El mexicano Martín Ramírez, quien pasó 32 años internado en hospitales psiquiátricos de Estados Unidos, es motivo de un libro que destapa el enigma de su existencia y las claves por las que su vasta obra es codiciada por museos y galerías internacionales.

La obra pictórica del mexicano Martin Ramírez, quien pasó sus últimos 32 años de vida internado en hospitales psiquiátricos de Estados Unidos, es el motivo de una próxima publicación que destapa el enigma de su existencia. EFE
“Martín Ramírez: Framing His Life and Art”, que saldrá en octubre próximo, es el título del libro editado por University of Texas Press y escrito por el sociólogo Víctor M. Espinosa, quien reconoció que el texto es el resultado de diez años de investigación.
El autor, quien es sociólogo en la Universidad de Ohio, afirmó que en el pasado existía “una total ignorancia” sobre quien realmente era este artista cuyo legado consta de unos 450 dibujos y collages y aparece en las colecciones permanentes de varias galerías y museos tanto en Estados Unidos como en Europa.
Lo poco que se sabía, mencionó Espinosa, es que Ramírez era un inmigrante mexicano quien a raíz de un arresto en California en 1931, donde apareció desorientado y sin poder hablar inglés, fue confinado al Stockton State Hospital y luego en 1948 al Hospital DeWitt.
Ramírez falleció el 17 de febrero de 1963 en el hospital DeWitt a causa de un edema pulmonar a la edad de 68 años.
El sociólogo dijo que se interesó en saber más del artista después de asistir en Ciudad de México a una exhibición en un museo con los trabajos de Ramírez y después de notar que había escasa información sobre el autor en el catálogo de la muestra de arte, quiso investigar más a fondo sobre él.
El resultado de esos años de investigación es el libro y los nuevos detalles que descubrió sobre la vida y obra de “Martincito”, como llaman al artista en México.
“Después de su muerte cuando se empezaron a exhibir sus trabajos, se creó un misterio sobre este inmigrante, incluso decían que era mudo pero no lo era”, aseveró Espinosa.
Ramírez, quien después de su arresto fue injustamente evaluado como esquizofrénico y enviado a un hospital mental, había salido de su natal Tepatitlán en Jalisco, México, en 1925.
Dejó su país por ir a trabajar a Estados Unidos ya que había comprado 20 hectáreas en su pueblo y necesitaba más dinero para poder pagarlas, así que decidió partir.
El autor del libro cuenta que Ramírez trabajó por un tiempo en una compañía de ferrocarril y luego en una mina cerca de Sacramento, sin embargo después de la Gran Depresión económica de 1929, el inmigrante perdió su trabajo y como miles en esa época deambuló por California “comiendo cuando podía”.
Tras su arresto, sin poder explicar sus circunstancias, ni hablar una palabra en inglés y en un estado depresivo profundo, el futuro artista pasó 17 años confinado en el Stockton State Hospital en California, luego, en 1948, ya transferido al Hospital DeWitt, en Auburn, cerca de Sacramento, el inmigrante comenzó a pintar.
Es ahí donde se hizo amigo del psicólogo y profesor de arte Tarmo Pasto del Sacramente State College, quien con el tiempo comenzó a exhibir los trabajos de arte del mexicano.
Después de la muerte de Ramírez en 1963, Pasto vendió en 1971 su colección de dibujos y collages de Ramírez.
En 2007 el American Folk Art Museum en Nueva York montó una muestra con 100 obras del mexicano, esa misma exposición luego viajó al San José Museum of Art en California y al Milwaukee Art Museum en Wisconsin, a partir de ahí el arte del desafortunado inmigrante tomó lugar en los museos de Estados Unidos y del exterior.
El pasado mes de marzo, el Servicio Postal de Estados Unidos (USPS) emitió una serie de cinco estampillas con los dibujos de Martín Ramírez.
“Nuestra elección de Martín Ramírez como tema de las estampillas ‘Forever’ refleja la generalizada y creciente influencia que ha tenido en el arte en Estados Unidos, así como en artistas de todo el mundo”, dijo en un comunicado el director financiero y vicepresidente ejecutivo de USPS, Joseph Corbett.
“Y aunque su nombre se mantuvo prácticamente desconocido en la década posterior a su muerte en 1963, la obra de Martín Ramírez se ha convertido en uno de los ejemplos más valorados de arte”, agregó.
Por su parte, Espinosa destacó que “las imágenes y la iconografía de lo que pinta este artista muestran el viaje de donde llegó. Es como un mapa tipográfico”.
El artista dejó plasmadas imágenes de vaqueros, trenes, túneles, bandidos a caballo y representaciones de la Virgen de la Inmaculada Concepción.
Lo sorprendente, dijo el autor del libro, es que el inmigrante pintaba con lo que podía encontrar en el hospital incluyendo cepillos dentales, toallas de papel, paletas de madera médicas usadas para sostener la lengua y el papel largo usado para cubrir la camilla en el salón de consulta.
Pese a ello, sus obras hoy en día están valoradas en miles de dólares y una de ellas fue subastada hace tres años por 95 mil dólares.
Espinosa contó que el inmigrante pensaba regresar a México después de trabajar unos años, pero que a raíz de la revuelta violenta de los Cristeros que impactó a Jalisco y Michoacán la familia de Ramírez le aconsejó no volver.
Finalmente en 1952, un sobrino, el bracero José Gómez, logró encontrar a Ramírez en el hospital DeWitt, pero el artista le informó que ya no deseaba regresar a México y le exigió que dijera a su esposa Juana que la vería en el cielo. Chicago (EE.UU.), 8 abr (EFE)
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