Dejo de lado una falsa modestia para declararme un Bon Vivant irredimible. Pocos vocablos extranjeros aprecio tanto como este acuñado por mis admirados franceses que han hecho de él un estilo de vida tan admirado por muchos en el mundo entero. Un Bon Vivant es aquel individuo, hombre o mujer, para quien tener una excelente calidad de vida es su objetivo primordial durante su existencia. Es un arte que cultiva antes que una cualidad con la que se nace, para ejercer de tal no hace falta demasiado dinero, sino que es necesario tener una buena formación mental en la que la meta principal ha de ser extraer el mayor jugo posible a ese rato aparentemente largo que es la vida humana. Se puede vivir como un millonario con poco dinero y se puede ser un pobre y miserable con grandes cantidades de propiedades y extraordinario poder económico.

Conozco muchos seres que viven muy bien sin tener los mejores puestos, ni recibir sueldos exorbitantes, como también de muchísimos millonarios que arrastran sus miserables vidas en la búsqueda de atesorar y tener más que sus vecinos; son en realidad los auténticos pobres. De hecho la belleza en las mujeres y la riqueza en los hombres son apenas unos atributos que pueden conllevar a una felicidad personal y a un estilo vivencial colmado de dicha pero también suelen ser factores que conducen a unas y a otros a una catástrofe individual. Millonarios ha habido que se declararon infelices y bellas como envidiables mujeres que han sucumbido en vidas catastróficas. Marilyn Monroe fue el símbolo sexual del siglo XX que desperdició su vida pretendiendo ser lo que no era y llevada por una depresión se cuenta que encontró su muerte a causa de un exceso de barbitúricos ingeridos.

Los hombres más ricos del mundo no han sido ejemplo de vidas fructíferas, alegres y dichosas; por el contrario, algunos han tenido una vida llena de conflictos y penas. Los Gucci en Italia forjaron auténticos imperios económicos, pero sus vidas personales y familiares fueron bastante desastrosas, fueron inteligentes para amasar fortunas mas carecieron de ingenio para disfrutar sus abundantes fortunas.

Porfirio Rubirosa, el legendario playboy dominicano, marido de una de las hijas del dictador Rafael Leónidas Trujillo, no fue un hombre de mucho dinero, pero aprovechó su atractivo físico y su magia personal para darse una vida de lujo que jamás se han dado los favoritos multimillonarios de Forbes. Un brasileño, el llamado Baby Pignatari, gozó su vida como pocos millonarios lo han hecho.

Un Bon Vivant es, lo repito, un auténtico aristócrata espiritual, intelectual y cultural. En un mundo de apariencias, vanidades y lujo, el buen vividor es un sobrio degustador de la existencia. Cabe afirmar lo dicho por Schopenhauer en el sentido que el carácter, la personalidad, lo que uno es, lo que tiene dentro, su espiritualidad cuenta más que el dinero que se posea.

Una atractiva personalidad, una adecuada cultura, un carisma, una magia personal cuentan más en el arte del buen vivir que la posesión de fortuna y bienes materiales, de allí que los hombres más admirados y recordados de la humanidad no hayan sido los ricos, sino los artistas, santos, escritores, etc. Un Miguel Angel pintando a sus 90 años los cuadros del Vaticano y construyendo la imponente y majestuosa iglesia de San Pedro, es más atractivo y admirable que nuestros promocionados millonarios de estos tiempos. Po tal razón Francisco de Asís es uno de los personajes del santoral más dignos de admiración, pues su sencillez, humildad y amor por la naturaleza y el género humano fue más importante que el dinero de su rico padre, mercader de telas de la región de Umbría, Italia.

Lo sentenció el filósofo alemán aquí mencionado. “Un mendigo sano es más feliz que un rey enfermo”. Un temperamento alegre y jovial, una conciencia clara, un buen carácter, una voluntad dulce y moderada son más importantes para alcanzar la felicidad y obtener una buena vida que cientos de millones de dólares. He conocido en Nueva York millonarios judíos que llevan vidas de pordioseros, pero también he visto individuos cortos de dinero que exaltan y expelen una alegría de vivir. Aburridos ricos abundan por doquier, pero también hombres y mujeres ingeniosos, cultivados intelectual, cultural y espiritualmente, transmiten una energía especial que refleja sus dichosas existencias.

Los llamados hombres y mujeres del Jet Set, de las élites económicas, no tienen por regla general, un buen carácter dulce y apacible, muchos de ellos muestran en sus rostros agrios y amargados la perniciosa influencia de la codicia, la envidia y la maldad que muchas veces acompañan al multimillonario.

Aristóteles Onassis fue el hombre más rico del siglo pasado, pero no fue un individuo feliz, murió alejado y solitario de su esposa famosa, Jackie Kennedy, y cuentan sus biógrafos que ella se desinteresó por su consorte cuando éste llegó al final de su vida. ¡Cuántos hay empero que desprovistos de riqueza gozan sus vidas rodeadas de su familia, sus amigos y buenos libros!

Una individualidad extraordinaria, auténtica y espontánea, es la mayor riqueza de una persona. Es la mejor aspiración de quien pretende ser un Bon Vivant.

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Redacción Minuto30

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