La publicación del “Diccionario de la lengua española” de la Real Academia Española (RAE) es siempre un acontecimiento cultural. Millones de hispanohablantes consultan con frecuencia esta gran obra de referencia que, en su 23.ª edición, ha renovado en profundidad el léxico.

El académico Pedro Álvarez de Miranda
El nuevo Diccionario fue presentado hoy a la prensa, en la sede de la RAE, en Madrid, en un encuentro en el que intervinieron, entre otros, el director de la Academia, José Manuel Blecua; el académico director de la obra, Pedro Álvarez de Miranda, y el secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Humberto López Morales.
En la 23.ª edición, de 2.376 páginas, se han introducido cerca de 140.000 enmiendas que afectan a unos 49.000 artículos.
El contenido del Diccionario se ha armonizado a la luz de otras tres obras de extraordinaria importancia: la “Nueva Gramática de la lengua española”, la “Ortografía de la lengua española” y el “Diccionario de americanismos”.
Lógicamente, está última obra “no se ha volcado entera porque hubiera supuesto una invasión”, afirma el director de la edición. Se han incorporado aquellas voces que “están documentadas como mínimo en tres países de América”.
El Diccionario se publica simultáneamente en todo el ámbito hispanohablante.
La 23.ª edición contiene “novedades tipográficas y se han cambiado algunos aspectos de la presentación de los artículos, como la información de tipo morfológico y ortográfico, que antes estaba diseminada y ahora aparece concentrada en un paréntesis que va a continuación del lema”.
La marcación gramatical “es más rigurosa”. Por ejemplo, los sustantivos comunes en cuanto al género, como taxista, ya no llevan la marca “com.” sino “masc.” y “fem.”.
En la nueva edición hay también menos palabras de carácter machista, pero “seguirá habiendo casos que a algunos les parecerán ofensivos, machistas”, señala Álvarez de Miranda.
“Hay verbos que, nos guste o no, tienen un componente masculinista, como galantear, que siempre se ha utilizado para cortejar a una mujer”, comenta.
También “ha existido siempre” la definición de “mujer pública” como prostituta. “Puede que sea lamentable que así haya sido”, señala este experto en lexicografía, antes de afirmar que el Diccionario “no es más o menos machista por reflejar los usos que están en la sociedad”.
Tampoco se han atendido las protestas de quienes pedían que se quitaran las entradas de “gitanada” y “judiada”. Se han revisado, pero “no se han modificado mucho”.
La nueva edición remite en “gitanada” a “trapacería” y esta, a su vez, lo hace a “trapaza”, definida como “artificio engañoso e ilícito con que se perjudica y defrauda a alguien en alguna compra, venta o cambio”.
Y “judiada” queda así: “mala pasada o acción que perjudica a alguien”.EFE
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