Voté por Iván Duque, lo respaldé en su campaña, tenemos puntos de coincidencia en su programa de gobierno y específicamente en el tema del emprendimiento, no estuve de acuerdo con su elección dentro del Partido Centro Democrático porque me pareció amañado, descriteriado y antidemocrático el método de las encuestas y además porque mi candidato para ese entonces era Rafael Nieto.

Posteriormente seleccionado dentro del partido y en la coalición, mi candidato era Alejandro Ordoñez y una vez escogido dentro de la terna, sin otra opción y en contra de Gustavo Petro, le di mi voto de confianza y lo respaldé incondicionalmente.

Conocía su hoja de vida, nunca vi con buenos ojos que hubiera sido becario de George Soros, pero me pareció siempre un buen senador, nunca me agrado y jamás acepté, ni aceptaré, que hubiera sido uno de los que de forma inconsulta y por lo demás absolutamente irrespetuosa e imperdonable con el pueblo colombiano, haya sido de los que negoció el plebiscito con Juan Manuel Santos, eso me pareció grotesco.

Sin embargo, cerré los ojos, confié en su buena fe, en el carácter que esgrimía para ese entonces como candidato, escribí varias columnas de opinión respaldándolo y le di mi voto convencido de que era la mejor alternativa.

Varios hechos consuetudinarios, muchos de ellos en contradicción con lo prometido en campaña, despertaron una alerta en mi conciencia política en relación con el manejo que le esta dando Iván Duque a su gobierno.

Desde un principio me pareció contradictorio, desleal e incomprensible que nombrara tantos funcionarios afines al anterior gobierno y de la oposición. Eso todavía no lo he entendido. Era fácil vislumbrar que tarde o temprano las traiciones harían parte de la agenda.

Me pareció incomprensible el acuerdo a que se llego con el sector de la educación, cediendo a sus presiones y manipulaciones sin tocar la yaga y el hongo que pudre ese sector. Condicionar el incremento al presupuesto de la educación supeditado a despolitizar la educación era prioritario. Eso nunca importo. Nada le hace mas daño a la educación de nuestra niñez y juventud que el adoctrinamiento político que hace Fecode al sector.

Pero eso no primó , solo era prioritario simplemente silenciarlos por ahora y darles contentillo. Esa platica se perdió.
Sin seguridad no hay nada. Se ha vuelto todo un espectáculo semanal o quincenal y a veces mensual, las huelgas y marchas en asocio con el vandalismo manipulando al presidente de la república de Colombia. Todas sin distingo han logrado su objetivo. Pero con un agravante muy complejo y es que todas han subordinado y humillado a la fuerza pública. Eso es imperdonable señor presidente.

Las Fuerzas Armadas y de policía cumplen una función constitucional que no se puede desconocer y el presidente lo ha hecho. Nada ni nadie puede humillar a la Fuerza pública y el presidente lo ha permitido. ¿Para qué entonces la fuerza pública y de policía si no es para reestablecer el orden público? Se equivoca Iván Duque y de manera grave, si pretende manejar el país cediendo al terrorismo, al vandalismo y a la insurrección.

Bajar impuestos al empresariado, para generar mas empleos es prioritario, esa fórmula sencilla aplicada en todos los países desarrollados o en vías de desarrollo ha funcionado y ha funcionado muy bien. Por lo demás fue parte de su lema de campaña y eso también lo ha desconocido. No importa que los ricos se hagan mas ricos, lo importante es que los pobres también lo sean y para ellos es necesario trabajar, así cause traumatismo al presupuesto de la nación inicialmente.

Lo que pasó con el articulo del New York Times es de la mayor gravedad, porque dejó ver un trasfondo muy peligroso y es la injerencia nefasta que puede ser para Colombia la influencia y determinaciones de George Soros con su manejo de la Geopolítica, en pro solamente de sus turbios intereses económicos.

Haberle dado credibilidad a ese articulo, haciéndolo casi una ley y procedimiento de gobierno para intervenir a nuestras Fuerzas Militares deja mucho que desear. Eso solo ha logrado lo que le gusta a Soros y es debilitar el establecimiento y las instituciones para conveniencia de sus intereses. Muy peligrosa esa apuesta para el país. Tras esa jugada, solo se fortalece el Narcotráfico y sus tentáculos.

Las Fuerzas militares y de policía, ahora se sentirán aun mas maniatadas, vilipendiadas, usadas, manipuladas, humilladas y controladas. Su deber constitucional cada vez se ve mas entorpecido. Muy mala señal.

En este momento mi país se debate en disyuntivas muy complejas con un panorama muy turbio, sombrío y lúgubre y no se sabe que le esta haciendo mas daño al país, si el Centro-Centro de Iván Duque con su alianza manifiesta y descarada con George Soros.

La nefasta y destructiva oposición que hace Gustavo Petro y toda su recua de la izquierda. El poder del Narcotráfico creciente y desbordado de las disidencias de las Farc, Eln y las otras bandas criminales. La impunidad grotesca que se quiere lograr para los terroristas con el inconsulto y nefasto Acuerdo de paz.

La corrupción que esta corroyendo lo mas profundo de la institucionalidad y los valores de la sociedad. El prevaricato imperante y descarado en todas cortes del poder legislativo. O la cínica y continua traición y venganza de Juan Manuel Santos. Esa es nuestra realidad, queramos o no aceptarlo.

Para gobernar por encima incluso del conocimiento, del bagaje, de la estructura académica, debe haber una condición sin ecua non y es el de tener carácter.

Adolece de esa condición el presidente de Colombia. A él lo manipula todo el mundo y a todo cede, solo por buscar consensos y de eso no se trata. Lo que se promete en campaña debe cumplirse y eso se le olvidó a Duque.

Me desmarco de este gobierno, muy a mi pesar y porque a Iván Duque se le ha olvidado que, por encima de cualquier interés, está la patria y en su gobierno solo han primado los intereses particulares.

Ojalá me equivoque en mis apreciaciones, ojalá. Cordial saludo

@PoliticaPuntual

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Redacción Minuto30

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