Por allá en el año 2010 cuando elegimos al actual ocupante de la Casa de Nariño, nunca sospechamos que acabábamos de hacernos el harakiri democrático puesto que, engañados hasta los “tuétanos” (sin riesgo de vacuna), creíamos que el individuo de marras continuaría con la política de seguridad democrática PROMETIDA durante su campaña.

Aunque no vamos a llorar sobre la leche derramada, es conveniente traer ese recuerdo para que, como los judíos que no permiten olvidar el holocausto, no olvidemos la historia y mantengamos viva en la memoria la mentira descarada que este socialista del siglo XXI ha sostenido para entronizar esa ¿ideología? en nuestro país.

Como sus mentores ancestrales ha utilizado todas las formas de lucha sin importar: la Constitución, la separación de poderes allí consagrada, la voz del pueblo expresada el 2 de octubre de 2016, los fallos de la Corte Constitucional que moderan, más no suprimen, el fast track como herramienta de imposición de unos acuerdos a los que llegaron una treintena de individuos, que decidieron ser los representantes de la voluntad popular y por ende consideran que lo definido por ellos, debe ser acatado por todo el pueblo colombiano.

Ante los frenos salen Trampafresca Barreras y Testigofalso o Comandante Halitosis Cepeda a buscar la manera de hacerle el quite a los fallos y torcerle el cuello al cisne para obviar los debates y la posibilidad de introducir cambios en las corporaciones legislativas, a los proyectos de ley amañados todos para favorecer al narcoterrorismo, que presenta el ejecutivo más corrupto de toda la historia democrática colombiana.

Ha tenido aliados nacionales y extranjeros que lo aúpan a seguir con un proceso fallido desde el inicio, que nunca contó con la aprobación de pueblo. Prueba son los resultados reales de las elecciones del 2014 en las cuales tuvo que recurrir otra vez a todas las formas de lucha, incluido el fraude, la compra de votos y todas esas mañas corruptoras de la voluntad popular y continuar en el poder a como diera, para así seguir con esa charada de un proceso ilegítimo.

La desconfianza ha sido el Karma que acompaña al espurio desde el inicio. A los pastorcitos mentirosos nadie les cree a pesar de que digan alguna que otra verdad y este mitómano desde siempre, ha sido un farolero tahúr que está acostumbrado a jugar con ases bajo la maga y ha tenido el descaro de signar a sus oponentes con la misma vara con la que actúa. Recordemos esa frase del rufián de esquina que mantiene el puñal bajo la ruana. Se autodescribió pero pensó que le íbamos a creer que ese rufián era otro.

Todo este preámbulo para proponer que la salida del entuerto en el que nos está metiendo este sacabuche del narcoterrorismo es, aunque suene irreal y tardía, la manera más expedita para evitar la pérdida de: la libertad, la democracia, el respeto a la propiedad privada y la libre empresa de la tradición política que ha mantenido a Colombia como una de las democracias más estables del continente americano.

En esto debemos ser firmes y previsivos. De no hacerlo así muy pronto estaremos en la calle como nuestros vecinos, luchando por lo que dejamos perder avisados y conscientes del riesgo al que nos estábamos sometiendo al soportar a un mandatario que democráticamente no tiene la legitimidad para ejercer un cargo al cual accedió con mañas demasiado evidentes y sucias, que le impiden gobernar con el beneplácito del pueblo colombiano. El 16% de aceptación le inhibe moralmente continuar en el poder. Esa gran mayoría vería como una bendición la salida de este individuo de la Casa de Nariño hacia el exilio y con tal de que se vaya, aunque la vaya bien.

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Redacción Minuto30

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