El 02 de octubre se cumple el primer aniversario del triunfo del NO en el plebiscito.

Una victoria como la de David contra Goliath, sorpresiva, inesperada, casi milagrosa, contra el Gobierno y su propaganda multimillonaria y mentirosa, los partidos políticos excepto el Centro Democrático y la admirable y corajuda senadora Sofía Gaviria, todos los alcaldes y gobernadores (presionados presupuestalmente por el Gobierno), los medios de comunicación, el Cardenal y el entonces Presidente de la Conferencia Episcopal, incluso el Papa que apenas unos días antes se montó en el maniqueo discurso de amigos y enemigos de la paz.

Nada le sirvió a Santos, ni cambiar las reglas legales del juego para desequilibrar la cancha y favorecer el Si, ni bajar el umbral, ni ofrecer el espejismo de un paraíso en el post conflicto, ni los miles de millones invertidos en engañar a los ciudadanos ni los dedicados a aceitar periodistas y politiqueros, ni negar la posibilidad a los promotores del NO de divulgar sus ideas y propuestas.

El NO triunfó contra todos y contra todo, por la fuerza de sus ideas y sus posiciones en defensa de la democracia y la propiedad privada, por el acierto en resaltar el premio a los criminales dándoles beneficios y prerrogativas que no tenemos los que nunca hemos delinquido, y porque las redes sociales impiden hoy la manipulación de la información por los medios de comunicación enmermelados. 6.400.000 votos de pura opinión, de conciencia, de argumentación.

Pero ocurrió lo insospechado, lo que nunca había ocurrido en la historia de la democracia colombiana. Por un lado, Santos le hizo trampa a la democracia y a los electores, y desconoció el resultado del plebiscito que él se había inventado. Por el otro, el Congreso y la Corte Constitucional avalaron semejante asalto y pretendieron darle un barniz de legalidad sentando la base de que los congresistas pueden suplantar la voluntad ciudadana y de que los mismos magistrados, en apenas pocas semanas, puede desdecirse de su propia jurisprudencia sin ruborizarse.

El robo fue consumado. Pero no ha sido olvidado ni permitiremos que tal cosa ocurra. El país tiene que recordar para que los nefastos precedentes no se repitan. Y nosotros no cejaremos en el empeño de cambiar los entuertos. Empezando por la Jurisdicción Especial de Paz, la JEP. Está probando que todas las advertencias que hiciéramos resultaron ciertas. Un grupo de mayoría extranjera y con tendencia de izquierda ha escogido, como se le dio la gana, una inmensa mayoría de magistrados aún más de izquierda, claramente antiuribistas, y muchos contratistas del gobierno. Las inhabilidades, los conflictos de intereses, ni siquiera fueron considerados. Santos, en abierta contravía de la Constitución, reglamenta la JEP aun sin ley estatutaria. Y se anuncia que los supuestos beneficios para militares y policías no existirán. Para decirlo con todas las letras, la JEP será un instrumento para dejar en impunidad real los crímenes de lesa humanidad y de guerra de las Farc y para perseguir a militares y policías en activo y en la reserva y a los civiles que nos hemos opuesto a los terroristas.

Lo cierto es que el pacto con las Farc es ilegítimo, es espurio. Después del triunfo del No, no obliga a nadie, ni siquiera a Santos, que sujetó su aplicación a la victoria del Si. La pretensión de Santos y de las Farc de hacerlo un deber para cumplir en los próximos cuatrienios no es sino un reflejo del alma autoritaria de la guerrilla y de Santos, también ilegítimo, por cierto (se robó las elecciones del 14, cuando recibió miles de millones de parte de Odebrecht a cambio de otorgarles el otrosí al contrato de Ruta del Sol II. Un concierto para delinquir, entre otros delitos).

No debe haber duda, a partir de agosto del 2018, con la legitimidad que nos dan el triunfo del NO y el mandato ciudadano en las urnas en las próximas elecciones y unas nuevas mayorías en el Congreso, preservaremos una base que dé garantías para que la guerrilla no se devuelva al monte, pero también sacaremos el pacto con las Farc de la Constitución, eliminaremos el cogobierno guerrillero, pondremos fin al engendro de la JEP y eliminaremos los beneficios y prerrogativas que se le dan a los criminales y que no tenemos los que nunca hemos delinquido.

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Redacción Minuto30

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