Edgar Artunduaga

Cada día se me parece más. Igual de oportunistas, pero Moreno más creativo, más inteligente, capaz de hablar de corrido varias horas, al punto de convertirse en el telonero del entonces presidente Uribe, gobierno del que Armando Benedetti era un bufón, papel que ahora cumple eficazmente con el presidente Santos.

Edgar Artunduaga

Edgar Artunduaga

El senador Benedetti se ha convertido en uno de esos “animadores” de la política, que un día habla de lo tontos que son los actores –eso dijo- y otro defiende la eutanasia, mañana a los homosexuales. Pide fusilar a los críticos del proceso de paz y se monta en el debate del momento para pedir que se aplace la posesión de María Fernanda Cabal, por sus declaraciones sobre García Márquez, a quien no defiendo (allá ella y el manejo de la tormenta desatada).

Tiene presencia destacada en las revistas sociales y de farándula, más que en publicaciones académicas, porque tampoco en el Congreso se le conoce planteamiento de fondo, en ningún área ni situación.

Lo suyo es la guachafita, el alboroto, la provocación. Y cuenta para su fortuna –no la del país- con eco inmerecido en importantes medios de comunicación.

El flamante senador Benedetti tiene una vida de película, que celebran los muchachos indisciplinados y locos de ciertos sectores sociales. A los 20 años ya era padre de familia, después borracho y drogadicto. Pero tenía un padre y una familia importante que lo defendía, la del muy respetable –él si- exministro Armando Benedetti Jimeno.

Por fortuna –según insiste- se rehabilitó para convertirse en la figura que hoy conoce el país. Al margen de su pasado (del cual no todos pueden salir airosos) y de su vida complicada que algunos allegados comentan, uno esperaría que los años le dieran la madurez necesaria para representar con dignidad el cargo de congresista, para el cual fue reelegido, más por sus mañas que por sus méritos.

Imposible quitarle su oportunismo (y yo no estoy para corregirlo y mucho menos para aconsejarlo) pero resulta impactante que no haya discusión donde no salga Benedetti –histriónico, ruidoso- a pegarle un trompadón a quien esté perdiendo, preferencialmente si es mujer.

En eso se ha especializado. En meterse en cuanta discusión se presenta en el país, sin importar el tema o los protagonistas. Rápidamente define el peso de los contrincantes y se ubica con el más poderoso, como lo ha hecho en política, primero con Serpa, después con Uribe, y con Santos el mismo día de la posesión.

Dirá él que no hay nada malo en capitalizar las oportunidades, pero eso que bien se conoce como oportunismo resulta asqueante para muchos, aunque sea una práctica común en la política.

Sobra decir que su estilo y forma no son suficientes para que salga reelegido senador, incluyendo los favores que le prodiga el gobierno. En materia electoral, Benedetti también es mañoso. @Artunduaga_

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Redacción Minuto30

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