Nadie puede negar que las muchedumbres desordenadas y los tumultos del actual conflicto social son un altísimo riesgo para la diseminación del virus Covid 19 (C19). Son todo lo contrario a lo recomendado por la OMS/OPS en esta situación de pandemia, su no cumplimiento nos convierte en responsables de sostener y promover una catástrofe sanitaria. Por sentido común científico es una explicación al aumento dramático del número de contagiados por C19 en Colombia. En consecuencia, se han multiplicado el número de vidas perdidas que, de no darse desmanes con escasas medidas sanitarias, muchas muertes seguramente podrían evitarse.

Iniciando el mes de marzo de este año llegamos a tener 2.000 contagiados diarios y hasta menos de 100 fallecidos (llegamos a 75). De continuar con las medidas biosanitarias, entre ellas evitar las aglomeraciones y todo tipo de colectividades, aun a pesar de una tercera ola prevista, para mayo con el proceso de vacunación en curso deberíamos estar en menos de 10 mil nuevos contagios por día y debajo de 250 fallecidos promedio/día, quizá en menos de 200. Desde hace unas tres semanas la situación se ha agravado drásticamente, a pesar de la vacunación, estamos promediando los 20 mil nuevos contagios y superando los 500 muertos por día.

El 27 de mayo superamos los 25 mil contagios reportados (nuevo récord), con 513 muertes. Estamos alcanzando los valores más altos de la pandemia en todos los indicadores, incluyendo la ocupación de UCIs. Algo catastrófico, cuya explicación estaría en las aglomeraciones desordenadas, cuyos dirigentes o se les sale de las manos o se hacen los de la vista gorda ante semejante tragedia de salud pública. Un comportamiento cuestionable, lejos de movimientos demócratas y progresistas.

Nadie sensato y con algo de comprensión de estos temas por demás suficientemente ilustrados a la ciudadanía, va a negar esta realidad o al menos ser consecuente con hacer correcciones. Salvo los radicalizados o ideologizados cuyo estado de exaltación los vuelve apáticos ante la tragedia de tanta gente. Situación que atenta contra los legítimos derechos humanos, como el derecho a la vida, a la salud, a la seguridad alimentaria y a una mínima condición de bienestar.

En medio de todos los esfuerzos realizados para cuidar a la gente del C19, en el país es la explicación más razonable para esta situación alarmante que la mayoría de medios de comunicación pasan de agache. Al parecer no es buen negocio visibilizarla, o sobre todo hay fuertes miedos y temores de levantar una voz de alerta contra la protesta desordenada, violenta y sin medidas de autocuidado. De hacerlo habría riesgo de estigmatización al mejor estilo “nazi”, vandalismo, falsos señalamientos, sectarismo, insultos y hasta terrorismo fascista. Nada que ver con las manifestaciones o protestas pacíficas, que son un legítimo derecho.

Ello sin tener en cuenta el proceso de vacunación, que está demostrado científicamente funciona. Hoy cuando la mayoría de personas de 70 años están inmunizadas, dejaron de ser el principal foco de riesgo. Están en tercer lugar después del grupo de 60 a 70 y de 50 a 60. El grupo de 80 a 90 años, ocupa el cuarto lugar de riesgo, cuando eran los más vulnerables. Significa que la vacunación está dando resultados protegiendo a la gente de la agresión del C19. La curva estadística se está desplazando a la izquierda, lo cual es la mejor explicación con evidencia científica.

El mayor número de infectados están en la franja de 30 a 40 años y un gran porcentaje de fallecidos son gente joven, muchos alrededor de los 32 años. La OMS ha alertado sobre el alto riesgo de contagio y enfermedad de los niños. Este panorama coincide con lo que hoy acontece en el país. El horizonte sería distinto si ese estallido social no se hubiese producido. En más de 25 días de protestas en vez de tener menos de 300 o 200 fallecidos/día, promediamos los 500, se estarían acumulando más de 5.000 muertes (al menos 200 nuevas por día); vidas que jamás debimos perder si cumplíamos estrictamente los protocolos biosanitarios. ¿Esto no es un verdadero ‘genocidio’?

El derecho a la protesta, a la huelga es legítimo y en el país existen muchas motivaciones históricas, no solo por cuenta de este gobierno, sobre todo por una clase política anacrónica, desgastada (incluyendo a todos los partidos), un congreso costoso, inoperante, antipático. El país está lleno de injusticias y es indispensable hacer reivindicaciones. Pero no podemos caer en la trampa de los populistas y politiqueros oportunistas que enarbolan estas banderas como propias, cuando tienen intereses ocultos, particularmente electoreros.

Ante una emergencia sanitaria, ¿era el momento de un levantamiento desordenado?, ¿era la forma? El costo es alto, científicamente está demostrado que estas aglomeraciones son las que multiplican los contagios y las muertes por C19. Sus consecuencias son graves, seguramente incluyendo miles de vidas que jamás debimos perder, generando tragedia y desolación en millares de familias. De continuar, la proyección como saldo de esta situación (además de billones de pérdidas económicas, empresas destruidas, miles de desempleados, mayor pobreza y miseria) el número de víctimas mortales se multiplicaría, causando una de las peores tragedias en la historia del país.

En reciente entrevista a un canal internacional a Gustavo Petro, al cuestionar Patricia Janiot su responsabilidad en la violencia y el vandalismo, este respondió que “a la periodista, le preocupa más un vidrio roto que la vida de un jovencito”. Su incoherencia y ceguera política no le dejan ver las víctimas que posiblemente puede estar dejando ese tipo de protestas que defiende, sin siquiera cuestionar los cercos a la sociedad civil con taponamientos que están generando un atraso sin precedentes en el país, cuya recuperación tardará décadas.

Todo ello sin contar los muertos por falta de atención médica por los bloqueos, quienes en silencio sufren y hasta fallecen en sus casas (u hospitales) por falta de oxígeno y medicamentos por los bloqueos, que padecen de hambre por los bloqueos, quienes se quedan sin trabajo y en la miseria, por los bloqueos. ¿Esto realmente no podría ser un genocidio?

Como colofón, la jefe de prensa de Petro, una señora Pardo, quiso justificar la muerte de un bebé recién nacido en un bloqueo afirmando con displicencia que “igual se iba a morir”. Ese tipo de aseveraciones no las hace ni el más estructurado especialista médico, así no haya buen pronóstico, ya que la ética lo impide porque quien va o no a vivir, no es nuestra decisión, ni sapiencia, por más científicos seamos. Ello sólo demuestra en la periodista ignorancia, incultura o el más alto desprecio por la vida humana.

La mayoría de jóvenes que hoy batallan, lo hacen por unos derechos y necesidades legítimas, que deberán atenderse con urgencia. Ellos son prioridad. Pero aquellos que promueven el actual conflicto por las vías de hecho atentando contra las medidas biosanitarias, buscan llevar al país a un desbarrancadero a través de una carnicería por Covid 19 y el secuestro de los ciudadanos para ultrajar los más básicos derechos humanos.

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Redacción Minuto30

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