Dentro de la organización empresarial existe un cargo que antes se llamaba mandadero y ahora mensajero. Quienes lo ejercen, tienen suma importancia dentro del organigrama, puesto que de su compromiso con la empresa depende que las gestiones que se les encomiendan se realicen oportunamente, la imagen de la misma se mantenga en altos niveles de reconocimiento y con su trabajo, contribuye de manera sustancial en el crecimiento empresarial al descargar de esas funciones, a quienes deben dedicar su tiempo a otros menesteres orientados al progreso y desarrollo de las compañías.

Francisco Javier Saldarriaga

Cuando elegimos a un Presidente, lo hacemos confiados en que cumplirá con los compromisos adquiridos durante su campaña.

Esos compromisos los establece él y se los propone al electorado, quien con su voto lo avala o no. Esos programas y esas acciones que dice, el candidato que emprenderá para beneficio de los electores, son un mandato real y contundente que orientan al mandadero y sus colaboradores en todas sus acciones.

Su gestión, según el párrafo anterior, tiene que estar dirigida a propiciar: el desarrollo económico, la construcción de la infraestructura, el avance en la educación, el mejoramiento del sistema de salud y conseguir la convivencia de todos los nacionales, sin excepción, teniendo en cuenta que en las democracias el papel de las mayorías es determinante para el enfoque de las acciones necesarias para cumplir con los mandados.

Entendiendo esto podremos establecer y evaluar si un funcionario del gobierno, cualquiera que sea, está o no cumpliendo con lo que se le ordenó que hiciese. No podemos olvidar que ellos cumplen funciones que les definimos nosotros y deben acatarlas y desarrollarlas siempre en beneficio del pueblo que los eligió a través de la selección del gobernante de turno.

En Colombia hemos tenido etapas que demuestran esta concepción del mandato del pueblo como ciertas. El Frente nacional cumplió con un mandato originado en el plebiscito del 1 de diciembre de 1957, año en que los colombianos demostramos nuestra vocación eminentemente democrática. Allí decidimos que, para evitar la violencia partidista, los mandaderos que ocuparían la presidencia se turnarían durante 16 años. Empezó el partido liberal y concluyó el partido conservador.

Que recuerde quienes siguieron, con muy escasas ejecutorias, incumplieron con las directrices emanadas de las asambleas (elecciones) de accionistas (electores).

De casi todos esos personajes que ocuparon el solio de Bolívar nos hemos reído y mucho, (El máximo rey de burlas es el actual) debido a su tonterías, sus promesas incumplidas, las embarradas que hicieron, y en fin, nunca hasta el 2005, estuvimos completamente satisfechos con el mandadero que teníamos en la Casa de Nariño. En ese año, el 20 de octubre, la Corte Constitucional avaló la posibilidad de reelección del presidente en nuestra constitución.

El 80% de favorabilidad para un Presidente que estuvo durante 8 años dirigiendo los destinos de la patria no es un porcentaje despreciable en ninguna parte del mundo. De hecho el señor apodado Culipronto por el señor Procurador, fue elegido en su primera ocasión por que dijo que cumpliría con el mandado de la seguridad democrática. Ese y no otro fue el mandato de las elecciones que lo designaron como el mandadero mayor.

Fueron 9’004.221 millones de votos que le ordenaron, sin lugar a dudas, trabajar y trabajar en la continuidad de esa política. Infortunadamente este señor tenía otras ideas. La realidad nos muestra que de tiempo atrás venía “madurando”, en compañía de otros individuos de dudosa reputación, un plan para entregar a Colombia a los narcoterroristas. Ese era el mandado que debía hacer para cumplir con lo que les prometió por debajo de la mesa. No podemos negar que durante toda su vida anterior al 7 de agosto de 2010 logró embaucar a tirios y troyanos. De hecho ese papel es merecedor del mayor premio a la actuación que se pueda concebir. Se lo merece y este debería ser el que le concediese por la comunidad mundial. Nada de Nobel de paz es mejor un Oscar. Mantuvo escondido, como buen jugador tramposo, ese as bajo la manga.

De hecho si está haciendo el mandado, pero no el que le asignamos los colombianos; él está cumpliendo los designios de los Castro, Chávez, Maburro, Ortega, Evo, Correa y Cristina. Eso sin mencionar a los narcoterroristas reconocidos y asentados en La Habana, que no quiero individualizar, para no darles una importancia diferente a la que se merecen. Son los innombrables de ahora en adelante para mí y espero que esta idea se generalice para acabarlos sin necesidad de llegar a otras acciones. Si no se nombran no existen para el resto y así pierden la razón de ser.

Postre: Antes, para referirnos a una mujer fácil, decíamos que no perdía bajada de calzón, ¿ahora le podemos decir culipronta?

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio