Resumen: En cada turbina que gira y en cada megavatio de los 460 que fluyen desde La Sierra, hay una historia de personas comprometidas con un propósito mayor: que nunca falte la luz a Colombia
En el corazón del Magdalena Medio colombiano, la central termoeléctrica La Sierra de EPM se erige como un pilar fundamental en la estabilidad y confiabilidad del sistema eléctrico nacional. Desde su inicio de operaciones en 1998, esta planta ha desempeñado un papel crucial, especialmente durante las temporadas de sequía, al transformar eficientemente el ciclo de gas o ACPM y el ciclo de vapor para producir energía, asegurando que la luz nunca falte en los hogares colombianos.
La construcción de la planta, iniciada en 1997, fue un proyecto de gran envergadura que generó un impacto laboral significativo en la región. El consorcio español encargado de la obra atrajo a más de 300 profesionales de España, y también a personas de diversas partes del país, como la costa y Antioquia, además de la población local del Magdalena Medio. Este gran movimiento dinamizó la economía del pueblo, trayendo consigo una sensación de alegría y progreso que se reflejó en el ambiente de la comunidad.
La ubicación estratégica de la central Termoeléctrica La Sierra es un factor clave para su eficiencia. Una de sus ventajas es estar a orillas del río Magdalena, una fuente de agua esencial para el enfriamiento del proceso de generación. Esta combinación de una ubicación cercana al nivel del mar y una abundante fuente de agua contribuye a mantener una alta eficiencia en la producción de energía, un aspecto vital para su operación ininterrumpida.
Más allá de su rol energético, la central Termoeléctrica La Sierra es un ejemplo del compromiso de EPM con la protección del entorno natural. La mitad del predio donde se ubica esta planta está dedicado a la conservación de un ecosistema que ha sido cuidadosamente recuperado. Este esfuerzo ha permitido el regreso y el florecimiento de diversas especies de fauna y flora, demostrando que la generación de energía puede coexistir con la responsabilidad ambiental y la biodiversidad.
La evolución de la central ha sido notable, tanto en su infraestructura como en su personal. Inicialmente, cuando EPM asumió la operación y mantenimiento, el equipo era reducido, pero con el tiempo ha crecido significativamente. Muchos contratistas han aportado a la operación, generando un sentido de orgullo y pertenencia. Para los empleados, ser parte de EPM y de la historia de esta central es un honor inmenso. Sienten esta empresa en su corazón y valoran la oportunidad de contribuir a su propósito superior.
En cada turbina que gira y en cada megavatio de los 460 que fluyen desde La Sierra, hay una historia de personas comprometidas con un propósito mayor: que nunca falte la luz en los hogares colombianos. En Termosierra, la energía se vive con un profundo compromiso. Allí, EPM no solo la genera, sino que también la cuida y transforma, asegurando la confiabilidad del suministro. Este es el reflejo de los 70 años de EPM, una empresa que ha trabajado “juntos” con el país para iluminar el progreso y la vida.
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