Desde hace algún tiempo, la palabra crisis se cruza periódicamente en nuestro camino, no importando que tan bien o mal nos esté yendo en la vida. Jeffrey Weeks, profesor de sociología de la South Bank University de Londres, sostiene que la crisis económica hace que las parejas se vuelvan más conservadoras a la hora de tener relaciones sexuales.

Por lo que, la mesura en el gasto familiar se extiende a la práctica de las relaciones sexuales adoptando posturas más conservadoras, mientras que en los periodos en los que existe bonanza económica se relajan las costumbres y se tiene una mayor apertura hacia los comportamientos sexuales distintos a los tradicionales y a formas alternativas de convivencia familiar.
Lo anterior es perfectamente explicable si pensamos que las preocupaciones generan que sea más difícil concentrarse y motivarse para tener un encuentro sexual, inclusive aun deseándolo.
Una parte de la persona lo anhela y la otra no puede evitar la tensión, preocupación e inclusive la depresión que conlleva el no tener una solidez económica que le permita soltarse.
Cuando nuestras entradas económicas disminuyen, la situación misma nos genera estrés.
En la pareja se suscitan fricciones y enojos, que en lugar de acercar y unir a sus miembros les distancian, haciendo de la excitación sexual algo que, aunque deseable, por momentos se vuelve inalcanzable.
Recordemos que cuando existe tensión nuestros músculos se contraen, dificultando la erección y la lubricación.
El primer paso para un buen y liberador encuentro sexual es la excitación de todo nuestro cuerpo, cuando nos excitamos estamos generando y sintiendo salud en todo nuestro sistema.
Por todo lo anterior, la propuesta es: detengámonos.
El tener diversiones que no cuestan pero sí relajan, ayuda mucho: salir a caminar mientras platicamos, no discutir en la recámara que es un lugar para soltarse y hacer el amor, realizar ejercicio para liberar la tensión, salir a un parque, Ir a un museo o alguna exposición de nuestra ciudad, conversar con amistades.
También ayuda cambiar pequeñas cosas de nuestra rutina, por ejemplo: si vamos a cenar podemos hacerlo bajo la mesa en vez de sobre, tomar un baño juntos por la noche en vez de por la mañana.
Tratar de mantener un erotismo durante el día aunque no nos veamos, mandar un mensaje alentador o amoroso a través del correo electrónico o del celular, dejar una nota o un dibujo con propuestas indecorosas pero deliciosas.
El alcohol también puede relajarnos un poco (si lo usamos con moderación una copita siempre resultará agradable). Seguro que a esta lista tú puedes agregarle muchas más sugerencias.
Una idea muy trillada, pero a la vez muy realista es que toda crisis trae consigo una oportunidad, todas las herramientas para sentirnos plenos y felices las llevamos dentro, sólo que hay que aprender a utilizarlas.
Con información de typepad.com
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