El próximo lunes 19 de octubre inicia la 50 Asamblea General, órgano supremo de la Organización de los Estados Americanos OEA, Organismo regional de la Organización de las Naciones Unidas ONU.

Será virtual y trabajará el tema “Enfrentando los desafíos del COVID-19 en el Hemisferio: un enfoque colaborativo para abordar vulnerabilidades y construir resiliencia en tiempos de crisis, con base en los cuatro pilares de la OEA”.

Estos pilares son democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo, que se sustentan entre sí y se entrelazan transversalmente, mediante el diálogo político, los instrumentos jurídicos y de seguimiento, la inclusión y la cooperación, para optimizar su servicio en el Hemisferio.

El segundo considerando de la Carta de la OEA, documento base de su fundación en Bogotá en 1948, señala en los Estados “[…] el anhelo de convivir en paz y de propiciar, mediante su mutua comprensión y su respeto por la soberanía de cada uno, el mejoramiento de todos en la independencia, en la igualdad y en el derecho”.

El desarrollo integral humano depende también de la comprensión de sí mismo y el entorno, y abarca, como señala esta Carta en su Artículo 31, “[…] los campos económico, social, educacional, cultural, científico y tecnológico” http://www.oas.org/es/sla/ddi/tratados_multilaterales_interamericanos_A-41_carta_OEA.asp#Cap%C3%ADtulo%20II

En la medida en que los ciudadanos desarrollemos la comprensión, como condición necesaria para el desarrollo personal, familiar, intergeneracional, social y de todos los Estados, pueblos –en este caso la comprensión interamericana–, sabremos aprovechar la ocasión que es cada reto, para generar el mayor desarrollo de todo ser humano susceptible de la influencia de las decisiones en las Américas desde la OEA, y en su contexto inmediato, que es la ONU.

En una sociedad global cobra mayor importancia el cambio a través de las decisiones personalísimas cotididanas, debido a la unidad de cada ser humano con su red social, en la que influye según ha fortalecido su propia unidad en lo que esto es posible con su libertad, que es una de las más evidentes manifestaciones del espíritu humano, una gestión en la que de cierto modo saca provecho del automatismo biológico que en nuestra especie es abierto en cierto sentido a causa de la superioridad del espíritu sobre la energía.

Ser competente en comprensión es reconocer los distintos factores que influyen en los conocimientos, voliciones, intenciones, sentimientos –emociones y afectos–, y en el comportamiento físico propio y de los demás.

Este discernimiento más profundo facilita el señalamiento acertado, en este caso, en la 50 Asamblea de la OEA, acerca del significado de todo dato, su interrelación y jerarquía, adecuando la conducta a la realidad de modo que se acoja a las personas, se les diferencie de los errores que éstas cometen y se les acompañe a superarlos por medio del diálogo transparente, el ejemplo y el cultivo del conocimiento propio y del entorno, facilitando la adquisición de las cualidades humanas necesarias para el pleno desarrollo integral e incluyente sin excepciones y con solidaridad, que hace sostenible la vida de cada ser humano durante su ciclo completo.

Se nota que una persona es comprensiva cuando reconoce que no todo es para comprenderlo, y por eso comprende que no la comprendan, evitando así la violencia que causan las falsas lecturas de discriminación.

Quien tiene uso de razón puede contemplar y ser contemplado interiormente, sin ser comprendido.

A quien comprende la diferencia entre la persona y sus errores, le queda más fácil contextualizarla en las características de su historia familiar y las demás situaciones voluntarias e involuntarias que ha vivido, y la acepta incluso cuando no se es comprendido por ella: con hacer más caso a la capacidad espiritual que al ímpetu biológico, se puede avanzar hacia en el diálogo, hacia el realismo necesario para ser asertivo y constructivo de la persona, familia y sociedad.

Por no condicionarse exclusivamente al grado de conocimiento, la comprensión  requiere, además una excelente actitud de acogida respetuosa, intuición, agudeza, profundidad, perspicacia y paciencia.

Otro requisito para saber ser comprensivo es el discernimiento sustentado en el desarrollo persistente de la capacidad lógica, fruto de un conjunto de coherencias en actitudes, conocimientos y acciones.

Todo esto sucede en un ser humano respecto a otro que también es una realidad constitutivamente corporeoespiritual, merecedora de respeto por encima de cualquier ignorancia y error, y de que se le corrija a cabalidad, con entera lealtad, porque lo necesita para su pleno desarrollo.

