Me decía recientemente un amigo que los homenajes que solo se reducen a medallas y diplomas se terminan guardando en cajones, llenándose de polvo y de olvido. A diferencia del reconocimiento popular, aquel que nace de la dignidad de un pueblo movilizado; de un pueblo que reconoce la coherencia.
Ese reconocimiento perdura porque no es artificial, no cabe en una medalla o se enmarca en una orden al mérito, es genuino porque nace del corazón del pueblo.
Y a la exministra Carolina Corcho, siempre comprometida con la defensa del derecho fundamental a la salud, el pueblo antioqueño le ofreció un auténtico reconocimiento popular.
Sin buses, refrigerios o presiones para participar, el recinto de la Asamblea Departamental se llenó con cientos de hombres y mujeres, jóvenes, adultos, profesionales y dirigentes que, con alegría y convicción, reconocieron una trayectoria que a bien se podría definir, en una palabra: COHERENCIA.
Coherencia para no doblegarse ente los chantajes de una oligarquía partidista; coherencia para nunca olvidar que el corazón debe estar del lado del pueblo; coherencia para no dejar de luchar por la dignidad de los que sufren, de los que ven pisoteados sus derechos; coherencia para entender que la defensa de las reformas sociales es colectiva y que nunca nos debemos dejar de movilizar.
Y no fue un reconocimiento al cargo, para nada, porque el pueblo es consciente de que los cargos van y vienen, pero la fuerza, el ímpetu y el compromiso que se le imprime a la lucha siempre permanece. Porque en el gobierno del Cambio nos enfrentamos con sectores muy poderosos que no ven problema en entregarse entre ellos mismos diplomas y medallas.
Ellos si mueven buses, refrigerios y presionan asistencia para homenajearse con “ordenes al mérito” por pisotear la dignidad del pueblo y mercantilizar sus derechos.
A Carolina Corcho, desde el recinto de la Asamblea, el pueblo antioqueño le reconoció su coherencia y le pidió que siguiera siendo esa fuente de inspiración y movilización.
Es el mayor reconocimiento para una mujer que, sin lugar a dudas, está en el corazón de ese pueblo que lucha con fuerza y dignidad.
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