la constitución política de Colombia: “El presidente será elegido para un periodo de cuatro años… en la fecha y con las formalidades que dicte la ley”; para 2018 las elecciones fueron celebradas el 27 de mayo, con más de 19 millones de votantes y una participación en la jornada del 53%. Dicha cifra indica que el abstencionismo electoral fue del 47%. Porcentaje que continúa en las nubes a comparación con países como Francia –donde la abstención en 2017 fue del 25,3%- pero que es un muy buen signo para la democracia colombiana. Desde 1998 no se obtenía un porcentaje inferior al 50% en este indicador, algo bueno tenía que dejar la madrugada un día domingo.

Aun así se torna preocupante la posición de los candidatos derrotados en la primera vuelta de estas elecciones. Humberto de la Calle y Sergio Fajardo – quienes juntos suman 4’988.876 votos- han dicho públicamente que en la segunda vuelta votarán en blanco. Panorama que deja atónitos a muchos votantes. Ya que, por ejemplo; por el lado de Fajardo se hizo notorio que el candidato paisa quería un cambio para Colombia, pero solamente si era de la mano de él. Por otro lado, de la Calle resultó siendo el menos favorecido de la jornada, ya que su partido (el Liberal) lo abandonó completamente al adherirse a la campaña de Iván Duque. Una muestra de que en Colombia el clientelismo y el lobby político son un cáncer que seguirá haciendo metástasis.

Apoyar abiertamente el voto en blanco en segunda vuelta es nocivo para el país, sobre todo teniendo en cuenta que casi cinco millones de personas están dando crédito a las ideas de estos dos personajes. “Los confines más oscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral” dicta Dante Alighieri en La Divina Comedia, cita un tanto exagerada, pero que sin lugar a duda podría entrar como un enclave en la política colombiana.

La primera vuelta se compone del voto de opinión, por ende, es válido mostrar inconformismo mediante el voto en blanco. En cambio, la segunda vuelta es un voto de decisión. Es irracional votar en blanco, sobre todo teniendo en cuenta que es casi imposible conseguir la mayoría absoluta de votos en esta instancia. Votar en blanco en una situación de extremos es dejar el país a la deriva, y además es una exagerada muestra de egocentrismo.

Colombia tiene que salir a sufragar, demostrar que la voluntad general prima por encima de la individual. Que no se puede estancar en palabrería que el país es de todos. Y caer en cuenta que de la decisión depositada en la urna dependerá la nación en un momento tan fundamental como el que nos encontramos, gracias a un saliente gobierno mediocre; envueltos en un proceso de paz a medias, con notoria desigualdad social y con prolongada desaceleración económica… Aun así, no sé por qué me preocupo por fomentar la participación electoral… A fin de cuentas en 2 semanas comienza el mundial de fútbol y esta elección quedará como un trozo de historia más olvidado por las mentes de nuestros compatriotas, tal cual como ha ocurrido en más de 200 años de patria.

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Redacción Minuto30

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