Mientras que en países desarrollados estos asesinos son ejecutados, en Latinoamérica se les trata con total consideración, se les brindan todas las garantías, debido proceso, condiciones de seguridad y la posibilidad de recobrar la libertad para seguir asesinando.

El segundo en el “ranking” es Luis Alfredo Garavito, alias La Bestia, fue un homosexual que violó, torturó y asesinó a cerca de 200 niños. Se hacía pasar por sacerdote enyesado, les daba a los niños $2.000 para que le ayudaran a cargar un mercado, los llevaba a zonas apartadas donde los amarraba, golpeaba, violaba, torturaba, disfrutaba mucho cortándolos y apuñalándolos.

De esta forma recorrió varias veces el Eje Cafetero, el Llano, Cauca causando desolación y muerte por donde pasaba. La mayoría de las veces los niños simplemente desaparecían, sus familiares los buscaban infructuosamente enterándose años después que fueron víctimas de Garavito.

Lo capturaron en Acacías – Meta, un niño a punto de ser asesinado pudo escapar, salió gritando pidiendo auxilio, luego la Policía lo pudo atrapar. Lo curioso es ver como este despreciable individuo cuando lo confrontaron con todas las pruebas, comenzó a llorar desconsoladamente y los agentes de la fiscalía se apiadaron y lo abrazaron.

Actualmente está en una prisión de alta seguridad, donde tiene al frente un bello jardín.

Otro oprobio es Daniel Camargo Barbosa el “Sádico del Charquito” otro malviviente que violó y asesinó alrededor de 180 jovencitas entre 12 y 22 años en Colombia, Brasil y Ecuador.

Fue capturado la primera vez en Barranquilla al ser sorprendido por un policía mientras enterraba el cuerpo de una menor. Asociaron los casos con unos 20 ocurridos en el Charquito, se supo que en Barranquilla asesinó alrededor de 17 menores de edad.

Viendo su alta peligrosidad, las autoridades decidieron enviarlo a una fortaleza inexpugnable en medio del Pacífico llamada la isla Gorgona.

En ese lugar trotaba, buceaba por fabulosos corales, disfrutaba de la exuberante naturaleza, veía inolvidables atardeceres, pasados algunos años se aburrió de la monotonía y decidió escapar al recuperar un bote en mal estado que olas arrojaron a la playa.

Las autoridades casi no se dan cuenta de su ausencia, al final dedujeron que el criminal había sido devorado por tiburones al tomar un baño de mar.

Dos años después desaparecían decenas de jovencitas en varias provincias de Ecuador, las autoridades estaban desconcertadas.

Por la suspicacia de un agente de policía el maleante fue capturado en Quito, la sorpresa fue grande, era Daniel Camargo que no había muerto devorado por tiburones en alta mar, confesó sus crímenes, llevaba a las autoridades a sus cementerios privados donde en mayo de 1986 tenía 70 restos. Luego en diferentes zonas del país entregó una decena más. A pesar de sus horrendos crímenes, solo fue condenado a 16 años, máxima condena en aquella época.

En prisión tuvo un comportamiento ejemplar, se la pasaba leyendo, escribiendo, ejercitándose, nunca tuvo problema con nadie, hasta le redujeron la pena dos años. El tiempo pasaba inexorablemente, el momento de su libertad se acercaba, pero un familiar de una de las adolescentes asesinadas ingresó por un delito menor con el único objetivo de vengar la muerte de su tía. Le mató propinándole al menos 20 machetazos, era la única manera de evitar que saliera a seguir asesinando.

Continuará…

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Redacción Minuto30

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