El 20 de julio del 2018 se inicia el retorno a la senda del orden, la austeridad, la coherencia, la solidaridad, el decoro, el respeto y la confianza en las instituciones; condiciones todas que se perdieron en 8 años de mentiras y acomodos institucionales para propiciar un acuerdo de impunidad con el narcoterrorismo acompañado de una administración derrochona, displicente, centralista y corrupta en grado sumo.

Este proceso de retomar la senda se concluirá el 7 de agosto cuando se posesionen Iván Duque y Marta Lucía Ramírez en reemplazo de la peor dupla de gobierno que coincidió en el tiempo para desgracia de Colombia.

Aún persisten enfermos de odio que indudablemente harán más compleja la reconstrucción y es que desde la altiplanicie bogotana se urdieron desde un poco después del 2002 una serie de tramas para en lo posible, continuar con el estatus quo que ha mantenido a la claqué santafereña devengando abundantemente de los recursos del estado central que ha mantenido al desarrollo del país descompensado y atrasado.

Intentar desmontar ese estado de cosas generó dentro de quienes usufructuaban y se enriquecían con esa cultura del CVY exclusivo para quienes se mueven dentro del círculo una reacción extrema y emplearon todas las formas de lucha para conservar lo que veían se podría embolatar.

Para el efecto idearon un plan con varios frentes que se empezó a ejecutar cuando le subieron el umbral al referendo que propuso en el 2003 y en el cual, sin mucho aspaviento, se incluyeron preguntas que si se hubiesen aprobado muy seguramente no tendríamos ahora esa farsa de la consulta anticorrupción promovida, entre otros, por una serie de individuos conocidos por su enfermedad visceral y crónica de odio. Al torpedear el referéndum concretaron una de las fases.

Afrontaron de otro lado la ejecución de una campaña mediática que buscase enlodar la imagen del presidente y de ahí que los medios, los políticos pagados, los corruptos, los narcoguerrilleros y toda esa pléyade de comelones y beneficiarios de los dineros del estado, empezaron a difundir supuestas vinculaciones con grupos al margen de la ley, o lo más grave aún, ser el determinante de actos de barbarie cometidos por los paramilitares y las AUC.

Los jueces que vieron como los desenmascaró en sus relaciones con delincuentes del narcotráfico, en venganza decidieron compulsar copias a la cámara para enjuiciar a Uribe, judicializar a los colaboradores y funcionarios del gobierno que evidenció esas vinculaciones perversas que llevaron a la rama judicial al descrédito que hoy afronta, cuando se demostró con la existencia del cartel de la toga, que la aplicación de la justicia es un artículo que se comercia como se hace con un bulto de papas.

Y le culmen de esa estrategia se materializó con las intrigas, que muy seguramente hicieron, para el nombramiento del actual mandatario en el ministerio de la defensa para, aprovechando el éxito que se venía alcanzando en la lucha contra el narcoterrorismo, hacerlo elegir como el continuador de esa política de seguridad democrática.

En estos últimos 8 años arreciaron en la campaña mediática en contra de Uribe y todos lo que se acercasen a él, satanizaron a los que no compartíamos los acuerdos de impunidad, polarizaron al país y lo dividieron entre amigos y enemigos de la paz, fomentaron el odio irracional hacia unas ideas de orden, democracia y respeto encarnadas en el gran colombiano y en fin, hicieron todo lo posible y hasta lo imposible para bajar del pedestal merecido a un personaje que cuenta con el aprecio y el respeto de la gran mayoría de los colombianos.

Eso se vio en los casi 10´400.000 de votos que obtuvo la dupla definida por el centro democrático y también en la alta votación que obtuvo para el Senado. No pudieron bajarlo y ahora andan en un laberinto, parece construido por Dédalo, pues no encuentran como salir de allí.

Algunos vociferan, otros se rasgan las vestiduras, los de allá lanzan acusaciones infundadas, aquellos atribuyen responsabilidades a un gobierno que no se ha posesionado y en fin andan en un maremágnum de tal magnitud que convertirán a los primeros días de gobierno en una carrera de obstáculos que requiere el compromiso de los colombianos de bien para sortearlos con sabiduría y eficacia.

Duque y su equipo idóneo y ejecutivo lograrán iniciar la recuperación que tardará mucho tiempo pero que muy seguramente llevará al pueblo colombiano a romper con todos esas mañas incrustadas y fomentadas por esos irredentos individuos que quieren mantener a Colombia en el peor de los mundos de la corrupción, la injusticia y el subdesarrollo.

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Redacción Minuto30

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