Más que asesores técnicos, el Ministerio de Hacienda necesita con urgencia un nuevo equipo de comunicaciones. El manejo que se le dio a la Ley de Solidaridad Sostenible fue completamente errático y la indignación ciudadana es evidente. La tributaria se convirtió en el principal tema de conversación en las cenas familiares, los restaurantes, las empresas y los taxis. Nadie entiende cómo se presentó un proyecto de esas dimensiones sin tener siquiera un poquito de compasión con el bolsillo de la gente.

Y no es que el País no necesite una reforma. Claro que es más que urgente tramitar una para estabilizar las finanzas de la Nación, disminuir el déficit fiscal y pagar la deuda que se adquirió el año pasado para mitigar los efectos de la pandemia. Hay que poner la casa en orden y ajustar un presupuesto donde hoy en día de cada 100 pesos que nos entran, estamos gastando 108.

El problema, es que la propuesta del Ministerio no solamente es políticamente inviable, sino que la estrategia de comunicaciones que se desplegó desde febrero para explicar la iniciativa le causó un desgaste monumental al ejecutivo y, de paso, al Centro Democrático.

Por ejemplo, primero se anunció un posible IVA a productos esenciales como el café y después se volvió a especular con gravar parte de la canasta familiar. Si bien ninguna de estas medidas fueron finalmente adoptadas, sí empezaron a calar en la mente de los colombianos, quienes preocupados por sus finanzas rechazaron el proyecto sin siquiera ser radicado.

Paralelamente, mientras en los medios se discutían propuestas que finalmente nunca llegaron, el Ministerio cometió el pecado más grande de todos: no consultó la reforma con los partidos políticos. Un acto que desconcertó al Congreso y les dio todos los insumos a las bancadas para pegar el grito en el techo.

Porque claro, ninguna colectividad va a estar dispuesta a votar favorablemente un IVA a los servicios públicos de los estratos 4, 5 y 6, un aumento tan agresivo en la base gravable del impuesto de renta de las personas naturales, un incremento en el IVA a la gasolina que generaría un alza en todos los productos del mercado o una afectación a las pensiones, el ahorro de toda una vida de trabajo.

Además, por si fuera poco, en vez de presentar un texto corto que se permitiera explicar de manera sencilla, el Ministerio radicó un proyecto extenso de 163 artículos que fue desmembrado por los medios para indagar, con toda la razón, las medidas que más afectaban el presupuesto de los hogares.

Por su parte, de la exagerada meta de recaudo de $23.4 billones anuales es mejor no hablar. Nunca en el País se había pensado en lograr algo parecido. Lo que fue visto por el Ministerio como un programa ambicioso, no era más que una dañina ilusión. Por mucho, se llegará a un aproximado cercano a los $10 billones.

Como están las cosas, no estoy seguro si el Ministro Carrasquilla debe seguir al frente de esta cartera. Lo que sí es cierto, es que los errores de comunicación y de manejo del Ministerio de Hacienda le causaron un daño sin precedentes a la imagen y credibilidad del ejecutivo.

Si Carrasquilla llegase a continuar en el cargo, debe haber un revolcón radical en su equipo de asesores. Este tipo de iniciativas, que le afectan directamente a los colombianos, no solamente hay que pensarlas desde un punto de vista estrictamente técnico, sino también con empatía y compasión con la situación de los hogares, algo que nunca sucedió en los pasillos de la entidad.

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com

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Redacción Minuto30

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