Esa es una pregunta que todas y todos en algún momento de la vida formulamos o nos formularon, claro en este caso no hablaremos de ese requerimiento, en muchas ocasiones problemático y que revela inseguridades casi siempre al interior de una relación, hoy hablo de estereotipos de género: que venimos siendo las mujeres y los hombres dentro de la sociedad.

Por Ángela María Falla Munar*

Los estereotipos de género son: “Las características sociales y culturalmente asignadas a hombres y mujeres, a partir de las diferencias físicas basadas en su sexo” (1). Son preceptos que están ahí, que no se sabe quien los dicto, ni mucho menos por que se usan, pero los utilizamos y no preguntamos. Tan arraigados en nuestras mentes que son esquemas de conducta y tienden a ser extremadamente rígidos.

Se conocen entre otras tres categorías: la que se refiere a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Por ejemplo, los hombres son más fuertes que las mujeres; la mujer es el sexo débil. Aunque si nos fijamos en las estadísticas esto podría ser verdad, las excepciones que existen pueden ser vistas como “anormales”; si una mujer que ostenta mucha fuerza quiere ser bombera no la reciben porque es mujer y se “supone” que es frágil para enfrentar este tipo de trabajo. Entonces se les llaman “marimachas” y ahí empieza la discriminación.

La que habla sobre el comportamiento sexual: ejemplo, el hombre tiene que ser el “machoman” entre más mujeres tenga mejor, porque es una forma de comprobar su hombría. Por su parte, las mujeres tienen que ser recatadas, niñas de su casa, juiciosa y calladita si no corren el riesgo de parecer “culicalientes”. Son tan marcados los estereotipos con respecto a la sexualidad que estos también le achacan la posibilidad de ser feliz o no, de hacer favores o no, de sonreír o no y un largo etcétera. Que tire la primera piedra quien nunca ha dicho: “Esa vieja lo que necesita es que el marido la atienda en las noches”.

Y los roles sociales: Hombre proveedor, Mujer cuidadora. El hombre es el que trabaja, que lleva la comida a sus hijos e hijas, provee al hogar lo necesario (esto incluye: casa, beca, carro, tv plasma, paseo a tierra caliente o al mar cada cinco años), si usted no cumple es un “perdedor”. Mujer cuidadora, que se hace cargo del hogar (esto implica que la suegra pase con el guante blanco tocando todo electrodoméstico, mueble o lámpara y le quede INMACULADO), ama de casa que cuida a su esposo y sus hijos e hijas educándolos de la mejor manera por el caminito del bien, con tal suerte que si se tuercen ella es una “perdedora”.

Podría seguir enumerándolos en cantidad de situaciones tan cotidianas que nos aterraríamos. Lo que si tengo que dejar muy claro es que los estereotipos tienen más efectos negativos en las mujeres, porque siempre se nos ha asignado roles inferiores, socialmente menos valorados.

Con esto no quiero satanizar los estereotipos, simplemente es advertir que se vuelven un problema cuando infringen la dignidad humana, vulneran los derechos o exigen una carga imposible de llevar. En este orden de ideas marginar una persona por el incumplimiento de un rol en la sociedad es demostrar que nos puede más la discriminación que el respeto.

¿Tanto nos cuesta aceptar nuestras diferencias?

 

*Abogada de la Universidad Libre. Representante Legal del Colectivo de Mujeres Jóvenes. 

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(1) http://www.equidad.scjn.gob.mx/spip.php?page=editoriales&id_rubrique=12&id_article=988

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Redacción Minuto30

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