Final de baloncesto femenino Colombia-Cuba en los Centroamericanos/EFE

Final de baloncesto femenino Colombia-Cuba en los Centroamericanos/EFE

Su ascendencia en el seleccionado colombiano roza los niveles de James Rodríguez. Pero la basquetbolista Mabel Martínez, nueva campeona de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, tiene muchas más coincidencias con el zurdo que venera todo un país.

Ella también luce la ’10’ tricolor y ejerce un magnetismo particular sobre sus compañeras. Fue el foco de toda la celebración. Fundirse con ella en un abrazo fue el primer impulso de todo el grupo tras batirse en la final con Cuba para conseguir un triunfo histórico (67-65).

«Es el mejor momento del baloncesto femenino en Colombia. No es casualidad. Venimos en un proceso largo y estamos juntas desde hace mucho tiempo. Han sido muchas derrotas y tristezas por las que hemos pasado, pero acá está la recompensa de todo lo que hemos sembrado», expresó Martínez.

Su frondosa melena y amplia sonrisa ya desfiló por Santa Marta y Cochabamba, escenarios que la vieron colgarse el oro en Bolivarianos y Suramericanos.

Pero en Barranquilla fue su graduación. Ahí tuvo sobredosis de patriotismo y con problemas físicos, como le sucedió a James en Rusia 2018, dio una mano importante en la hazaña pese a que en un momento estuvo en duda su participación.

Se enfermó previo al debut en las justas, y solo hasta el partido de semifinal ante Puerto Rico consiguió recuperarse de una virosis.

«Fueron días con vómito y diarrea. Jugué muy deshidratada», contó la alera, y agregó: «nadie se dio cuenta de eso por las ganas que pusimos. Son los sacrificios que se hacen por representar a Colombia».

Pisar la cancha y olvidar, ese fue su ejercicio para conseguir jugar los cinco partidos y estar entre las jugadoras que más minutos tuvieron en el certamen, que le entregó el título más importante de su carrera.

«Este oro sabe mejor y pesa. Tiene un plus porque vencimos a dos potencias como Puerto Rico y Cuba», dijo la deportista de 31 años.

Con este logro, que prefiere valorarlo en colectivo por la forma en la que han sabido sufrir juntas los partidos para remontarlos, Martínez confirmó que acertó con la decisión de partir a Argentina, tierra en la que también James Rodríguez terminó de formarse, para hacer del baloncesto su carrera.

En Colombia no había opción de trascender. Y entre las labores diarias debía sacarle tiempo al deporte, que no era suficiente para potenciar sus condiciones y el elevar el nivel del seleccionado nacional.

«Acá no se vive del básquet. Es difícil tener un buen nivel cuando estás parada ocho horas trabajando», apostilló.

Las condiciones han cambiado ahora que integra el club Ameghino de Córdoba, donde se dedica de lleno al deporte para «poder representar mejor al país» y dejar atrás esos ciclos llenos dificultades en los que debió ayudarse dictando clases de baloncesto.

Ahora están en pleno proceso de acoplamiento con el club argentino, donde lidia con preguntas sobre Pablo Escobar y enseña que en Colombia «los buenos somos más», pues ella sí que sabe de hacer patria de la mano de una disciplina en la que se inició a los 11 años en su natal El Socorro (Santander) y que continuó en Cali, donde moldeó su carácter siendo una juvenil tras un sueño.

Ahora persigue uno nuevo y, como la James del baloncesto, tiene en la mira el Mundial y los Juegos Olímpicos, cimas ambiciosas que visualiza con el poder que otorga el oro centroamericano.

«Creemos que podemos llegar hasta allá. Lo hemos demostrado durante este año. Vamos a ver si nos apoyan porque ahí está la clave, en la preparación», apostilló Martínez, un 10 en todos los frentes.

Jeimmy Paola Sierra/EFE

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