Ser comprensivo obliga a desarrollar una amplísima gama de cualidades  humanas, con las que se alcanza mejor la altura de saber convivir amablemente con todos y evitar cualquier clase violencia, incluida una de sus expresiones más agresivas,  que es la negligencia de no procurar, en toda ocasión, el mayor bien para cada uno de todos los que pueden recibir la influencia que los demás le procuran por conformar también su red social. Todo ser humano con uso de razón es responsable de evitar esta negligencia de modo creciente, para su desarrollo integral y el de todos en los que puede influir de algún modo.

Cuando la capacidad propia de compresión no sea suficiente, las obras de solidaridad siguen manifestando la conciencia que se tiene de que todo lo que surge de un ser humano, sea bueno o malo, es menos perfecto que su causante, que siempre es merecedor de la ayuda necesaria, que solo no logra alcanzar, para que avance hacia su pleno desarrollo.

A esta solidaridad tenemos derecho todos, y cada uno el deber de procurarla según sus capacidades, por la perfección de nuestra humanidad, que consiste en ser constitutivamente corporeoespiritual, y que es frágil, desarrollable en la apertura al bien que es uno mismo y cada otro, y dependiente de saber convivir logrando ser más plenamente humanos.

Para hacer el mayor bien posible no es suficiente no hacer daño. Es necesario esforzarse cotidianamente en procurar desarrollar la habilidad de ser sensible al otro porque algo de lo suyo también propio: la humanidad común.

Para comprender mejor se requiere intentar identificar las características positivas y negativas del punto de vista de los demás, cultivar la capacidad de comunicarse en un lenguaje apto según las circunstancias, personalidad, conocimientos y sentimientos de cada uno, y exponer honradamente los problemas según lo que parece, con honestidad, en el marco de la mejor intención y la propia dotación natural y cultivada, según se concluye que es su justa realidad, jerarquía y prospectiva.

Ser comprensivo requiere saber aprovechar todas las ocasiones de conocerse mejor, desarrollando así una mayor capacidad para ayudar a los demás a que se enteren con mayor profundidad sobre sí mismos, se acepten lo suficiente para arremeter en la consecución de los medios con que puedan superar sus dificultades y crezca su capacidad de mejora personal.

Quien realmente comprende en qué consiste un ser humano, evita las circunstancias que le facilitan caer en errores como ser pasivo o retrasado para corregir, el sentimentalismo, la falta de reacción diligente, el estancamiento en la perplejidad, los prejuicios y la indiferencia ante necesidades que los demás no logran superar solos.

No es comprensión la ingenuidad de calificar como objetiva una conclusión subjetiva carente de suficiente estudio y, por lo tanto, no coincidente con quién se es y quiénes son los otros.

Con la comprensión racionalmente sustentada, responsable y coherente, se reconoce el lugar de sí mismo y los demás en cada entorno, se sabe servir a la altura de la humanidad de todo miembro de nuestra especie y se le cuida su entorno familiar, social, natural y artificial.

El COVID-19, como cualquier otro mal, se remplaza comenzando por comprenderlo mejor, con toda la capacidad de cada persona para autocuidarse y cuidar a los demás.

Dar la altura en el modo de enfrentar los desafíos del COVID-19 en el Hemisferio, requiere conocer mejor la perfección constituyente de cada uno de todos los miembros de la familia humana, sin excepciones, esforzarse más generosamente por ser estudioso y tener un enfoque colaborativo integral –cuerpo y espíritu–, para abordar asertivamente vulnerabilidades y construir resiliencia con la que en los tiempos de crisis sabemos crecernos con ocasión del desarrollo personal en cualidades superadoras de defectos propios y del entorno social, natural y artificial, haciendo así un mundo mejor para la generación actual y las futuras.

Para ser colaborativo se requiere saber ser comprensivo porque es necesario aprender lo que solo se conoce con el precio de estudiar concienzudamente, esforzarse de modo constante y creciente por ser altamente coherente, ponderar serenamente en la intimidad cultivada al ritmo del crecimiento en virtudes y contrastar con apertura a lo que es, el propio parecer con quienes de algún modo ya han transitado estos medios.

Madurando en comprensión por parte de cada participante, la 50 Asamblea General de la OEA podría hacer buenos aportes a más de mil millones de seres humanos que habitan nuestra América, con base en sus cuatro pilares: la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo.

Para ser incluyente no basta no ser excluyente. Está en cada participante,  observador y ejecutor, el avance de la OEA hacia la inclusión a través de la comprensión.

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Redacción Minuto30

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