Qué tristeza tanta violencia, tantos asesinatos y ultrajes a las mujeres, niños abusados y asesinados… Sin lugar a dudas las dos últimas semanas han sido horrorosas en términos de convivencia y amor al prójimo, pero, más tristeza me generó la indiferencia de muchos ciudadanos, a quienes hoy con ahínco les dedico la frase que otrora, ante los atropellos a su raza, pronunció Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”, sí, muy triste saber que hemos caído en una insensibilidad, apatía e indolencia por el otro, nada nos conmueve, todo nos parece normal. Medellín está triste, la ciudad pareciera que llorara tanta crueldad, nunca será bien vista la violencia entre seres humanos, se supone que somos racionales. Dicen que los antioqueños somos exagerados, pues permítanme exagerar diciendo que a mi modo de ver casi ninguno escapamos del desinterés por el dolor ajeno, desde el pobre más pobre, pasando por la señora peli morada estrato alto, hasta el yupi más yupi, universitario, atlético y adinerado, casi nadie se conduele, vemos las noticias, nos parecen cruentos los hechos,  las imágenes y ya, hasta ahí llegó el dolor disfrazado de asombro.

Con lo anterior no estoy sugiriendo que todos nos sentemos a llorar, no, con eso nada solucionamos, pero, dónde están las propuestas, qué hacemos, la idea no es asombrarnos toda la vida, nada ganamos con perpetuarnos como la sociedad del asombro. No cabe en mi cabeza cómo un individuo es capaz de abusar de un bebé de cuatro meses, o de degollar una adolescente, tampoco concibo que ya las relaciones maritales hoy se acaben asesinando al cónyuge, qué horror. Me duele saber que con tantos esfuerzos a nivel nacional y local por promover los derechos y el respeto al otro, la violencia se agudiza cada vez más, tal vez dentro de miles de años, quienes habiten este planeta, si es que hay planeta, se preguntarán por qué nos matábamos unos a otros sabiendo que pregonábamos la hermandad, la solidaridad, el respeto y sobre todo la no violencia.

Me disculpan la cantaleta, pero, acéptese o no, somos una sociedad enferma, y digo enferma ante tanto esquizofrénico suelto por las calles haciendo mal. “Ah, como no es conmigo”, he escuchado que pregonan algunos queriendo salvar responsabilidades. El silencio nos está haciendo cómplices de hechos dolorosos que suceden a nuestro alrededor, de los cuales nos enteramos por diferentes medios. Me enerva ver la pasividad con que la violencia de las últimas semanas nos arrolló a todos y, nada pasó, parece que importan más las estupideces y las agresiones de un dictador vecino, que las mujeres y los niños muertos y abusados en nuestro aporreado país.

No estoy pidiendo marchas, estoy cansado de ver que todo aquí se reduce a una marcha y ya, lo que yo estoy pidiendo es acabar la indiferencia. Yo pregunto, ¿a los jueces quién los ronda?  Algunos de ellos muy legalistas para unas cosas y, para otras tan inhumanos, ¿será qué si a un juez le violan y le asesinan su hija, deja libre al asesino porque la captura fue ilegal…?  Qué daño hacen algunos jueces y fiscales. Por otro lado tampoco podemos permitir que algunos políticos o mejor politiqueros, se lancen ahora a hacer campaña con la bandera de la cadena perpetua a los violadores, insisto, esto es cuestión de formar una mejor sociedad, sí, ya sé que suena a discurso barato, pero dónde están las familias, dónde están los docentes, dónde están las iglesias o credos religiosos. Me duele saber que en casi todos estos escenarios lo importante es el dinero, cómo negar que algunos papás terminan convertidos en cajeros automáticos, que en algunos colegios, universidades y, credos religiosos lo más importante es que suene la caja registradora. Por favor, hagamos algo, antes que nuestros niños y jóvenes se auto exterminen estúpidamente con la ballena azul.

Señores gobernantes, si hay dinero para hacer colegios majestuosos que se caen o deterioran al poco tiempo de uso como si fueran colegios desechables, si hay dinero para promocionar y condecorar el reggaetón, porque no hacer campañas por todos lados en vallas, volantes, cartillas, medios de comunicación…  que no se quede casa, centro comercial, institución educativa, iglesia, fábrica sin visitar donde se deje el mensaje de la sana convivencia. Gústenos o no la “cultura ciudadana” promovida por Antanas Mockus en la ciudad de Bogotá estaba dando sus frutos, lástima que se haya dejado contaminar políticamente, pero yo digo insistamos, luchemos por acabar o al menos disminuir tanta violencia, empecemos por nuestros hogares, nada de gritos, insultos y, menos golpes.

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Redacción Minuto30

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