Alexander McQueen. Foto: Instagram.

Hoy se cumplen 10 años de la muerte del «hooligan de las pasarelas», el legendario Alexander McQueen, cuya casa de alta costura sobrevive más consolidada que nunca.

El 11 de febrero de 2010 el mundo de la moda amanecía de luto. Uno de los diseñadores más visionarios de la última era había fallecido y con él se había ido ese ingenio único que era capaz de materializar la combinación de una sastrería perfecta con la irrupción de un estilo transgresor y radical.

Muchos lo catalogaron como un genio y sus diseños corroboraban dicha tesis, sin embargo, otros lo señalaban como una persona déspota, iracunda, psiquiátrica y drogadicta. Se dice que alternaba orgías de tres días inundadas de cristal (una metanfetamina muy fuerte) con extensas jornadas laborales para finalmente brillar en las semanas de la moda de todo el mundo.

Se dice que su paso por Givenchy y Gucci lo hizo aún más duro con sus trabajadores, quienes sumisos seguían todos sus caprichos y hasta le proporcionaban cocaína para que siguiera lúcido en su creatividad. En un desfile de 1997 fue capaz de gritarle «jodida puta» a Eva Herzigova, mientras estrellas del cine, la televisión y la moda adoraban sus diseños.

«El hooligan de las pasarelas» siempre estaba jugando a la provocación, con un deseo enfermizo por la muerte y una talento que lo sacó de su futuro manejando taxi como lo hace aún hoy uno de sus hermanos. Entre tanta crueldad y exceso pensó en aquellos jóvenes que quizás también tenía su don y ninguna posibilidad, por lo que hizo una fundación para los futuros modistos de la moda actual.

Alexander, quien realmente se llamaba Lee, terminó ahorcado en su domicilio en Londres luego de consumir una cantidad considerable de drogas y alcohol, motivado por su depresión y la reciente muerte de su madre (en esa época). Pero hoy su nombre sigue vigente, con mucho más poder del que tenía en vida y facturando más dinero del que dejó haciendo.

Su casa de modas en cabeza de su secuaz Sarah Burton mantuvo el emporio y ahora ostenta de una cifra estimada entre 350 y 400 millones de euros en el valor de la marca, con 64 tiendas operadas directamente por la firma, comparado con las 11 tiendas propias e ingresos estimados en menos de 100 millones de euros que dejó McQueen.

Lo que hay que rescatar es que el ingenio del «hooligan» quedó para la historia como la irrupción de la moda en escenarios propios del arte y la manera perfecta de buscar una luz de inspiración en asuntos tan oscuros como la muerte misma, que hoy se sigue materializando en prendas y accesorios impecables que sirven tanto para alfombras rojas, como para estantes de museos.

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Redacción Minuto30

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