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Eso es lo que hay, lo toma o lo deja

Por Diego A. Arenas Londoño

Eso es lo que hay, lo toma o lo deja

Resumen: La cruda realidad de las entrevistas laborales: cuando el salario es un obstáculo." Un relato personal sobre cómo una expectativa salarial realista se convirtió en una barrera inesperada en un proceso de selección.

Este resumen se realiza automáticamente. Si encuentra errores por favor lea el artículo completo.

Que en un proceso de selección una empresa te pregunte de entrada “cuál es tu aspiración salarial” es casi como si te obligara a darte un tiro en el pie.

Hace un par de meses recibí una invitación para presentar una entrevista laboral. Cómo decir que no, cuando hasta ese momento ya llevaba seis meses en casa. Lo primero que me entregaron fue un formulario que debía diligenciar para “conocer al trabajador”, preguntas personales, formación académica, experiencia profesional, preguntaban incluso sobre mis pasatiempos, y al final “escriba su aspiración salarial”.

Siguiendo la recomendación de un experto en reclutamiento empresarial, me aventuré a dar una respuesta basada en mis últimos sueldos, en lo que conozco que pueden estar los salarios en el mercado para profesionales con mi experiencia y formación, y en el deseo, “pide y se os dará”. Escribí una cifra expresada en salarios mínimos, pensando que así al menos tendría un margen de negociación. Hasta ese momento la empresa no había mencionado cuánto era la paga ofertada, pero el nombre del cargo generaba alguna expectativa al respecto.

Comencé la entrevista, conversamos y traté de aplicar todos esos consejos para dar una buena impresión, dar respuestas basadas en logros y en la generación de valor para la empresa. Al final la persona de Talento Humano con la que estaba hablando me dice: “Me parece superbien, me gusta, ¿y cuál es tu aspiración sala…?, ah, no, acá está… la verdad es que está elevada para lo que estamos ofreciendo… el salario es tanto, eso es lo que hay, acá tenemos expertos por ese valor, aun así, ¿estás dispuesto a continuar en el proceso?”.

La verdad me sorprendí, llevaba expectativas salariales más altas; además, el valor que me ofrecían estaba justo en esa frontera de lo que necesito para cubrir las necesidades financieras de mi familia. No pude disimular mi cambio de expresión, y no pude responder nada diferente a “esperaba más, pero sí estoy dispuesto a continuar en el proceso”. Luego de eso me pasaron a una segunda entrevista, esta vez con el jefe técnico, al cual ya le habían dado un resumen de mi presentación y por supuesto de la conversación sobre el salario.

Al final me dijo: “Me interesa mucho tu perfil, sé que nos puede ser muy útil para lo que estamos buscando, pero me preocupa mucho lo del salario. De todas maneras, esto es un proceso de varias entrevistas…, si sí podés continuar, nosotros te llamamos”.

No llamaron.

Le estuve dando vueltas al asunto, pasé por varias etapas, frustración, rabia, impotencia, tristeza, resignación y llegué al aprendizaje. De esta experiencia aprendí que la pregunta correcta si la empresa no está dispuesta a negociar el salario, no debería ser cuánto espera ganar, sino ¿está dispuesto a realizar un trabajo profesional por el salario que ofrecemos?, y que cuando me vuelvan a hacer la pregunta sobre mi aspiración salarial en una entrevista, en un proceso en el que no han sido abiertos con el salario ofrecido, les voy a pedir que mejor me hagan esa pregunta.

La relación de poder en este tipo de situaciones, en las que es uno como individuo el que busca a la empresa para ganarse una vacante que ellos ofertan, está recargada totalmente a favor de la empresa. Ellos saben que, si no es uno, será otro candidato quien estará dispuesto a trabajar por el salario definido, y está bien, cada empresa puede definir con autonomía cuánto puede o quiere pagar.

Lo que es cuestionable es que desde el inicio no sean transparentes con esto y que los que estamos buscando un empleo, desde el principio no podamos definir si por x paga estamos dispuestos a trabajar en x oferta.

Vuelvo al tiro en el pie. Si respondo con un valor muy alto respecto a lo ofertado, la empresa anula cualquier intensión de negociación y simplemente me descartan, aunque en realidad esté dispuesto a asumir el trabajo. Y si respondo con un valor más bajo de lo que la empresa tiene previsto para la vacante, “¡bingo!, si contratamos a esta persona nos vamos a ahorrar una platica”, y nuevamente soy yo como candidato el que va a salir desfavorecido en esa relación de poder.

Las empresas deberían ser claras desde el principio, y en sus ofertas de vacantes especificar el salario y el tipo de contrato, así podrán recibir candidatos que ya saben que están a gusto con eso, y no van a desperdiciar tiempo y recursos, en procesos de selección con personas que al final no van a estar dispuestas a trabajar por el salario que ofrecen; esto aporta al fortalecimiento de la dignidad del trabajador, tema tan actual en tiempos de reforma laboral. Y para los que estamos en la búsqueda de empleo, revisemos si invitando a las empresas a que nos hagan preguntas sobre nuestra disposición para realizar un trabajo dentro de sus parámetros de costos en lugar de solamente un monto salarial, podemos comenzar a cambiar esa práctica de las empresas, y así no perder la posibilidad de continuar en un proceso de selección por una etiqueta de precio impuesta, al mejor estilo de la letra escarlata.

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Redacción Minuto30

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