El ingreso de Franco Armani al gramado del Estadio Atanasio Girardot se tardó unos minutos más de lo esperado, pues el jugador quería dejar de llorar antes de salir al terreno.

Sin embargo, su esfuerzo no tuvo frutos, pues esperó y esperó y las lágrimas no pararon de salir de sus ojos. Así, no tuvo más opción que envalentonarse y subir escaleras que subió en muchas ocasiones, aunque quizá sin tantos sentimientos de por medio.

Pero para afrontar esa tribuna eufórica, que coreaba su nombre a todo pulmón, necesitaba una fuerza adicional, por eso decidió tomar a su esposa de la mano y salir a recibir los cánticos, palmas y los mensajes de los hinchas.

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Redacción Minuto30

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