Como miembro del partido de gobierno, como integrante de la Cámara de Representantes, pero sobre todo, como mujer, debo expresar mi más enérgico rechazo por la campaña de desprestigio que desde un sector misógino, intolerante y vulgar de la oposición se ha desatado en contra de una persona ejemplar, María Paula Correa.

Ella, que motivada por un infinito amor a Colombia tomó la decisión de dejar su vida y su exitoso desarrollo profesional en los Estados Unidos para venir a Colombia a apoyar al gobierno del presidente Duque, es una mujer que ha dado muestras sobradas de su compromiso con el país.

Desde la campaña, dio ejemplo con su inagotable capacidad de trabajo. Si alguien aportó decididamente para que se produjera la victoria del Centro Democrático en las presidenciales de 2018, esa es María Paula Correa.

A falta de argumentos por parte de quienes se han trazado el objetivo de poner a Colombia patas arriba, la humillación y la mentira se abrió un inaudito espacio que debe ser cerrado por todos los que creemos en la democracia y en el respeto que merecemos las mujeres.

He sido víctima de descalificaciones con las que se pretendió denigrar de mi honor como mujer y, por eso, no dudo en expresar, a través de esta columna mi total respaldo a María Paula.

Hago un llamado a los extremistas que posan de opositores: en el ejercicio de la política, hay líneas rojas y, una de ellas, es el respeto a las mujeres que ocupan todo tipo de cargos y sobre las que recae responsabilidades en el manejo del Estado. Está bien que quienes no están sintonizados con nuestras ideas, critiquen nuestras decisiones y ejecutorias, pero eso no les concede licencia para pisotear nuestra dignidad.

Los ataques ruines de que ha sido objeto María Paula no son un chiste ni un simple matoneo en redes. Se pretende minarla emocionalmente con el propósito de desconcentrarla y de afectar su estupenda relación laboral que tiene con el presidente Duque, quien ha depositado en ella tareas de enorme trascendencia.

Aún más grave, es el daño que se le ha hecho a las familias de los involucrados en esa horrible campaña mentirosa. ¡Mídanse con lo que dicen o hacen! No olviden que hay hogares de por medio.

Esos que tanto dicen defender a los niños de Colombia, no pueden olvidar que el presidente Iván Duque es, ante todo, un hombre de familia. Padre de tres niños y un esposo maravilloso. No ha dejado que las responsabilidades de Estado ni el poder que ostenta, desdibujen su rol como papá. Hartos sacrificios han tenido que hacer su esposa y sus hijos, como para que ahora pretendan torpedear su núcleo familiar a través de la difusión de infamias.

Bienvenidas todas las críticas y señalamientos al gobierno. La vida en democracia nos otorga licencia para respaldar o discrepar, pero nunca no nos concede autorización para denostar impunemente el honor de nadie, menos el de de una mujer que ha dado ejemplo de compromiso y de rigurosidad profesional.

Sé del talante y de la verticalidad de María Paula. Aquellos que creyeron equivocadamente que la iban a doblegar, se quedarán con las ganas. Si antes ella tenía ganas de trabajar por nuestro país, mucho me temo -por lo que conozco de ella- que a partir de ahora su voluntad será aún mayor.

Una reflexión final a todas las mujeres que están en la actividad política: sin importar el lugar que ocupen en el espectro ideológico, o si están a favor o en contra del gobierno de Iván Duque, debemos unir nuestras voces para decir en el tomo más elevado posible que ¡A las mujeres se nos respeta!

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio