En este artículo hablaré puntualmente del tema ambiental. Todo lo vivido frente al clima y sus contingencias se suma a la sensación permanente de que todos en la ciudad estamos enfermos de problemas de índole respiratorio, con ello se avizoran las molestias, los reclamos y reproches frente a las contingencias y demás acciones que se llevan a cabo en la ciudad para colocarle freno a una creciente realidad de la cual no nos apersonamos como sujetos.

¿Qué hacemos como individuos para evitar la magnitud de las consecuencias medio ambientales? Siempre he sido una ferviente creyente de que no soy una “animalista” sino una persona que ama la vida, y para ello debo compaginar todos los aspectos que la circundan. Hablemos entonces del respeto por el entorno en el cual convivimos todas las especies. Algo tan simple como no arrojar basuras al piso y así evitar la contaminación y taponamientos de desagües, no usar plástico aboliendo la cantidad increíble de pitillos (pajillas) que, por donde deambulamos, nos entregan como si al parecer nuestra cavidad bucal hubiese perdido su función propia, o el tema de las bolsas plásticas. El reciclaje al interior del hogar, el mantener un control frente al uso de electrodomésticos y el consumo de energía eléctrica, o el uso y abuso de vehículos contaminantes. Sí, hay mucho por hacer, más allá de simplemente proferir juzgamientos.

¿Sabias que: se requieren alrededor de 22 árboles para producir la cantidad total de oxígeno para que una sola persona pueda respirar adecuadamente? Situación compleja, pues día a día las selvas de cemento se van acrecentando y nuestros mismos dirigentes se encargan de entregar licencias para urbanizaciones en zonas de reserva, afectando nuestra poca probabilidad de salvaguardar el planeta. Ahora, continuando con la línea de esta columna, en temas de animales podemos hablar un poco del daño que a pasos acelerados generamos al ecosistema cuando vamos arrinconando nuestra fauna nativa a escasos corredores, donde ellos terminan asumiendo el rol de invasores, cuando verdaderamente les hemos arrebatado sus hábitats, los mismos que ellos se encargan de repoblar, de dinamizar y de acrecentar con sus costumbres que garantizan la dispersión de semillas, la movilización de suelos y, gracias a ellos, la generación del líquido vital y más preciado: el agua.

Nuestras campañas, que apuestan por la vida de diferentes especies, tienen un componente armónico demasiado grande, donde preservar poblaciones de animales nos va garantizando una ilusión futura de salvar este planeta que va transitando hacia una hecatombe. Ahora, no vamos lejos, en nuestro hogar, la presencia de plantas oxigenantes apoyan el intercambio gaseoso tan necesario para no intoxicarnos con nuestros deshechos y contaminantes, el ahorro económico, si quiere verse así, de energía eléctrica y agua, que a la postre aportan un grano de arena al no malgastar en beneficio de la sociedad de consumo que nos ha acogido en su seno. Y si miramos lo que comemos, algo tan simple como lo que llevamos a nuestros platos día a día, puede ayudar a menguar las afectaciones climáticas que vivimos a diario.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) ha venido alertando desde hace ya varios años, el efecto nocivo que se presenta por actividades netamente consumistas como es la ganadería, no solo en actividades pecuarias dirigidas a la explotación cárnica, sino también en la industria láctea. Su informe: La larga sombra del ganado, publicado en 2009, da cuenta de la situación que atañe el uso de suelos para el pastoreo de cabezas de ganado. La deforestación necesaria para ubicar un número de reses va en contravía del bien común, donde los suelos van alcanzando una aridez enfermiza, afectando los ecosistemas, arrinconando, como lo decía líneas atrás, la biodiversidad y fauna autóctona, las mismas que son tan importantes para el ciclo de vida de nuestro planeta.

Claramente, una persona que trabaje por los animales, a pesar de convivir en una cultura carnívora que ha ido abaratando los costos de las carnes por alta demanda, va a propugnar por situaciones que no atenten contra la vida de los animales, evitando las cadenas de sufrimiento, crueldad y dolor que se generan a diario en los diferentes rincones del planeta en aras del consumismo, pero no lo decimos solo por amor a ellos, la literatura es clara y los estudios lo revelan: la ganadería es uno de los principales gestores de gases de efecto invernadero, incluso algunos lo han tachado de un verdadero atentado ecológico.

La FAO en sus informes ha plasmado: “el Sector ganadero genera más gases de efecto invernadero, (18%) medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2), que el sector transporte”, produce: metano, amonio y otros contaminantes que tienen mayor afectación sobre el calentamiento global. Deforestación, degradación de suelos, escasez de agua y contaminación de la misma, efecto invernadero y, para finalizar, el uso inequitativo de nutrientes que son desplazados para potencializar la calidad de la carne magra del ganado, y con la cual se pudiera alimentar a una población mundial hambrienta y emaciada que carece de sustrato nutricional para continuar su vida.

Retomemos: es mucho lo que podemos hacer como individuos para evitar la flagelación a la cual se ha venido sometiendo nuestro planeta, pequeñas acciones, que sumadas una a una van a ir haciendo mella: sembrar plantas oxigenantes, ahorros al interior del hogar, modificar nuestro estilo de vida, caminar más, abusar menos de los vehículos de combustión, el uso consiente de recursos, la sostenibilidad ambiental y cambiar hábitos alimenticios. Podemos aportar de esta y muchas formas más a evitar el apocalipsis mundial.

Razones de salubridad, éticas y morales también pueden influir en la decisión de buscar alternativas armónicas para asumir nuestro paso por este hermoso planeta y, por qué no, permitir que pueda llegar a un curso donde, entendiendo que no somos el centro del universo, debemos aportar desde nuestras propias vidas a la continuidad de la vida que conocemos y que merece ser preservada.

Disminuye o aleja de tus platos el dolor y el sufrimiento, muchas alternativas saludables se van presentando día a día, e incluso sorpresas gastronómicas vamos evidenciando en los mercados, donde poco a poco empresas otrora cárnicas, nos entregan variedades y alternativas donde hay cabida a una nutrición más amigable. El cambio empieza en casa.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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