Desde niño, inconscientemente, buscaba la espiritualidad y trabajé durante muchos años, con insistencia, para conseguirla. Esto me llevó a conocer innumerables maestros y seres iluminados en la India, en las montañas del Tíbet y en otros países, donde tuve la oportunidad de encontrar personas que aportaron algo a mi búsqueda. Siempre anhelé encontrar el secreto de su paz interior.

Realmente, quería saber qué era lo que a ellos los hacía diferentes. Finalmente, entendí que la espiritualidad no se encontraba en una iglesia, en un culto, en un hábito o en un monasterio aislado en los Himalayas.

Comprendí que ella no está en el exterior, sino en mi interior; que la espiritualidad no era una meta, sino cada paso que daba en mi camino, con consciencia, comprendiendo, aceptando sin perturbarme y disfrutando plenamente lo que llegaba a mi vida, sin importar qué tipo de acontecimiento fuera.

Encontré que la dicha (para mí es un estado superior de consciencia que está por encima del placer y que trasciende el dolor) estaba dentro de mi corazón cuando yo estaba en el espíritu, no en la forma, que es la materia.

Cuando abandono la forma y penetro dentro de mi espíritu, entro en un estado de inspiración, vuelo con el espíritu. En ese momento, nada, absolutamente nada, tiene el poder de perturbarme.

En conclusión, la verdadera espiritualidad consiste en que nada, ni nadie, ni ningún suceso o acontecimiento nos pueda perturbar. Y, si por alguna razón, en algún momento algo nos perturbara, la espiritualidad nos da el poder de elegir conscientemente y dejar de lado aquello que nos causa sufrimiento.

Para que podamos entonces entrar en el campo de la espiritualidad y lograr la paz interior y la armonía total, debemos tener un balance apropiado entre el cuerpo, la mente y el espíritu, el cual se logra a través de una práctica espiritual diaria.

Te invito entonces que realices este desafío y comiences a tener una práctica espiritual diaria, como parte de tu plan de vida.  Yo te planteo estos ejercicios, que para mi son fundamentales y en los cuales he basado parte de mi práctica espiritual.

  •  Levántate, abre los ojos, agradece, sonríe y tómate un vaso de agua con limón.
  •  Sal al amanecer a la naturaleza, así sea al parque que tienes cerca. Dispón tus sentidos para que se conecten con todo lo que esté alrededor de ti. El canto del pájaro, la luz, el rocío, el sonido del viento, el frío de la mañana. Realiza una caminata contemplativa o cualquier ejercicio físico en la naturaleza.
  • Descálzate, escoge un árbol que te guste mucho y abrázalo. Intercambia tu energía con la energía del árbol.
  • Medita durante mínimo 5 minutos.
  • Revisa qué vas a hacer durante el día, imprimiéndole creatividad, inyectándole algo nuevo a tu vida.
  •  Durante todo el día debes estar en auto observación. Cuando una situación que suceda te saque de tu paz, te perturbe, debes estar alerta, identificarla y revisar cuál es el miedo que hay detrás de lo que piensas y sientes. Al tener consciencia de esto, podrás cambiar en tu interior la percepción de eso que sucede.
  •  Agradece, aprecia y valora la labor que estés haciendo o el estilo de vida que tengas y hazla encontrando el amor en cada cosa simple que haces.
  •  Antes de acostarte haz una evaluación del día, agradece y piensa en lo que vas a hacer al día siguiente.

La espiritualidad está dentro de ti y cuando comiences a caminar en ella, verás que todos los problemas generados por tu mente inconsciente se disuelven en un instante. Por eso, considero que la espiritualidad es la solución más simple y la que te llevará a encontrar tu paz interior.

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