En una metrópolis de más de 8 millones de habitantes como lo es Bogotá, es crucial el transporte público, además es un elemento de vital importancia para el correcto funcionamiento de la ciudad. Pero a Bogotá durante mucho tiempo la han tenido esperando por la construcción del metro. “Es indispensable que el estado garantice un transporte rápido y seguro de multitudes”, premisa con la que cumpliría el metro, pero, ¿por qué razón Peñalosa es tan esquivo con la construcción del metro? Y lo más indignante de todo ¿Qué se ha atrevido a decir el “visionario” alcalde como excusa para desacreditar la construcción de este medio?

En primer lugar, es punto clave tener en cuenta que Peñalosa ya fue alcalde de Bogotá, y en su primera administración, cometió la que quizá fue la peor decisión técnica en la historia de la ciudad. Peñalosa decidió reemplazar el metro (que ya hasta estaba con la financiación del gobierno asegurada) por unos buses que transitarían en una troncal paralela a la de los vehículos. Los medios lo vieron como un gurú del urbanismo, cuando en realidad, dio un pasó gigante en cuanto a los monopolios y las privatizaciones en la ciudad.

En cuanto a sus argumentos para no construir el metro (ya en dos ocasiones con el actual periodo), es cierto que los dineros públicos se deben invertir de una manera responsable y argumentada. Pero no hasta tal punto que las cosas queden mal o puedan convertir en un caos a la ciudad, por ejemplo, Peñalosa al decir que se puede construir un metro en Bogotá, propuso el metro elevado. Pero vaya contradicción del ‘visionario’ alcalde, ya que en mes de Julio de 2012 publicó en su cuenta de Twitter lo siguiente: “por el deterioro urbano que causa su ruido y su sombra, las líneas de metro elevadas fueron demolidas en muchas ciudades”.

Además de su frecuente contradicción con el metro, y su obsesión con defender al sistema de omnibuses de Transmilenio. Peñalosa tiene un complejo de intentar hacer realidad sus absurdas ocurrencias, como lo fue en cierto momento el llenar de bolardos a la ciudad. Pasa con el tema de la movilidad, que es un tema tan delicado que no se puede siquiera pensar en tratarlo con ocurrencias, cualquier mínimo detalle, volverá un martirio la vida de millones de habitantes de la ciudad capital.

Adicional a lo mencionado anteriormente, Peñalosa es prácticamente un vendedor de buses, más específicamente un vendedor de buses BRT. Peñalosa es algo así como el vendedor diamante de “Herbalife” del transporte público, ya que compañías como Volvo buscan voceros alrededor del mundo para implantar el modelo de “Bus Rapid Transit”.

Enrique Peñalosa, fue miembro de la junta directiva del ITPD (Por sus siglas en inglés, Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo) desde el 2006 hasta el 2015, se le obligó a salir del cargo cuando fue el alcalde electo de Bogotá. ITPD se encarga de vender el modelo de los buses BRT a lo largo del mundo, y Peñalosa, en los años que hizo parte del instituto, obtuvo unos honorarios de 468.394 dólares. Claramente al eternizar Transmilenio en Bogotá, el “visionario” se encuentra defendiendo sus intereses personales.

Para concluir, hay que tener en cuenta, que por simple lógica y sentido común, ninguna ciudad de más de ocho millones de habitantes funciona bien con un sistema de transporte mediocre, en resumen, el transporte público en Bogotá debe ser tan efectivo que haga que los dueños de vehículos particulares opten por dejarlos en sus hogares, se necesitan soluciones a gran escala. Y valga la acotación, o más bien, roguemos para que el metro (si se llega a construir) no sea privatizado, necesitamos que el transporte público nos beneficie a todos y no a unos pocos que son dueños, directivos y accionistas de los consorcios.

@JuanJmnz1

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Redacción Minuto30

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