Resumen: ¡Descubre la historia de Uramita a través de sus vivencias! Trabajo, deporte y diversidad marcan la identidad de este pueblo antioqueño.
La infancia y adolescencia en Uramita no solo fueron etapas de formación académica y personal, sino también de trabajo, esfuerzo y experiencias que marcaron mi carácter. En este capítulo quiero compartir cómo me ganaba la vida desde niño, mis compañeros de estudio y el papel que ha tenido la comunidad homosexual en la identidad del pueblo.
Ganándome los pesos desde niño
Desde pequeño entendí el valor del trabajo. En la vereda La Guinea, trabajé recogiendo café, cacao y frutas en la finca de don Rosendo y Jaime Rueda. También recorrí las calles vendiendo periódicos, lustrando zapatos y cargando mercados, y, cuando fui un poco mayor, trabajé en varias cantinas del pueblo. Fui mesero en los establecimientos de Moncho, Alfonso Henao, en la Terraza con don Berna y en la heladería Brisas del Río, propiedad de Octavio Maya.
Mi experiencia laboral no se limitó al comercio. Trabajé en el taller de Héctor Osorno, “Cagalera”, y en el taller de pintura de carrocerías de un hijo de don Rosendo, y también ayudando en alguna construcción a mi tío Libardo. Por supuesto, también trabajé en la panadería de mis padres, donde disfrutaba amasando grandes cantidades de masa para ejercitarme y hacer crecer mis músculos, y donde aprendí a calcular el calor exacto de los hornos y los tiempos de cocción para lograr un buen pan. Además, en ocasiones, recibía un pago por asistir al médico del pueblo, especialmente cuando había que trabajar con los fallecidos, realizando necropsias o asegurando que los cuerpos quedaran bien presentados para los funerales.
Compañeros de estudio y el deporte en mi vida
El colegio fue no solo un espacio de aprendizaje, sino también de grandes amistades y desafíos físicos. Recuerdo con cariño a mis compañeros, en especial cuando nos mandaban a darle una vuelta a las montañas en educación física. Siempre competíamos para ver quién llegaba primero; entre ellos estaban “Pipe”, Miller, “Congolo”, “Pitaya”, Belisario, “La Mula”, “La Rola” y “Tatola”.
Este ejercicio me encantaba tanto que, incluso cuando no había clase de educación física, lo hacía por mi cuenta. Subir a las montañas y contemplar mi pueblo desde arriba me brindaba una paz y una felicidad inigualables.
Además del atletismo, el baloncesto fue otra gran pasión. Representar a Uramita en torneos en otros municipios fue una experiencia inolvidable: dormíamos en colchonetas en salones comunales, recibíamos nuestros uniformes con orgullo y competíamos contra jóvenes de otros pueblos. Estos viajes nos permitieron conocer a nuevas personas, hacer amigos y compartir momentos únicos.
Y cómo olvidar aquellas tardes en Uramita llenas de diversión en compañía de familiares, vecinos y compañeros de escuela: embarcarnos río abajo, bañarnos en las ollitas, el remanse y el güiban, o disfrutar de juegos autóctonos como Yeimy, trompo, pistoleros, bolas, pirinola, yoyó y las escondidas, donde algunos aprovechábamos la ocasión para dar los primeros besos a las compañeritas.
La comunidad homosexual en Uramita
Uramita siempre ha sido un pueblo con una identidad muy marcada, y entre las muchas cosas que lo han caracterizado, existe una percepción extendida de que aquí ha habido una notable presencia de personas homosexuales.
En muchos lugares, al mencionar que uno es de Uramita, no falta quien haga la broma o el comentario: “Ah, del pueblo de los maricas”. Más allá de las risas o el asombro que esto pueda generar, lo cierto es que nuestro pueblo ha sido, en cierta forma, un espacio donde varias personas de la comunidad LGBTI han vivido con mayor libertad y respeto en comparación con otros municipios más conservadores.
No se trata de estigmatizar ni de reforzar estereotipos, sino de reconocer que, a pesar de los prejuicios, muchos de ellos han sido ciudadanos ejemplares, comerciantes exitosos, líderes comunitarios y personas que han dejado una huella en Uramita, QEPD los que ya no existen en esta vida terrenal, Ruderico, Checho y James. La diversidad ha sido parte de nuestra historia, y aunque aún hay quienes lo ven como un tema de burla, también es una muestra de que Uramita, en muchos aspectos, ha sido un pueblo de mente más abierta de lo que algunos creen.
Más allá de cualquier etiqueta, su talento y entusiasmo han contribuido a la identidad del pueblo. Aunque las bromas y comentarios han existido, lo cierto es que su presencia ha enriquecido la vida social y cultural de Uramita.
Reflexión final
Mi juventud en Uramita estuvo llena de trabajo, deporte y experiencias que me ayudaron a forjar mi carácter. Cada labor me enseñó algo, cada compañero de estudio dejó una huella y cada experiencia, por muy diferente que fuera a la mía, me ayudó a comprender la diversidad y la riqueza de mi pueblo.
Seguiré contando las historias de Uramita, porque aún hay mucho por recordar y compartir.
“Muchas de estas historias están acompañadas de registros fotográficos que conservo con cariño. Estaré compartiendo algunas de estas imágenes en mi página de Facebook, donde podrán visualizar mejor estos recuerdos de Uramita. Pueden verlas aquí: https://www.facebook.com/share/19uo3TuKNo/?mibextid=wwXIfr
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